Capitulo 48: Eros y Psique

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"Algo malo va a pasar"

La vida y la mala suerte la acostumbraron a que lo bueno dura poco.

En la cabeza todavía tenía la clase de literatura de la tarde anterior. Habían leído unos mitos griegos que descubrió fascinantes como una telenovela, tanto que cuando la profesora les pidió inventar uno, le puso todos los condimentos para que fuera lo más dramático posible y se ganó el aplauso general y un hermoso 10.

Por un rato se sintió capaz y hasta inteligente, y vislumbró en un horizonte muy cercano al día de su ansiado egreso de la secundaria.

Pero una simple frasecita en un texto de la fotocopia le hizo replantearse todo. Ni recordaba las palabras exactas pero sí la idea: a los dioses no les gustaba cuando los humanos tenían mucha buena suerte, y enviaban algo malo para equilibrar las cosas. Por eso los griegos desconfiaban de la felicidad plena, porque significaba que algo malo estaba por suceder.

Y teniendo en cuenta su curriculum, podía hasta sentir en el cuerpo que algo malo estaba por pasar, porque era fatalista pero también realista. Porque era mucha buena suerte y una felicidad plena levantarse y encontrarse en su nueva y linda cocina a Lionel, preparando el desayuno y saludándola con una sonrisa somnolienta, en una escena tan cotidiana y simple como tantas veces deseó vivir y que ahora era parte de su rutina diaria.

-Buen día bonita, ¿dormiste bien? Acá hay galletitas -le mostró un platito con unas cuantas galletas dulces y saladas, y después lo dejó sobre la mesa y le dio un beso corto antes de seguir echándole yerba al mate-. Che despertate, estás media zombie hoy.

Se rió solamente para seguirle la gracia, pero su propia risa le hizo doler la cabeza. Llevaba unos cuantos días resfriada pero ya se estaba curando, aunque esa mañana le dolía todo el cuerpo otra vez.

Se sentó despacio frente a la mesa, nada más viéndolo de espaldas mientras preparaba todo y hablaba de algo, moviéndose con una energía matutina que sólo conoció en él. Agarraba las cosas, las dejaba, se secaba las manos, sacudía el mate, todo hablando de manera alegre mientras masticaba una tostada con mermelada, ensuciando su buzo negro en el proceso y sin importarle nada.

A veces Gloria tenía miedo, y esa era una de esas veces. Miedo a que todo se acabara y volviera a ser como antes, miedo a abrir los ojos y descubrir que vivió un hermoso sueño y que nada fue real. Ese miedo le cortaba la respiración. ¿Qué podía pasar si un día él se aburría, si se daba cuenta que ella no era su verdadero amor, si de pronto empezaban a llevarse tan mal hasta odiarse?

Sintió frío, tanto como si todas las puertas y ventanas se hubieran abierto de golpe dejando pasar al helado viento de ese día.

-Y entonces Walter me dijo: ¿por qué te cortás el pelo vos que tenés? Y yo le dije que no se meta porque él es pelado. Y bueno, nos peleamos, pero todo bien porque siempre es...Ey, ¿me estás escuchando?

-Uh sí re mal che -agarró el mate que él le ofrecía, sorbió con fuerza.

-No me escuchaste nada, Walter se metió con mi pelo.

Volvió a reírse por compromiso, no había escuchado una palabra pero le resultaba chistoso que le comentaba eso como un nene acusando a otro con la maestra.

Su risa no lo convenció.

-Gloria, ¿pasó algo? ¿Estás enojada conmigo? Porque si es porque llené todo el baño de barro eso se soluciona limpiando y ya pasé el trapo. Bueno, más o menos. ¡Pero menos sucio está!

Ni tenía idea sobre qué hablaba y aunque recién se estaba enterando del baño convertido en un chiquero, negó despacio y contempló la yerba húmeda del mate. Seguía sintiendo ese frío en el cuerpo que no era producto de su gripe sino de un mal presentimiento, y seguía viendo las palabras en la fotocopia. Y aunque no era griega ni creía en sus dioses, igual sentía temor.

Amor y GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora