(Cap.2 - Parte VI)

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Cabaña Andanela – Villa Verde

El patio trasero de Andanela era un lugar pacifico, contaba con grandes cantidades de plantas, flores y un gran árbol, hermosos asientos de bambú que combinaban y hacía sentir a uno acogedor. Zeus, sentaba en el césped con sus ojos entreabiertos observando las aves posar en las ramas del gran árbol; al mismo tiempo viendo los rayos del sol de un nuevo día.

Mientras que Andanela, estaba en su pequeña cocina con las ventanas y puerta trasera abierta dándole paso a la claridad, se había preparado un café y un platillo de waffles con fresas, tomo asiento en sus cómodos asientos de bambú para luego seguir con su lectura de los nuevos libros que su sobrina le había entregado.

—Solo historias de seres místicos. ¡Y un diario! Interesante—. Dijo, encendiendo su pipa. Haber pasado algunas horas leyendo libros tras libros, no encontró nada que lo ayudara a recuperar lo que en su pasado perdió. Observo una de las tantas macetas que adornaban su jardín, macetas que alguna vez fueron de su hermana, recordando la meta que ella alguna vez quiso cumplir.

—Recuperaras tu vida hermana, y veras tu sueño hecho realidad—. Poso frente a una de ellas.

Arthur y Joey caminaban por una amplia vereda donde muchos desayunaban al aire libre en los grandes restaurantes y cafetines conocidos de la ciudad

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Arthur y Joey caminaban por una amplia vereda donde muchos desayunaban al aire libre en los grandes restaurantes y cafetines conocidos de la ciudad.

—Se me antoja un cachito de jamón—. Dijo Arthur, despertando su apetito.

—¡Pero si acabamos de desayunar! —. Interrumpió Joey.

—Lo sé. Pero el cachito es algo que no puedo resistir—. Aguándose la boca.

—Siempre tienes hambre. Por cierto, el sujeto que vamos a ver, ¿paga bien?

—Claro, le hice un pequeño trabajo, lo cual me ayudo a pagar varias deudas que tenía pendientes—. Transmitiendo calma.

—Esta mañana el maldito viejo nos vio, quizás aparezca esta noche a cobrarnos la renta. Llevamos cinco días de retraso—. Encendiendo un cigarrillo.

—¡Que rico es el aire de la mañana! ¿No crees? —. Dijo Arthur con cierta risa, viendo el humo del cigarrillo.

—¡Que rico se ven los cachitos! ¿No crees? —. Respondió, tras aspirar un poco de nicotina.

De pronto Arthur, paro en seco. Viendo directo a una de las mesas de la vereda.

—¿Qué sucede? ¿Compraras un cachito? —. Pregunto Joey riéndose.

Los Alquímicos: INICIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora