¿Amigos o Enemigo?

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Kirinmaru estaba sentado en su oficina, no miraba su computadora, no miraba la pila de documentos que debía revisar, no contestaba las 32 llamadas perdidas de Rin ni sus 58 mensajes, ni siquiera los había abiertos, debía suponer lo que decían, ella ya debía saber que él lo sabía, ya ella debía saber lo que sentía y ninguna llamada o mensaje calmaría su dolor, ninguno la justificaría, ninguno lo haría sonreír como sonreía cada vez que veía su nombre reflejado en la pantalla, ahora cada letra causaba dolor, dolor como si fuera una herida mortal… No, mucho peor xq una herida mortal te da el consuelo de que al morir parará el dolor, esta herida solo te asegura que sufrirás cada día más el resto de tu vida.

La amaba, aún la ama y el hecho de que fuera con su amigo, con su mejor amigo, con Sesshomaru Taisho, le causaba un especial dolor ¿Xq? Xq nunca espero que la puñalada viniera de él. Cerró los ojos y suspiró con pesadez y melancolía, cada palabra dicha por Sesshomaru para Rin, cada mirada, cada gesto, llegaron a él como cientos de afilados cuchillos ¿Cómo pudo ignorarlos? ¿Cómo pudo creer que él jugaba con aquello?

Recordaba como lo conoció, aquella tarde recién llegado a la ciudad, estaba siendo severamente golpeado por asaltantes, su uniforme estaba deshecho, sangraba copiosamente, le habían roto el labio y la nariz, tenía golpes en cada parte de su frágil cuerpo, sí, al pequeño Kirinmaru de solo 11 años lo estaban golpeando hasta casi matarlo, solo por no querer entregar un maldixo teléfono. Entonces casi inconsciente oyó a alguien acercarse, no fue el único en oírla, los que lo golpeaban pararon por un momento permitiendo un ligero respiro al chico en el suelo.

—Oye niño, será mejor que te vayas si no quieres correr su suerte—se rió uno de los asaltantes, debía tener 18 o 20 años.

—Oye kurusei, creo que ese si es el chico—dice dándole un codazo a su compañero.

—Pues es el uniforme y tiene ojos claros, si no es el también lo agarramos de saco de pelea—dijo el tercero y rieron, Kirinmaru intentó incorporarse un poco apoyándose en sus brazos pero solo recibió una patada que lo hizo caer nuevamente, pero al ver que irían tras aquel niño que ni siquiera parecía conciente del peligro volvió a intentar ponerse de pié

—Huye—dijo débilmente—Huye de aquí—el joven peliplata lo miró con atención, sus ojos dorados no reflejaban miedo ni curiosidad infantil, eran la mirada de un ser frío, ni si quiera la de un adulto, un adulto también se fuera de allí, un adulto también reconocería el peligro que corría por quedarse.

—¿Ustedes han hecho esto?—preguntó con la voz más hermética que ninguno había escuchado.

—¿Y que si hemos Sido nosotros?—vuelven a reír ante la pregunta obvia del niño—¿Quien nos detendrá? ¿Tú?—él niño dejó caer el maletín a un lado de sus pies—Muy bien, ahora patea el maletín para acá y podrás irte—Sesshomaru miró nuevamente al chico herido y luego a sus atacantes.

—Él se vendrá conmigo—dijo en voz firme, aquello era una orden y a esos rufianes no les gustó.

—¿Quien te crees para hablarnos así?—El niño dió un paso adelante.

—Sesshomaru Taisho—kirinmaru ve al niño con sorpresa al igual que los delincuentes, conocían ese nombre ¿Quien en Japón no sabía el nombre del heredero de los Taisho y Yanai? Kirinmaru lo supo hace poco, pero lo sabía ahora.

—Entonces si eras el chico que esperábamos—las sonrisas sucias y retorcidas se asentaron en ellos.

—Es solo un chiquillo ¿Que edad tiene? ¿10? ¿8?—uno de ellos se traqueteo los dedos como preparándose para atacar.

—Tiene 10.000.000.000 en su cuenta, eso es lo que tiene, sus padres pagarán lo que sea por él.

Sesshomaru nuevamente veía al chico herido que luchaba por ponerse de pié de manera silenciosa aunque su expresión denotaba dolor, y le dolía, uno de sus brazos estaba roto, talvez alguna costilla también, además de su cara, ambos se miraban a los ojos, Kirinmaru le suplicaba que huyera, Sesshomaru no lo haría.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora