Capítulo 23

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«CUANDO MENOS LO ESPERO, APARECE UN LUGAR, UN AROMA, UN SABOR QUE HACE DESPERTAR MIS SENTIDOS, Y TAMBIÉN MIS MIEDOS».

Caminamos hacia la entrada del porche donde nos están esperando. Kae se me acerca hablando al oído, y casi en un susurro me dice:

—Deja que yo hable, no digas nada. Ah, y no toques nada hasta que no te lo digan. Tampoco preguntes todo, y.
—Bueno, ¿quieres que no respire también?–protesto.

Él me mira de reojo frunciendo el ceño.

—Está bien, no diré nada–respondo, antes que mi oferta lo tiente.

—Ah, otra cosa. No me he olvidado que gané el juego.

Suspiro con resignación, yo tuve la culpa por abrir mi bocota.

—Está bien, cuál es mi prenda.
—No, déjame pensarlo bien–murmura, al tiempo que llegamos frente a ellos.
—Buenos días, Kae–saluda el hombre de bigotes y barba.

Tenía razón, es el hombre que prepara ese licor fuerte. La mujer que está a su lado debe de ser su señora y obvio que esa muchacha es su hija. ¡Claro!, es la familia que tiene el puesto de frutas y verduras.

—Buenos días, señor y señora Cavanellas, hola Cecé.
—¿Que, ahora andas de niñero?–pregunta la chica con cierto aire de reproche.

La observo de reojo, ¿tendrá mi edad?. Es más delgada que yo, y la piel pálida de su tez hace resaltar sus ojos de un café intenso. Unos rizos colorados y despeinados le asoman del sombrero de esterilla que le oculta parte del rostro ovalado y pecoso. Tampoco lleva puesto el uniforme. Creo que parte de su "aparente rebeldía" se lo copia de Kae. No diría que es bonita, pero hay algo en ella que la hace interesante.Tiene picardía y su sinceridad puede llegar a ser molesta. Además, por el tono de su comentario, lo conoce bien, porque acertó en su punto débil. Este la mira tozudo, pero no le contesta.

—Celina, compórtate–le regaña su padre.

Entonces ella baja la cabeza sonriendo, sabe que logró su cometido que era molestarlo.

—Celina tiene razón. Han llegado tarde–declara la mujer.

Miro con detenimiento a la señora de unos 40 años. Delgada, cuyos cabellos de un colorado opaco le enmarca un rostro también ovalado. Lleva el uniforme puesto y sus ojos son de un azul oscuro, no hay una mirada amistosa en ellos. Presiento que no le caigo en gracia que yo esté aquí.

Kae le responde y yo me sorprendo de su inesperada amabilidad:

—Perdone señora Margaret, no va a volver a pasar. Mi prima debía tomar su medicina.
—Entonces, no puede trabajar, se nota que es débil y
—¡Mujer!, ¿dónde están los modales de esta familia?. Buen día señorita, ¿cómo te llamas?–me pregunta el hombre con amabilidad.

Miro a Kae y este asiente con la cabeza.

—Me llamo Ni..., Vides, mi nombre es Vides.
—¿Y cuantos años tienes?
—Diecisiete, señor.
—Igual que nuestra hija. Te la presento, ella es Celina, y mi esposa se llama Margaret.
—Buenos días–saludo a ambas.

La mujer me mira con recelo y la chica no hace más que jugar con la pajilla que tiene en la boca.

—Debo irme, ahora–dice Kae de repente—Les aseguro que hará lo que le pida, y no dará problemas, ¿no es cierto, prima?

Me doy vuelta para mirarlo con desconcierto, y le pregunto:

—¿Cómo que te vas?
—Sí, tengo que encargarme de unos asuntos. Vendré cuando toque el mediodía.

ENTRE DOS REALIDADES <1° libro de la trilogía>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora