(Cap.1 - Parte V)

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El sol brillaba inmensamente con el cielo despejado. Samanta se despertó no solo por la luz de la mañana que atravesaba por la ventana, si no por el olor a vainilla que impregnaba su respiración.

—¡Que rico huele! —. Dijo Samantha, frotándose los ojos. Se inclinó a un lado de la cama, solo estaba ella acostada. En ese momento tocaron la puerta con mucha sutileza.

—Adelante—. Afirmo Samantha tomando asiento en su cómoda cama.

Nataly entro, llevaba puesto encima un delantal lleno de harina y huevo, enseguida paso Roger vestido igual, caminaba pausadamente ya que el delantal lo llevaba arrastrado de lo grande que le quedaba, traía en sus manos una bandeja con un plato de galletas, un vaso de leche y un tazón de frutas.

—¡Buenos días!—. Comento Roger, dejando aquella bandeja en la mesita de noche.

—¡Que adorable! Gracias cariño. No me esperaba esto, muy lindo detalle—. Dijo Samantha satisfecha y con afecto.

—Roger, nos está enseñando hacer galletas—. Aclaro Nataly.

Samantha comenzó a reírse de lo chistoso que se veía Roger, tomo una de las galletas, tras un bocado se deleitó.

—Mmmm. Están buenas.... ¿Dónde aprendiste hacer galletas? —. Pregunto Samantha con la boca llena.

—Aprendí en el orfanato—. Respondió Roger, sacudiéndose el delantal.

—¡Me tendrás que enseñar a mí también!—. Dijo ella, tras haber tomado un sorbo de leche. —¿Sabes hacer de chocolate?—. Pregunto.

—También—. Respondió el. —Iré a prepararlas, Susan espera por mí—. Continuo, alzándose el delantal y retirándose de la habitación.

—Quiso hacerte un regalo de bienvenida—. Comento Nataly sentándose a un lado de la cama.

—Es adorable—. Dijo Samantha con una pequeña sonrisa.

—Las veces que estoy con él a solas, me hace dudar. ¿Entiendes de lo que digo?—. Dijo sonrojada.

—¡Vaya! Eso no me lo esperaba. La verdad no sé qué decirte—. Tomando su tazón de frutas encogiéndose de hombros.

—¡Wuaoo! ¡Que buenos consejos das! —. Exclamo Nataly riéndose.

—Si te ve atractiva... pues, es un niño. En cualquier momento se le pasara.

—Me gusta saber que me iré contigo a Paris. Pero también quisiera ver crecer a Roger.

—Pensé que querías vivir y estudiar a Paris.

—Pues... Siempre me gustaron esas creencias de mi padre. Ser una alquimista.

—No puedo creer que tengas los mismos gustos que nuestro padre—. Dijo Samantha conmovida.

—¿Hay algún problema que me guste? —. Pregunto Nataly un poco incomoda.

—La verdad no... Si de verdad te apasiona. Y es lo que te gusta. Te apoyare—. Respondió Samantha —¿Aun te gustaría conocer la torre Eiffel? —. Continuo, tras dar su último bocado de frutas.

—¡Por supuesto! Y Venecia.

—Tengo un plan—. Aclaro Samantha, viendo el cielo azul a través de la ventana. 

—Esta mansión debió costarle una millonada—

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—Esta mansión debió costarle una millonada—. Dijo Gustave, sentado junto a Máximo en la terraza mientras desayunaban, acompañados de un platillo de galletas de vainillas.

—La verdad que si—. Respondió Máximo, un tanto pensativo sin nada más que añadir.

—Planeaba comprar una mansión igual que está en Paris. Solo que, las oportunidades nunca están a mi favor—. Tomando una de las galletas.

—¿Y qué te impidió hacerlo? —. Pregunto tras un sorbo de su taza de café.

—Que me negaran la solicitud de la Aviación Militar Astronómica. Es un trabajo complicado y difícil de obtener—. Respondió encogiéndose de hombros.

—He leído varios casos sobre esa agencia de gobierno.

—Es interesante lo que han descubierto ¿Verdad? —. Conmocionado.

—Puede que sea mentira, o puede que sea verdad—. Dijo Máximo, entre risas.

—Sigo sin entender, como es que una ciudad como Celsus, no haya querido participar en viajar al espacio.

—¡Quizás lo estén haciendo! Otra cosa es que, no quieren que sepamos—. Un poco disgustado.

—¿Interrumpo? Pregunto Samantha, apareciendo por detrás de Gustave.

—Buenos días cariño.... ¿te gustaron las galletas de tu hermano? — Pregunto Máximo.

—Estaban muy buenas—. Respondió ella.

—No quise despertarte mi mon amour, te querían dar una pequeña sorpresa—. Comento Gustave volteando la cabeza.

—Déjame un momento a solas con mi padre—. Dijo ella amablemente frunciendo el ceño.

—De acuerdo mon amour—. Respondió Gustave entendiendo la referencia y retirándose.

—¿Ocurre algo cariño?—. Pregunto Máximo con un rostro inquieto.

—Me preguntaba... ¿Por qué adoptaste a Roger?—. Dijo ella, tomando asiento.

—¡Ya sé a dónde va todo esto!—. Respondió Máximo entre dientes.

—¿Aun sigues con tu fanatismo de esas creencias filosofales? —Con su mirada penetrante.

—Entiende que, no volveré a cometer el mismo error.

—Espero que la inocencia de un niño, no sea otro engaño para tu avaricia. 

 

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Los Alquímicos: INICIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora