Capitulo 36: Coraje

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"Tiene un tatuaje"

Estiró un dedo índice con mucha lentitud y contuvo la respiración para hacer el mínimo de ruido. Tocó el espacio de piel, apoyando apenas un milímetro y se separó rápidamente como si se hubiera quemado con una llama encendida.

"Tiene un tatuaje re rancio"

El mero pensamiento la hizo fruncir los labios para acallar la risa que quería escapar de su garganta. Se quedó quieta lo más que pudo, mientras dilucidaba de qué se trataba ese tatuaje que sólo parecía una mancha borrosa de tinta.

Llevaba mucho rato mirándolo. La luz del sol que apareció anunciando un nuevo día sin lluvias la había despertado, junto con la costumbre obligada de saltar de la cama muy temprano para trabajar. Pero si hubiera querido saltar aquello resultaría imposible, porque en cuanto registró el sol también registró que estaba prisionera de un pesado brazo apoyado en su cintura que la mantenía fija en su lugar. Así que con suma delicadeza retiró aquel brazo no sin antes dejarle un suave beso en cada dedo de la mano, y lo acomodó muy despacio junto a la cara enterrada en la almohada. Lionel dormía con una media sonrisa dibujada, boca abajo y despatarrado como si estuviera solo, dejándole apenas un mínimo de espacio en la cama.

Así que se incorporó para hacerle saber que, si continuarían compartiendo una cama en el futuro, más vale que le dejara más que unos pocos centímetros de colchón porque sino habría graves consecuencias. Su idea era molestarlo un poco, hacerle cosquillas o algo así hasta que despertara quejándose, pero se detuvo. Primero porque su mente adormilada se quedó colgada de un pensamiento: un futuro con él.

Y segundo, por la vista de él. Tuvo que tragar saliva cuando sintió reseca la boca ante el descubrimiento de lo hermoso que era. Ya lo sabía, como sabía de memoria cada una de sus expresiones, gestos y tonos de voz, pero esa mañana tenía algo especial, algo que ella nunca vio. Quizás era por esa luz perezosa del sol colándose por la ventana, o quizás era ella la distinta y ahora tenía otros ojos y otra capacidad para ver al hombre que amaba.

Lo cierto era que podía verle sólo la mitad del rostro porque la mullida almohada casi lo cubría pero todas las finas líneas estaban borradas por la relajación del sueño, las pestañitas parejitas y apoyadas sobre su mejilla, la boca entreabierta en una media sonrisa, la respiración tranquila, el pelo oscuro en ángulos locos y la creciente barba sombreando parte de su mandíbula.

Volvió a acostarse muy despacio y desde su lugar se mantuvo lo más quieta posible, solamente para contemplarlo en lo que parecieron ser horas a riesgo de que su actitud fuera la de una psicópata. Pero quería mirarlo, solamente eso, y recordar la noche anterior y cada beso y cada palabra que se dieron y asegurarse que sí tenía futuro con ese bello hombre que descansaba a su lado y que parecía estar absolutamente cómodo junto a ella.

Contuvo la respiración cuando lo vio inspirar de repente, frunciendo el ceño, lanzando un pequeño quejido para continuar durmiendo.

"Ay, es hermoso" pensó, y podía imaginarse que su cara en ese momento estaba rodeada de corazones. Sintió la tentación de acercarse y besarlo para saber si era real u otro de sus sueños lindos pero desoladores, pero se mantuvo en su reducido espacio, sólo mirando. Si era un sueño ya despertaría, en el mientras tanto lo disfrutarlo hasta que la alarma sonara.

"Te amo mucho". Las palabras las pronunció en su mente aunque las acompañó moviendo la boca. Eran nada en comparación de lo que realmente burbujeaba dentro de ella, y deseó saber otros idiomas que pudieran expresarlo mejor, aunque dudaba que alguien hubiera sentido lo mismo como para inventar alguna frase acorde.

Sólo ella, Gloria Gómez, podía saber lo que era querer así en carne viva, sin ninguna otra explicación más que el amor.

Volvió a incorporarse, primero apoyándose en un codo, después sentándose, todo en movimientos calculados para no perturbar la paz de ese rostro.

Amor y GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora