Traición

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Sesshomaru la recostó con delicadeza colocándose sobre ella, se miraron a los ojos desbordantes de deseo, los ojos de Rin brillaban y su respiración estaba agitada pero no había miedo en ella, ella sabía lo que hacía y lo ansiaba con todo su ser, ella lo volvió a atraer para continuar aquel beso, él acariciaba su piel como si creyera aquello no fuera real, la apretaba hacia él apreciando a la vez la suavidad de su piel, sus manos se deslizaron a la espalda para soltar el broche del sostén y liberar aquellas cumbres que quería reclamar como suyas, fué dejando besos por su mentón, bajando a su cuello, aquel aroma a frutas lo enceguecía, su aroma era la escencia más fragante que había olido nunca, su droga personal.

Sesshomaru llegó a sus pechos y los saboreó despacio, les dejaba pequeñas marcas de pasión y propiedad, siguió bajando por su abdomen saboreando su piel, causando corrientes eléctricas de pasión con su lengua, hasta sus pies para ir subiendo nuevamente a sus labios.

—¿Eres real?—preguntó él mirándola a los ojos.

—¿Y tú?

—Comprobemos eso juntos—se fundieron en un beso apasionado mientras él soltaba la correa de su pantalón para deshacerse de el y su bóxer, la última prenda de ella compartió su destino.

Ya completamente expuesto el uno al otro él la miró con atención, estaba seguro de que era la mujer más hermosa que había conocido, tanto por su físico como por su ser entero. Acarició su pierna derecha y la sujetó para que rodeará su cadera mientras rozaba su entrada, aún no entraba en ella y podía oírla gemir por aquellas caricias, era la melodía que quería oír el resto de su vida.

Ella enloquecía ante la fricción de sus partes, ante el roce de su piel, ante los besos que la quemaban, ante la mirada que la derretía, ella quería ser enteramente de él.

—Tómame—dijo sobre sus labios, él la volvió a besar y fue entrando en ella despacio, Rin se aferró a él con fuerza, su tamaño tenía mayor contraste debido a su estrechez, esto también lo notó Sesshomaru por lo que se detuvo.

—Te estoy lastimando.

—No te detengas—suplicó, el deseo y la exitación que sentía era mayor que el dolor.

—No quiero lastimarte—la mira con duda—Kirinmaru ha Sido el único con el que has estado ¿Cierto?—ella abrió los ojos y lo miró sorprendida para luego retirar la mirada sonrojada, él tomó su rostro para que lo mirara—No quiero lastimarte, si lo hubiera sabido…

—Sesshomaru, no quiero me tengas lástima, quiero me hagas el amor, quiero ser tuya—él sonrió.

—¿Sin importar nada?

—Puedo acostumbrarme a tí—él siguió entrando en ella, el golpe de exitación que esas palabras le provocaron lo hizo desearla más, ella quería ser suya, terminó de entrar con una estocada gruñendo de placer, sintiendo como ella clavaba sus uñas en su piel.

—Acostumbrate a mí, comenzaré cuando estés lista—dijo rozando sus labios, ella tenía las mejillas sonrojadas y la respiración agitada, cada segundo era más hermosa—he querido tenerte así desde hace tanto.

—He retrasado este momento hasta que no he podido más, ahora solo quiero ser tuya—él se apoderó de sus labios, la intensidad calentó sus cuerpos aún más—Sesshomaru—gimió su nombre cuando él besó su cuello, la saboreaba mientras turnaba aquellas caricias con ligeras mordidas dejando su firma en su piel. Ella enredaba sus finos dedos en su cabello atrayéndolo, sus caderas empezaron a moverse suavemente por el deseo, pidiendo más y él no la hizo esperar, empezó con movimientos suaves y profundos, que lo sintiera en toda su extensión y grosor por su estrechez pero así se estaba volviendo loco del deseo, se comenzaba a nublar y no quería ser rudo, la amaba, no quería lastimarla cuando al parecer su experiencia era casi nula, aumentó el ritmo arrancando fuertes y hermosos gemidos de ella, él movía sus caderas en forma de 8 aumentando la excitación de ella, entrando y saliendo en un viaven salvaje, ella buscó sus labios con desespero mientras no dejaba de gemir, él correspondió su beso y poco después ella soltó un grito liberándose de un fuerte orgasmo, Sesshomaru podía sentir como su miembro era apretado por las paredes internas de ella pero no sé detuvo, por el contrario aceleró su ritmo impidiendo que los gemidos cesaran.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora