Dependencia y posteridad

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El tercer trimestre en un embarazo era un trayecto que podría tomarse desde diferentes puntos de vista a esa experiencia. Izuku no tenía mucho aporte positivo al tratarse en su caso de la 11va semana.

De acuerdo a la información, tendría una rápida gestación de doce semanas, poco a poco un nerviosismo en ansiedad le acompañaba al imaginar el momento de desenlace, no obstante, su mente tampoco apartaba de lo actual. Su cuerpo había cambiado para favorecer el estado de embarazo.

Parte de los rígidos músculos que fomentó en entrenamientos esfumaron en sus muslos carnosos, las caderas ensancharon, al igual que su pecho adquirió una tenue elevación que la doctora mencionó que era completamente normal, su cuerpo estaba adaptando para recibir el producto y criarlo.

Llegó a sufrir unas súbitas elevaciones de temperatura corporal a causa de que algo o mejor dicho alguien más estaba fomentándolo en su interior. El aumento de ganas de orinar debido a la presión en contra de la vejiga. En ocasiones la presión arterial llegó a bajar por la opresiva que sufrió ocasionalmente una de las venas principales que regresa la sangre al corazón. Sus manos, pies y tobillos sufrían esa retención de líquidos que hinchaban adjunto de unos cuantos calambres. Dolores de espalda que llegaban aumentar.

Vaya que era una dicha el embarazo.

Sus pezones a veces sufría una fuga de un líquido color amarillo que de no investigarlo previamente y saber que se trataba de calostro estaría en pánico.

Quería que por fin llegara el día de terminar esa etapa que nunca en su vida consideró sufrir. Hacer actividades y dietas no solo para sí, sino para cuidar a otra personita era un extenuante pendiente que debía tener todo el tiempo.

Se encontraba sentado en el sofá principal con la televisión encendida dando hazañas de héroes en las últimas noticias, entre ellos algunas menciones relevantes que le hacían girar de reojo a prestar mayor atención. Como la dupla de rescate de Froppy y Uravity tras la última inundación que sufrió una ciudad costera. Izuku sonrió con orgullo, retomó una lista en mano y con la otra jugueteaba ansioso oprimiendo el interruptor de la punta de un bolígrafo.

Hoy era la penúltima cita de control prenatal y su programación dependiendo de los criterios que le dieran. Dió un cansado suspiro en su soledad.

—Vamos, solo un poco más —animó para sí. Llevó una mano a su vientre palmeando. —Todos estamos ansiosos de conocerte...

Su voz pausó con un deje pensativo, aun no tenía claro el nombre que le pondrían al bebé, en su mano tenía una docena de nombres, varios de ellos remarcados, otros tachados e incluso otros cerrados con intensidad.

—Eso no importa por ahora, con que llegues sano me es suficiente —susurró indulgente acariciando su abdomen, segundos después dio un pequeño respingo al sentir un movimiento interno, quizás una patadita o se estaba re-posicionando en esa área segura y caliente que era dentro del vientre.

—¡Qué no es necesario! ¡Vete de aquí! —Reclamó una voz áspera provocando en Izuku girar de reojo a la puerta.

—Eso no lo decides tú, ahora abre —quejó otra voz más aguda pero igual de severa adjunto de un toque impaciente a la puerta.

Se escuchó una pequeña rabieta en maldiciones mientras la llave era incrustada en el seguro para abrirla, Katsuki acababa de llegar y antes de poder adentrar por su cuenta recibió una tosca palmada en su espalda para empujarlo, detrás de él invadió con impaciencia Mitsuki Bakugo.

—Izuku-kun, ¿cómo has estado? Mírate nomás, solo fueron un par de semanas que no te veía pero creció tan rápido —la voz agresiva previa en ella desapareció, ahora era un tono encantador y emocionado vislumbrado al peliverde.

Tengamos un hijo [BkDk MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora