Omnisciente.
Capítulo nueve: "Ardientes emociones".
Sanji repasaba una y otra vez su conversación con Roronoa, ¿pero fue una conversación? Ponerse apodos, gritarse, mostrar quien mandaba, intentar iniciar una pelea, y todo para que no terminase en nada. ¿Eso es una conversación? No, para nada. Hubiese estado mejor contar un chiste.
Ni siquiera recordaba del todo cómo había terminado en esa situación. Ah, ya lo recordó. Él solo quería entregarle el desayuno a los nuevos inquilinos, una noble acción de su parte; aunque siempre lo hacía, cocinar para las personas, ver sus rostros alegres y satisfechos ante el gran sabor de la comida.
Pero en este caso, no todo salió como lo planeaba, pues al llegar a la habitación de aquellos muchachos, se halló con algo inusual; el menor de ambos saltaba sin control sobre la cama, posaba mientras se encontraba en el aire y al caer, hundía su rostro en las almohadas. Quedó inmóvil durante unos instantes, luego curveó sus labios, aquella situación le causó gracia.
Se acercó a la cama, dejó la canasta en el suelo y jaló las sábanas, cuando el chico cayó sobre el colchón, lo envolvió en estas, impidiéndole seguir saltando. El menor miró confundido al mayor, entre su diversión, no notó la llegada del rubio a la habitación. Sanji lo observó desde arriba, algo curioso por la gran energía del pelinegro tan temprano.
—Sí que tienes energía—. Luffy se veía algo gracioso envuelto en las sábanas, parecía un taco.
—El truco es encontrar la posición perfecta para dormir—. Contestó con una leve sonrisa.
—Ya veo. ¿Tienes hambre? Traje comida—. Levantó la canasta del suelo y la mostró al menor.
Para Luffy, escuchar la palabra comida, era más que suficiente para hacer a su estómago gruñir, sus labios babear y sus ojos brillar.
—Supongo que sí tienes— la expresión del otro, mostraba lo evidente. Le extendió unos cuantos onigiris al menor, y este empezó a comer.
—Hazlo lento, te puedes ahogar.—. Mientras veía a Luffy comer, recordó algo. —¿Dónde está el otro tipo?
—¿Te refieres a Zoro?— Cuestionó con la boca llena.
—Sí, el de pelo verde—. Dijo.
—Mmm, una chica de cabello naranja tocó la puerta y habló con él en la mañana. Luego se fue a un tal vivero—. Siguió comiendo.
—Cabello naranja... Mellorine~— Su personalidad salió a la luz, bailando ante el bello recuerdo de la hermosa dama de cabellos pelirrojos en su memoria. —¡¿Ella estuvo aquí?!— Su emoción era notable.
—Sí, pero se fue con Zoro después de hablar—. El blondo cambio su expresión a una más seria.
—Nami-swan está con ese tipo, ¡¿solos en el vivero?!— Exclamó exaltado. A su mente llegó una imagen del espadachín coqueteándole a la pelirroja seductoramente.
—Supongo—. Masticó el onigiri en su mano.
Sanji dejó unos cuantos onigiris al menor y cerró el canasto. Al intentar irse, Luffy tomó el brazo de Sanji y habló.
—Gracias por la comida, emmm—. No sabía el nombre del blondo.
—No hay de que. Soy Sanji—. Sonrió y corrió a la puerta lo más rápido que pudo. Sin embargo, volvió unos cuantos pasos y asomó su rostro por el marco de la puerta. —No saltes en la cama, te puedes quebrar algo. No eres de goma—.
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Ruleta rusa
Historical FictionLa vida es como una ruleta rusa, apuesta por el número correcto y ganarás; pero, apuesta por el número incorrecto y perderás. Sanji había apostado por el número incorrecto, y ahora, tendría que afrontar las consecuencias. Hasta que al parecer, su mu...