16. Un paraguas amarillo.

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Nota de autora : para una mejor lectura, cuando aparezca este símbolo 🎧✨
recomiendo reproducir una vez, la canción :
Promise - Ben Howard.

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Dos pequeños piecitos se asomaban bajo una frazada color celeste cielo.
A Yong-Sun le gustaba cubrirse la cabeza en las mañanas para que la molesta luz del sol no le llegara directo a los ojos. Su cama estaba junto a la ventana así que siempre estaba despertándose temprano.

El ruido de la puerta al ser abierta lo hizo descubrirse y ante sí apareció la imagen de la enorme habitación infantil.

En total eran doce las camitas en las que dormían niños desde los cuatro a diez años. Las paredes estaban pintadas de un tranquilo color malva y todos sus compañeros llevaban pijamas de color gris. Todos a excepción de Sun.

El terapeuta del orfanato había descubierto hace un tiempo que si le dabas pijamas amarillas a ese tierno niño de mejillas grandes. Conseguía dormir mucho mejor y sus crisis se reducían considerablemente.

La cuidadora notó que era el único niño despierto y se acercó hasta su cama.

--- Buenos días, pollito madrugador.

--- Buenos días, tía Jisoo.

--- Es hora de levantarse. Hoy tienen revisión médica y el desayuno se ve espectacular.

--- ¿está rico?

--- Rico, rico ¿quieres ir a ver?

--- ¡sí!

--- Vamos entonces, bebé.

Tomó la mano del pequeño para ayudarlo a levantarse y habló en voz alta para despertar a los demás niños.
La mayoría se quejó hasta que ella nuevamente volvió a mencionar el desayuno con una enorme sonrisa.
Entonces tras ella se armó una pequeña fila de entusiasmados pequeños que hablaban y sobaban sus ojitos.

El amplio comedor los recibió una vez estuvieron aseados y cambiados.
Los niños más grandes ya estaban terminando de comer y cargaban sus bandejas hasta la ventanilla de la cocina.

Yong-Sun tomó asiento junto a su mejor amiga Haneul y observó las tostadas con mermelada con una mueca de desagrado.

El no era muy fan de la mermelada de fresa, había algo en ella que le desagradaba. Por suerte tía Jisoo tenía razón y esa mañana la variedad en las bandejas era notoria.
Huevos revueltos, panquecitos, ensalada de fruta, jugo de durazno y las dichosas tostadas. El día anterior se había acercado un grupo de señoras de apariencia fina, y les habían donado un montón de comida. Los próximos desayunos de la semana, seguramente serían igual de contundentes.

--- Haneul ¿quieres mi pan?

--- No, Sunnie. Come tú.

--- Pero no quiero --- soltó con un puchero.

Estaba prohibido dejar comida. Las porciones estaban contempladas para ser adecuadas a sus necesidades.

--- última vez.

Yong-Sun sonrió enormemente, ella siempre lo salvaba con la comida que no le gustaba.

Tenía las mejillas más rellenas que hubiera visto y era la persona más abrazable, y amable que podía existir.
Daba gracias por contar con una amiga como ella. Sobre todo porque no hablaba con más niños.

Sunnie no era alguien tímido. Pero ya habían sido demasiadas las crisis en las que había terminado asustando a sus compañeros. Por eso todos se alejaban y buscaban no molestarlo. Todos menos Haneul.

Our Sun (Minsung) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora