Capítulo 43

15 3 4
                                    

«CUANDO UN BESO ES UN RECURSO DESESPERADO».

La noche de tormenta dio paso a un día gris y nublado igual al de ayer. Abro los ojos, lo encuentro dormido plácidamente a pocos centímetros de mí.

Su cabello con reflejos dorados le caen por su frente y cubren parte de sus ojos. Escucho su respiración relajada, sus pestañas largas, su boca bien formada, sus brazos, sus manos, su torso, su piel blanca..., lo observo en cada detalle, y con una curiosidad incomprensible.

Amanezco con él compartiendo su cama, y a pesar de que lo conozco suficiente, todavía me sigue siendo un misterio. Lo sé, no debería comparar, me siento una ridícula haciéndolo, pero es inevitable. Adam es quien me contiene, me ayuda y me cuida, con él estoy bien. Pero con Kae me siento, me siento extraña, provoca en mí sensaciones dificiles de explicar y contradictorias al mismo tiempo.

Cuando estoy con él, siento que soy una versión mejorada de mí. Me desafía a ser fuerte, a defenderme, a enfrentar mis temores y a darlo todo.

Noto que en cualquier momento se despierta. Me daría mucha vergüenza si me descubre observándolo. Así que con prisa me doy vuelta dándole la espalda, pero el movimiento hizo que se me desabotonara la camisa, descubriendo parte de mi hombro. Si me acomodo, él se dará cuenta que estaba despierta, entonces me quedo quieta, luego cierro los ojos.

Él se despereza, después de  un breve suspiro siento el roce de sus dedos en mi hombro desnudo, cómo si estuviera probando tocarme sin que recibiera ninguna descarga eléctrica. Al comprobar que no
sucede nada, se atreve un poco más y parece que dibujara algo sobre mi piel mientras susurra:

"Mi chica".

El roce de sus dedos me genera un cosquilleo en la boca de mi estómago. Pero lo que me deja muy desconcertada son sus palabras. No por el hecho que le gusta llamarme "chica", eso ya no me enfada, me deja desconcertada ese "Mí", antes de "Chica".

La maldita ansiedad aparece para sabotear un momento agradable. Mi corazón se acelera, y disimulo moviéndome, para que piense que me estoy despertando recién. Como me lo esperaba, él retira su mano al instante y se levanta. Me quedo en la cama unos momentos más para seguir disimulando, y para tratar de entender que era esa ansia encantadora que sentí cuando me tocó.

¿Que estoy pensando?, no tengo lugar para esta clase de sentimientos, -me reprendo con enojo. Entonces me levanto, miro a mí alrededor, y al darme cuenta que no está, voy donde se encuentra tendida mi ropa. Con satisfacción compruebo que ya está seca. Deprisa, recojo todo para dirijirme al cuarto de baño.

Pero en el pasillo me encuentro con él. Ya cambiado, y con el rostro recién lavado.

—OH, ho-la–saludo sin mirarlo.

Me siento estúpida y avergonzada.

—Hola–contesta, dándose cuenta que algo me sucede, pero no dice nada.
—Voy a cambiarme–le señalo el baño.

Sus ojos claros tienen un brillo peculiar. Sus labios, apenas separados, exhalan lentamente el aire. Se acerca más a mí, ahora, solo un paso me separa de él. Luego estira su brazo derecho hacia mi rostro, sus dedos están por acariciar mi mejilla, después se inclina acercándose más. Yo trago saliva, me pongo en puntas de pie, e instintivamente cierro los ojos y levanto el rostro mojando mis labios.

Me va a besar, ¿Kae me va a besar?

—Ya está. Era una pluma del almohadon enredada en tu pelo.

Cierro la puerta del baño de un golpe. ¡Cerré los malditos ojos!. ¿Cómo pude ser tan idiota?. Ahora debe estar riéndose de mí. ¡Ay, cómo lo odio!, -mascullo con bronca.

ENTRE DOS REALIDADES <1° libro de la trilogía>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora