Alguien Soy Yo

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Quince días estuvieron totalmente aislados, quince días en el que no existía nadie más que ellos, en los que se demostraron cuanto se amaban, en los que planearon una vida juntos, quince días en el medio de la nada ¿Donde estaban? ¿Que importaba? Solo importaba que estaban juntos.

Al volver se instalaron en una casa que Sesshomaru había comprado ya hace un año para ellos pero que no había habitado aún, estaba impecable ya que tenía su personal de mantenimiento, la casa estaba situada en la zona de Denenchofu, tenía un jardín amplio y era de dos pisos, se podía  suponer que el patio también era amplio, por supuesto era más amplio de lo Rin se esperaba, tenía un diseño entre europeo mezclado con japonés, era moderna pero con decoración tradicional minimalista.

Rin miró el lugar con admiración, alli formaría una familia con el hombre que amaba, allí vería a sus hijos crecer y a los de estos, casi podía oír sus risas retumbe por el lugar, seguro si había espacio.

—Hay 9 habitaciones y 10 baños, cada habitación tiene su propio baño para mayor privacidad—dijo cuando notó que la mirada de Rin era la misma de cuando estaba trabajando,cuando sacaba cuentas.

—¿No es mucho para nosotros?

—Ya nos encargaremos de llenarla—dijo tomándola desde la espalda por la cintura rodeándola y apoyando su barbilla sobre su hombro derecho.

—¿Quieres siete hijos?—rió.

—Contigo todos—ella volvió a reír—No tenemos problemas financieros así que eso es lo de menos.

—¿Acaso tengo cara de coneja?

—La más dulce y hermosa de las conejitas—ella solo reía, se sentía tan dichosa estando así con su ahora esposo—hablando en serio ¿Segura que no deseas más días lejos de todos?—ella negó con la cabeza.

—Tenemos mucho trabajo además al finalizar el día volveré a estar contigo, amaneceré a tu lado cada mañana ¿Que me puede hacer más feliz que eso?

—Pides muy poco.

—La vida me ha dado mucho ¿Que más puedo pedir si ya todo lo tengo?—él se aferró más a ella,  amaba su humildad, su sencillez, definitivamente no había mujer más espléndida que ella y era desde hace 15 días su esposa.

—Puedes pedirme el mundo y lo pondría a tus pies.

—Ya me haz dado el mundo que quiero, mi mundo eres tú Sesshomaru—él tomó su mejilla con delicadeza y la hizo girar la cara para poder besarla.

—Me haz enseñado tantas cosas Rin—dijo apenas separándose de sus labios—¿Como puedes ser real?

—¿Que puedo haberte enseñado?—sonrió—a mi era la que me daban clases sobre tí y tú forma de trabajar, siempre fuiste mi ejemplo a seguir.

—Tonterías, soy un pésimo ejemplo, en cambio tú me haz enseñado a ser una mejor persona, si supieras todo lo que he cambiado conociéndote, mucho es pensando en que te haría feliz a tí ¿Que harías tú? Siempre ayudarías a otros, a los que más lo necesiten.

—Eras una persona gentil y generosa antes de conocerme—él sonrió ligeramente.

—No lo era, era la peor basura que podías haber conocido.

—¿Y que hay de tu relación con Kirinmaru? Si no lo fueras nunca hubieras ayudado a aquel niño en el callejón ni fueran los hermanos que son ahora.

—Te recuerdo querida que me quedé con su chica—ella se sonrojó y él la hizo girarse para quedar frente a frente—acéptalo, eres la razón, la única razón de que yo cambiara.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora