Capítulo 8

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Estaba de espaldas sobre el piso de aquella habitación. Se defendía de un ser de asombrosa fuerza y de ojos color carmesí que brillaban majestuosamente como rubíes. Sí, él mismo se recriminó por pensar esas tonterías cuando alguien lo estaba atacando con fuerza desmedida. Tenía a la criatura sujeta por los brazos tratando de quitársela de encima pues era evidente que quería morder su cuello.

- ¿Porchay? – preguntó Kim al poder apreciar mejor al individuo que lo atacó por sorpresa.

Sin embargo, el otro ser no respondió. Solo se dedicaba a gruñir, chirriar y bufar palabras que no eran comprensibles. Su fuerza era abrumadora y le estaba costando mucho detener el delgado, pero increíblemente fornido cuerpo que se cernía encima de él.

- ¿Qué demonios pretendes pedazo de imbécil? – le gritó Kim empujando lejos de su cuello el rostro de Porchay.

Pero Chay estaba fuera de sí, no respondía a sus preguntas y parecía no reaccionar con nada. Solo estaba atacándolo como si de una presa se tratase. Y Suppsit Theerapanyakul no era una presa, él era un depredador.

Sin pensarlo dos veces, acumuló toda su fuerza en sus manos y aventó por los aires a Chay que fue a estamparse directamente contra la puerta del baño rompiéndola en el acto. Kim se puso de pie tan rápido como su prodigiosa velocidad se lo permitió, dirigió su mirada hacía el nuevo vampiro y notó que éste tenía una sonrisa en el rostro y se incorporaba como si nada, era evidente que aquel golpe no le había afectado en lo absoluto.

- ¿Se puede saber que carajos estás haciendo? – cuestionó Kimhan con rigor.

Pero Porchay seguía sin dar una respuesta coherente, en cambio, entornó sus ojos rojos y se lanzó nuevamente en contra de Kim. Esta vez el vampiro mayor lo esperaba preparado. Las manos de ambos chocaron con brutal intensidad sacudiendo sus cuerpos en una vibración llena de poderío, causando que una ráfaga de aire sacudiera los escombros que estaban en el piso, ambos levantaron sus miradas al mismo tiempo y sin quitar la vista de los ojos del otro empezaron a gruñir.

Chay tenía la firme intención de morder el cuello de Kim, ese era su único objetivo y lo demostraba al exhibir con orgullo sus nuevos blanquecinos colmillos. El neófito necesitaba alimentarse, la sed que recorría su cuerpo lo estaba volviendo loco y por esa misma razón los pensamientos racionales se encontraban en lo más profundo de su mente. Chay solo sabía que quería sangre, específicamente la sangre de su creador. De Kim...

En contra de todo pronóstico, el menor logró derribar nuevamente a Kimhan y atacó el cuello de éste sin poder llegar a su objetivo pues las manos de Kim lo detuvieron justo a tiempo, apenas a centímetros de rozar su fría piel. Ahí en el piso se volvieron una masa de golpes, puñetazos y aventones, en donde visiblemente Chay poseía la ventaja de la fuerza y Kim la superioridad en velocidad.

El más joven fue aventado infinidad de veces contra la pared, los muebles, el suelo, las puertas y ventanas e inclusive el techo. Y ni aun así se le veía cansado o severamente lastimado.

-¡Contrólate! – gritó Kim pero Chay ignorándolo olímpicamente nuevamente se tiró encima de él.

Kimhan lo tomó de ambos brazos intentado saltar por encima de él y quebrarle los brazos, era evidente que ese chico iba con todo en contra de él por lo tanto, no tenía razón de ser condescendiente, no obstante la fuerza que tenía Chay era arrolladora y sin problema alguno lanzó a Kim contra la puerta principal de la alcoba. No se quebró, pero quedo severamente aboyada.

- ¿Está todo bien ahí dentro? – la tranquila voz de Korn se escuchó del otro lado de la puerta.

- Tu nuevo soldado se ha vuelto loco y quiere morderme – respondió Kim – claro que nada está bien aquí dentro –

Carmesí | KimChayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora