Entreabrió los ojos. Había algo raro, algo que no sabía qué era, o más bien era la ausencia de algo lo que la despertó. Sentía un poco de frío y le dolía la espalda. Una luz extraña le daba en la cara y se quejó, y apretó los párpados para seguir durmiendo. Estaba incómoda, sentada, y por eso le dolía la espalda, pero no le importaba mucho porque quería dormir y quería que esa luz dejara de entrometerse. Entendió que lo que le faltaba era el movimiento y el ruido. Había otros ruidos, pero ya mucho no le importaba porque estaba quedándose dormida otra vez. Enterró la nariz en lo que sea que la abrigaba, y reconoció enseguida un aroma.
-Ey, bonita.
Abrió de golpe los ojos, sin entender muy bien lo que estaba sucediendo. Lionel le sonreía con ternura mientras la cubría más con su campera, y ella entendió, al fin, que no estaba en un sueño, sino que acababa de despertar en una realidad distinta pero mucho mejor que la de siempre.
Estaban en el auto, detenidos, y la luz que la molestaba era la de una estación de servicio rodeada de camiones. Afuera era completamente de noche.
Se incorporó, mirando a todas partes. Se rascó la cabeza, todavía sin despertarse del todo.
-¿Qué...dónde...? Ay no me digas que me dormí, qué vergüenza -se agarró la cara, tratando de despabilarse.
Lionel encendió la calefacción, riendo.
-¿Pero por qué vergüenza?
-Porque seguro que roncaba. ¿Dónde estamos, ya llegamos?
-Estabas cansada, es lógico que te duermas si la ruta es aburrida. Y no, no llegamos, estamos a mitad de camino pero me muero de hambre y vos también porque la panza te hacía ruido.
-¡Me jodés! -lo miró, sintiéndose peor que antes-. ¡Ay no, qué vergüenza!
Él volvió a reír, Gloria mientras tanto se sentía mortificada. Era pésima en ser una chica...digamos...¿deseable? O al menos aceptable para un hombre. Encima de fea y aburrida, y bastante loca y bruta, no sabía viajar sin dormirse como un caballo y, ahora que lo notaba, sin babearse, y además su estómago hacía un ruido infernal como si llevara días sin comer.
Agarró la campera para cubrirse más la cara, tratando de ocultar que se sentía bastante mal, y una voz interna y muy irritante le gritó que ella no servía para esto.
-Gloria.
La voz de Lionel y su cercanía, mirándola con preocupación mientras tomaba su mejilla con la palma de su mano la hicieron salir de la tormenta de sus pensamientos.
-Pe...perdón. Soy un desastre.
Él frunció el ceño, sin apartarse.
-¿Por qué decís eso? No pasa nada, sos una persona normal, todo el mundo tiene sueño y hambre.
-Sí, pero...
No tenía argumentos para discutir su postura ni para explicar lo que le estaba pasando. Quería ser perfecta, así de repente, perfecta para él. Nunca le interesó serlo, sabía que jamás lograría ser nada mejor de lo que ya era, pero ahora se sentía triste y atormentada por no ser otra persona.
O tal vez sólo estaba cansada y con sueño y hambre.
Tragó saliva, miró por la ventanilla.
-¿Dónde estamos? -desvió el tema, contemplando la noche cargada de camiones que estacionaban a su alrededor.
-San Pedro. Está un poco pesado el tránsito -Lionel se pasó las manos por la cara, tratando de quitarse el cansancio-. ¿Vamos a comer?
Ella lo miró preocupada. Tenía miedo.
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Amor y Gloria
Roman d'amourGloria, una chica muy trabajadora, consigue un puesto como empleada de limpieza en la AFA y allí conoce al nuevo DT de la Selección, Lionel Scaloni.