«CUANDO NOS PROPONEMOS ALGO, NO IMPORTA SI LA TAREA ES GRANDE O PEQUEÑA, LA CUESTIÓN ES DESAFIARNOS A NOSOTROS MISMOS».
La tarde sigue con el cielo gris nublado. La humedad se siente en el aire, el otoño taciturno está presente y los pocos árboles que han crecido en la Colonia, ahora muestran parte de su esqueleto débil y desgarbado. La brisa fría me pega en las mejillas, mis manos se congelan. Ya ha pasado casi una semana de la aventura que fue visitar la reserva, lanzar flechas a un árbol, y terminar comiendo conejo asado debajo del puente caído.
Aquel fue un día de lo más raro y divertido, -sobre todo, divertido. Hacía mucho que no me reía y disfrutaba con las peleas de los hermanos contando sus anécdotas. A pesar de la precipitada huida de allí, la reserva me sigue pareciendo un lugar seguro y mis deseos de volver se intensifican con el paso de los días. Lástima que no pude compartir "nuestra escapada" con Adam, tuve que esforzarme y mentirle descaradamente. Todo sea por mi deseo de querer llevarlo.
Si antes no se pasaban más las horas y los días, ahora no me alcanzan para hacer todo lo que me propongo. Todas las mañanas trabajo en la campiña, hasta el mediodía, luego me dirijo a la casa del viejo Perkins, no hay día que falte. Al principio eran dos o tres visitas a la semana, pero luego de escuchar una de las grabaciones que tenía en el cassette, llegué a la conclusión que ese viejo es la clave principal. Cuando Kae pudo escucharla, reconoció también la importancia que tiene Perkins en todo esto.
Pero hay otro motivo por el que voy todos los días al vagón de tren dónde vive el viejo. Ahí me espera "mi alumno". Todavía no sé como me metí en semejante tarea. La cuestión es que Kae consiguió un cuaderno y lápiz, hasta tengo una pizarra, y unas piedras blancas hechas de cal, que sirven de tizas. Solo nos faltaba un lugar tranquilo y sin interrupciones para empezar las clases.
En casa de Adam era obvio que no, Kae no quiere que se entere su hermano, cosa que me parece tonto, pero él tendrá sus razones. La campiña era otra opción, pero preferí descartar esta también, usando como pretexto que nos iban a interrumpir a cada rato, pero la verdadera causa era "Celina". Ahora que conozco sus sentimientos hacia Kae, trato de evitar cualquier mal interpretación, así que cuando estamos allí, me mantengo lo más alejada posible de él. Kae no comprende el porqué de mi alejamiento, quizás piense que me fastidia su presencia, lo que no es cierto.
De todos modos, qué le podría responder si me pregunta, que Celina está enamorada de él y está celosa de mí. No, mejor dejo las cosas así. Por tal motivo, no tuvimos otra opción que reunirnos en la casa del viejo. Nadie sospecha nada, al menos por ahora. Kae se va primero de la campiña, y después de media hora, me retiro yo.
Además, allí tenemos lo necesario; materiales, tranquilidad, y la compañía del viejo, que no resultó ser tan desagradable. Ahora que nos conocemos mejor, nos llevamos bien. A él tampoco le desagrado, creo que me tomó cariño, hasta me puso un mote, otro más a la lista. Me llama: "ardilla", porque según él, me la paso hurgando entre sus cosas, y desordenando todo.
Si reflexiono seriamente sobre esto, son demasiados nombres para una sola persona. Pero, paradójicamente, tengo algo de cada uno; soy Nina, pero también soy Vides, a veces siento que soy una chica tonta, la loca de la Colonia, y una ardilla buscando volver al bosque, a mi casa.
Bueno, en realidad, eso es todo lo que hago, "buscar". Sólo que no sé que, me imagino que una pista, un dato, algo... Antes, el viejo Perkins no me dejaba tocar nada, me miraba con desconfianza. Ahora revuelvo su taller a mi antojo, me lo gané a fuerza de chantajearlo con regalos todos los días.
Debo admitir que mi alumno aprende rápido. Al principio me quemaba la cabeza pensando cómo rayos enseñarle a una persona a leer y escribir. Apenas le habia enseñado a Jonas a hacer algunos dibujos, pero esto es distinto. Todavía no sé sus motivos reales, claro que tampoco me lo cuenta, pero, viniendo de él, una causa válida e importante tendrá. O sino cómo explico la paciencia que me tiene, sobre todo el haber dejado de lado su terrible orgullo.
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ENTRE DOS REALIDADES <1° libro de la trilogía>
Ciencia FicciónNina es una joven de 17 años, que pone todos sus esfuerzos en salir adelante luego que la tragedia toque a su familia. Ella pretende que sus días transcurran sin sobresaltos y en monótona calma, lejos de la vida cotidiana de cualquier joven de los a...