«LAS PALABRAS SON BUENAS PARA RESOLVER UN CONFLICTO, PERO A VECES, UN GOLPE CERTERO ES MÁS EFECTIVO».
Otro día transcurre aquí, en un pueblo desconocido al que llaman Colonia, ocultándome de los Oficiales del Parlamento. Unos nuevos Nazis de uniforme gris. Ellos no saben qué existo, pero si me encontraran, harían un festín conmigo. Está es mi situación actual, no puedo salir, estoy angustiada y asustada también, ¡ni siquiera tengo noción de la hora!, –clamo mi frustración a la silla que siempre está vacia.
Hoy más que nunca siento el encierro. Ya no me basta con abrir la ventana, siento que me ahogo, y la ansiedad hace mella en mis uñas carcomidas con maña. Hago el mismo ritual que los días anteriores:
Voy al baño, me cambio, ordeno la cama, preparo un té y sigo esperando. Si mal no saqué la cuenta, hoy es viernes veintiuno de agosto, ya han pasado más de 24 horas, y mis padres, seguro dieron aviso a la policía. Me imagino a mamá buscándome asustada por las casas de mis amigos... pero, ahora que pienso en esto, no recuerdo a ninguno en especial, ni siquiera un nombre, puede que sea otro bache amnésico.
Como sea, quizás mis padres me encuentren primero. ¿Y si estoy soñando recostada en una cama de hospital y todavía no despierto?, Ya se que pensaron en esa posibilidad, pero no, esto es tan real como el aroma que sale de mi taza en estos momentos.
El golpe seco en la puerta, y el ruido de las llaves me sacuden de la silla. Entra Sara con una sonrisa, al verla me alegro, hasta me levanto para ir a abrazarla, pero me detengo al instante cuando veo que no está sola.A su lado está ese muchacho, Kae. Y yo imaginé que me había librado por unos días de él.
—Buenos días, querida.–dice la mujer saludándome.
—Buen día, Sara.
—Hola extraña–me saluda él con intenciones de fastidiar.
—Hola, y sabes que mi nombre es Vides, ¿no?–contesto.Prefiero que me llame así, antes que me siga diciendo "extraña".
—Ah, se me olvidó por completo–responde levantando los hombros, dejando en claro que no le interesa ni como me llamo.
Sara se da cuenta de la incomodidad que existe entre nosotros, entonces me pide que la ayude a acomodar unas cosas que trajo. ¿Desde cuándo Sara me pide ayuda?, no lo sé, pero es diez veces mejor estar con ella, que verle la cara a ese chico, ¡me fastidia tan solo su presencia!
Mientras acomodamos la mercadería, le pregunto a ella por el doc:
—¿Y Adam?–pero es Kae quien contesta.
—Tu Doctorcito ya va a venir.No es lo que dice lo que me molesta, sino "cómo lo dice."
—No es sólo "mi Doctor", también es mi amigo–le respondo sin pensar.
—Da igual, "tu amigo", ya va a venir, ¿contenta?Abro la boca para discutir, ¡este chico logra sacar mi mal humor, casi de inmediato!
Sara, conciliadora, intercede:
—Querida, mira, te conseguí algunas cosas que te pueden servir–y me entrega un paquete de papel marrón.
Abro y lo primero que veo es un peine para el cabello, y un cepillo de dientes. Rompo más el papel y tomo una hebilla, un frasquito de vidrio, y demás cosas para la higiene personal.
—OH, Sara, gracias, no sé cómo devolverte el favor. Te prometo que cuando vengan por mí, te recompensaré.-luego de escuchar mis palabras, el chico me dirige una mirada hostil, y negando con la cabeza murmura, lo que seguro es un insulto.
Sara apenas se interesó en lo que le dije y sigue con su tarea. Quizás no entendió lo que quise decir, mejor para mí. Pero al cabo de unos minutos me contesta:
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ENTRE DOS REALIDADES <1° libro de la trilogía>
Ciencia FicciónNina es una joven de 17 años, que pone todos sus esfuerzos en salir adelante luego que la tragedia toque a su familia. Ella pretende que sus días transcurran sin sobresaltos y en monótona calma, lejos de la vida cotidiana de cualquier joven de los a...