Capítulo 23. Final

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El viernes al medio día Louis ya tenía en su coche dos maletas preparadas, en la guantera un sobre con una nota para su amado y había dejado encargada a su madre de recoger a su hija del colegio esa tarde y que se la llevara el fin de semana.

Le encantaba viajar con los dos, obviamente su hija no le molestaba para nada y sabía más que de sobras que a Harry tampoco, pero iba a pedirle matrimonio y esperaba con fuerzas que dijese que sí y luego pudiesen tener un buen rato apasionado y no quería que su hija oyese nada de eso.

Estaba aparcado en la entrada del local de su novio, mira el reloj para fijarse en cuanto rato falta pero se da cuenta que ya es la hora de salida, la cafetería estaba cerrada ya, seguramente estaban limpiando y dejando ya todo listo para el próximo lunes, ya que por suerte la cosa iba tan bien que el rizado había decidido cerrar los fines de semana para así descansar él y también sus empleados.

Era una cosa que sin haberlo hablado mucho habían como pactado entre los dos: los fines de semana eran para estar juntos, no se trabajaba. Y de momento lo estaban llevando a cabo muy a gusto.

Mientras espera todavía apoyado en su coche que salga el rizado por esa puerta se pone a pensar, todavía no se creía la suerte que había tenido al conocer a su precioso novio, la gran suerte de que se hayan enamorado y puedan estar viviendo todo eso juntos, la suerte de como Harry había tratado a su hija desde el primer minuto que se conocieron. Se sentía el hombre más afortunado del mundo porque una persona como Harry Styles le amase.

La puerta de la cafetería se abre, salen los tres trabajadores hablando y riendo, Harry cierra la puerta con llave y baja la pesada persiana que protege la puerta de posibles intentos de robos. Cuando se da la vuelta y da dos pasos se da cuenta de su presencia.

Una sonrisa enorme le hace saber que está feliz de verlo ahí. Se despide de los otros dos y se aproxima a él.

- Amor, ¿qué haces aquí? - se dan un beso dulce en los labios y Louis posa sus manos en las caderas de su novio.

- Vengo a buscarte, te tengo una sorpresa. - las cejas del rizado se elevan con incertidumbre pero con alegría.

- ¿Y eso? No me has dicho nada cuando has venido a desayunar. ¿Me llevas a comer por ahí? -

- Se podría decir que sí. Sube al coche, ricitos. Que esto recién empieza. -

Los dos se suben con una sonrisa radiante. El mayor está feliz de verle así, sabe que adora las sorpresas y espera que esta sea inolvidable.

Llevaban unos 15 minutos en el coche, el tráfico de Londres en hora punta es horrible y avanzan muy lentamente. La música sonaba dentro del vehículo y el ambiente era alegre. La mano del mayor descansaba en la pierna del menor de forma cariñosa y el rizado iba acariciando su brazo de forma cariñosa.

- Nos estamos alejando del centro... ¿Dónde vamos a comer? Estoy cansado y muerto de hambre, no me hagas esperar mucho, Lou... - una pequeña risa sale del mayor.

- En la guantera tienes una pista. - Rápido el rizado coge un sobre de la guantera. Lo mira sin borrar la sonrisa de la cara y comienza a leerlo. Acto seguido mira al ojiazul.

- Es un menú... ¿Vamos a comer esto? Pero no pone el sitio. -

- Es que era un poco difícil saber el lugar exacto en el que estaremos cuando nos sirvan cada uno de los platos. - Harry le mira con desconcierto, no entendía de que hablaba el castaño.

Un cartel del aeropuerto llega hasta su vista, entonces el ojiverde parece encajar las palabras en su cabeza.

- ¿Vamos al aeropuerto? Pero... ¿Cómo? ... -

¿Qué me has hecho?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora