Es El Fin

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Volver a aquel edificio de la mano de Sesshomaru la hacía sentir más segura, aún cuando le tenía terror a aquellos hombres sentía que nada le pasaría si estaba junto a Sesshomaru, él la protegería de todo.

Sesshomaru tomó con mayor firmeza la mano de Rin, sabía lo difícil que aquello era para ella,  intentaron violarla, la habían humillado y despedido, la intentaron atacar en su casa hasta lograrlo, casi fue asesinada y les habían arrebatado su hijo nonato, esos bastardos tendrían su merecido, de eso se habían encargado sus abogados, los podrían donde nunca más podrían lastimarla, los empresarios, Koga y Magatsuhi, cada uno de ellos la pagarían.

Subieron al ascensor con sus abogados que parecían un grupo de guardaespaldas rodeándolos, sí, eran los que los protegería con la ley de su parte, o como en ocasiones le decía Kirinmaru, eran quienes evitaban que  Sesshomaru ya hubiera asesinado a cada uno de ellos con sus manos.

Las puertas se abrieron y él frunció el ceño al ver a Kikyo allí, no la había vuelto a ver en todo ese año, luego que Rin se fue ella lo buscó pero nunca aceptó sus visitas ni sus llamadas, prohibió a todos hasta si quiera nombrarla ¿Cómo olvidó que ella debía estar allí también?

Entonces Rin soltó su mano y fue con ella para sorpresa de casi todos, menos podían creer que se unían en un cálido abrazo, ambas sonreían como en los viejos tiempos, como si nada hubiera pasado en todo ese tiempo.

—Eso joven Sesshomaru—le dijo su abogado—es lo que sucede cuando la gente oye a sus abogados.

—¿De que hablas Makoto?

—Dialogando se arreglan los problemas, desde el más pequeño al más grande—Sesshomaru lo mira y luego a las mujeres ¿Makoto había causado todo eso? Gracias a él Rin se había reconciliado con Kikyo y con él, definitivamente sus honorarios no solo eran justos para lo excelente abogado que era, se merecía un buen bono.

—Ayer te reuniste con Rin.

—Sí, estaba muy decidida a irse nuevamente al culminar el dictamen de sentencia pero hoy al parecer está de muy buen humor.

—Makoto, eres un excelente abogado.

—Al parecer lloverá—le sonríe el viejo al recibir un halago que nunca creyó oír de él—¿Entramos?

Camino a dónde se encontraba Rin no pudo evitar notar que estaba justo en el lugar donde hace un año él estuvo con Kikyo cuando se dejó convencer de aquel trato, gracias a eso él tuvo lo que hacía falta para hundir a aquellos desgraciados pero al costo no de un beso sino al costo de casi perder a Rin para siempre y él estaba seguro que Kikyo sabía perfectamente lo que hacía.

—Rin—la llama y ella voltea para ver a Sesshomaru con su cara más sepulcral.

—Sesshomaru, a ver si puedes adivinar ¿Tendré un sobrino o una sobrina?—él tensó la mandíbula.

—Debemos entrar.

—Supongo—se le borró la sonrisa y suspiró antes de mirar a Kikyo—hablaremos luego.

—Taisho—Sesshomaru volteó ante la voz  que se acercaba a sus espaldas—hace mucho no te veía.

—¿Y para que debíamos vernos?—pregunta este frunciendo el ceño, Naraku Hitomi seguía siendo su más grande rival a nivel empresarial y en lo personal no podía pasarlo ni con agua.

—Ya conoces a mi esposa—Naraku se acerca a Kikyo y la toma por la espalda rodeando su cintura para tocar su vientre.

—Y al parecer ustedes a mi prometida—ante esto Naraku sonríe de lado y a Kikyo se le ilumina el rostro, de verdad estaba feliz de aquella noticia.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora