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Omnisciente.


Capítulo quince: "Luffy".


— ¡Chopper! —llamó el peli negro en un tono tembloroso y suplicante. Apretó los dientes al no tener pista alguna del paradero del médico.

— Luffy —la sutil voz de Nami sonó detrás del omega, haciéndolo voltear—, ¿qué ha...

— ¡Nami, necesito a Chopper ahora! —el rostro sudoroso, la agitación, los ansiosos movimientos y el tono elevado de su voz desconcertaron a la peli naranja.

— S-Salió hace algunas horas, dijo que volvería por la noche... —por instinto, la mujer dio un paso atrás mientras hablaba, algo le decía que era mejor apartarse del camino del menor.

Hubiese ido a buscar a Torao, pero él más que nadie sabía que el cirujano estaba de viaje en busca de medicamentos por orden del jefe. Se suponía que Chopper lo sustituiría, pero en el preciso momento en que lo necesitaban, había decidido salir.

Con una furia inexplicable, Luffy salió corriendo rumbo a la biblioteca. Si no estaba Chopper, ni Torao, la única opción disponible y razonable era la capaz Robin, quien siempre estaba ahí en esa biblioteca, leyendo y leyendo. Una persona un tanto misteriosa a los ojos de Zoro, aunque Luffy no notaba nada raro.

Al abrir la puerta de un empujón, el estruendo hizo eco por la biblioteca. A paso apresurado, el de sombrero de paja buscó la oficina de la alfa, encontrándola ahí, como siempre, leyendo.

— Oh, sombrero de paja, ¿qué te trae por aquí? —apartó el libro de su vista y soltó la pluma que sostenía.

—¡Robin es...!

— ¿Sanji? Sí, lo sé — tranquila, volvió la vista al libro ante la confundida expresión del contrario. —El espadachín salió de aquí hace unos minutos, se le notaba angustiado y sofocado de la nada y, por su relación con el joven Vinsmoke, supuse que él era la causa.

Luffy tomó aire para hablar pero otra vez fue silenciado por la mayor. — No te preocupes, Zoro es tu amigo de la infancia, ¿no? —con una sonrisa dejó el libro en el estante al lado de su escritorio y agarró su taza del té y otra más para su acompañante, sirviendo té caliente directo de la tetera en ambas tazas— Toma, también te noto muy agitado, ¿es el celo del cocinero lo que provocó esa reacción en ti?

Mientras tomaba aire, el omega se sentó en una silla frente a la mujer y bebió. Ni él ni la ojiazul se esperaron tal reacción. Luffy jamás tomaba té, sin embargo ahí estaba, empinándose la taza de porcelana hasta dejarla seca. Al terminar, los jadeos en busca de aire se escucharon por el silencioso lugar.

El omega cerró los ojos y respiró profundo, pero al hacer esto, un olor penetrante se coló por su nariz, dejándolo atónito.

— No creí que fueses a aceptar mi bondadosa ofrenda. Eso es algo que me gusta de ti, no te andas con rodeos —pausó un momento— Supongo que sí fue el celo de Sanji que te dejó agitado —. Luffy no comprendía la sonrisa de la bibliotecaria mientras lo observaba con mucha atención.

— Es interesante ver como tu cuerpo pide a gritos seguir con su curso de desarrollo natural. Es difícil desviar el agua de su cauce —cuando la mayor se acercó peligrosamente al menor, este quiso apartarse, aún sentado en la silla, mas cuando lo hizo cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza. 

Ruleta rusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora