Omnisciente.
Capítulo once: "Locura".
Al ver al omega menor totalmente dormido, Sanji acercó un banquillo y tomó asiento. Ahí, desde el otro lado de la camilla, suspiró, dejó al aire unas cuantas feromonas y relajó su cuerpo. Se sentía totalmente agotado, el ajetreo por el asunto de Percy lo estaba matando; papeleo por aquí, papeleo por allá, cartas y contratos que leer y firmar, las cargas de alimentos con destino a la bodega del restorán, pago de los empleados y ahora, el problema consigo mismo que empezaba a afrontar.
—Sé que estás agotado, por eso te pedí que descansaras—. Dijo Chopper al mayor. El médico sabía del estrés con el que el rubio cargaba, esos ataques que su cuerpo sentía no eran por mero gusto. También el estar alejado de su alfa, lo tenía de esa forma.
—No puedo, si le dejo todo el trabajo al viejo, no podría darle la cara de nuevo—. Sólo él entendía aquel sentimiento.
—Sabes muy bien que Zeff no se molestaría si te tomas un descanso. Ni siquiera has dormido, si sigues así, llegará el momento en el que no lo soportarás—. El castaño no podía ocultar su preocupación. Es un médico, su deber es mantener en el mejor estado posible a sus pacientes.
—Lo sé, pero también debo ayudar a Percy, está muy atareada con el asunto de los eventos. No la he visto desde la semana pasada, tampoco me ha escrito. Y el viejo no ha salido de la oficina; Robin-chan no ha dejado de llevarle documentos, ella debe estar igual de estresada—. Argumentó el rubio. Sería muy vago e irresponsable de su parte, no poner un granito de arena en las actividades y responsabilidades que conlleva el negocio de su padre. Sabía que ese restaurante era el sueño de ese viejo casi sin pierna, lucharía por mantenerlo de pie aunque fuese lo última que hiciera.
Chopper lo observó un tanto triste; Sanji era muy trabajador. Al igual que él, era alguien que no dejaría a otra persona por su cuenta. El beta conocía la importancia del restaurante tanto para Zeff como para Sanji, precisamente, esa era una de las razones por las que no le pareció mala idea pedirle a Zoro trabajar en el lugar en busca de una mano, de hecho, el espadachín ya empezaba a adaptarse y conocer a los demás.
El peliverde ya había convivido con Usopp, Nami, Zeff, e incluso con Law quien era algo duro de descifrar. Pero con Sanji, seguía sin desentrañar la actitud del mayor con el blondo. Lo único que podía notar, era la conducta un tanto incómoda de ambos al estar cerca; si Zoro realizaba alguna acción, Sanji observaba y no separaba la vista del peliverde por un buen rato. Por su parte, Zoro hacía algo similar, pues cada vez que Sanji se dignaba a hablarle o hablar con los demás, escuchaba atentamente, con la única diferencia que él no le dirigía la mirada. Se recostaba por algún lado, cerraba sus ojos e intentaba tomar una siesta.
Recordó las palabras del ojizarco momentos atrás. —¿No tenías algo que decirme?, Sanji.
El mencionado bajó el cigarro y miró al beta.—Tengo una duda sobre el tema de los destinados del que hablabas con el marimo.
—¿Eso? Pues, era una hipótesis, no es algo que afirme con toda certeza—. Comenzó el castaño. —¿Qué quieres saber?
Sanji pensó por un momento su pregunta; sin embargo, en su cabeza cupo una previsión de la respuesta del menor, lo que lo hizo llegar a una conclusión no deseada. Él buscaba respuestas, no problemas, si todo lo que experimentaba con el peliverde, eran los mismos sentimientos del omega pelinegro por alguien que lo hizo sentirse de tal manera tras haber encontrado a su "alfa destinado", pues no quería escuchar nada. Su bella alfa era Percy, con quien estaba comprometido y a quien amaba profundamente, no debería dudar del amor de la chica hacia él ni viceversa.
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Ruleta rusa
Historical FictionLa vida es como una ruleta rusa, apuesta por el número correcto y ganarás; pero, apuesta por el número incorrecto y perderás. Sanji había apostado por el número incorrecto, y ahora, tendría que afrontar las consecuencias. Hasta que al parecer, su mu...