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Omnisciente.


Capítulo dieciséis: "El aire está turbio".


ADVERTENCIA: CAPÍTULO CON MUCHOS ERRORES.


Una mirada llena de confusión y un ceño fruncido fue lo único que Chopper vio en Zoro al decirle aquello.

— ¿Ah? —musitó el alfa.

— Y-Yo acabo de volver, salí por la tarde y c-cuando regresé busqué a Luffy porque Nami mencionó que me había estado buscando. Fui a la biblioteca ya que no lo encontré en su habitación... ¡y no estaba! —tomó aire para seguir hablando pero fue interrumpido por el mayor.

— Tranquilo. Estás exagerando, sabes lo inquieto que es Luffy. Probablemente ande por ahí dando vueltas tratando de dis-

— ¡No, no! Te equivocas —espetó— ¡Robin tampoco está! Ya sabes lo que habíamos hablado hace días, quizás ella... —lágrimas empezaban a formarse en sus ojos. 

Asustando al menor con la expresión que se formó en su rostro, el peli verde se quedó quieto. En su mente ya no existía cordura alguna, pues con todas las piezas juntas, por fin visualizaba aquel enigma que tanto le corroía el pensamiento día y noche. Ya no tenía duda, Robin era...

—¡Z-Zoro...!

La hereje de Saint Theodore.

Al salir Zoro del trance en el que estaba metido, dirigió una mirada severa al menor y ambos comprendieron lo ignorantes que habían sido todo ese tiempo. No pudieron evitar que se formase un vacío en su estómago, impidiéndoles formular palabra alguna. El brusco sonido de la puerta de la cocina los hizo dar un respingo.

Sanji alcanzó a escuchar toda la conversación.

Tanto el castaño como el de los aretes supieron el porqué de la precipitada acción del blondo.

Si alguien, en algún momento, pudo haber descubierto el misterio encerrado en aquella peli negra mujer, era el gruñón jefe. Él, al igual que los demás, estaba consciente de la mala espina que provocaba estar cerca o convivir con Robin. Miles de quejas fueron presentadas en su escritorio desde que la contrató, a lo que no pudo fingir el ojo ciego.

Saliendo de la Casa Vieja, pertinente a los empleados, fueron corriendo cual bala hacia la prestigiosa casa donde se encontraba la mayoría del papeleo importante del negocio, utensilios, el gran salón de reuniones y la oficina principal del rubio mayor. Y en serio, en serio deseaban que todo fuese una falsa alarma, ojalá sólo estuviesen sobrepensando toda la situación, pero al abrir la puerta de madera dieron de cara con la realidad.

Un tornado parecía haber arrasado con todo el lugar. Nada parecía igual a cuando el espadachín entró ahí por primera vez, ni cuando volvió para hacer arreglos. 

Por lo apresurados que estaban no se molestaron en traer fósforos o velas, y como la noche caía sobre el cielo, era dificultoso observar su alrededor, por lo que entrecerraban los ojos al desplazarse por el lugar. Les extrañaba que incluso las velas desaparecieron de su sitio, por lo que ni aún con fósforos en mano hubiesen podido mejorar la situación. Pobre de ellos que no notaron que esto estaba hecho a propósito.

Ruleta rusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora