Capítulo 13

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Solo dos semanas habían pasado y si bien Chay había mejorado mucho en muchas y muy variadas habilidades, el poder controlarse cuando olía la sangre fresca le estaba costando muchísimo. No imaginaba que el contenerse de algo que parecía relativamente fácil iba a ser tan problemático para él.

La primera vez que Kim había accedido a llevarlo a cazar, había sido un completo desastre, y su mentor se había enojado muchísimo con él, fueron más de dos semanas de la terrible e inhumana "ley del hielo" por parte de Kim, que aunque se escuchara infantil e inmaduro, su indiferencia le dolía y mucho. Pero su enojo fue con justa razón, pues cuando se adentraron a lo más profundo del bosque para cazar linces, el buen olfato que caracterizaba en los vampiros le advirtió a Chay que había sangre mucho más apetitosa cerca del lugar.

Concretamente sangre humana. Específicamente de excursionistas que paseaban por el bosque en busca de una buena zona en donde acampar. Los ojos de Chay brillaron con agitación, el maldito olor lo estaba volviendo loco y no pudo evitar pasar lentamente su lengua por el labio superior en una clara señal de que le apetecía probar aquel festín. Tenía que probar al menos una gota, así que dedicó una mirada fugaz a Kim y emprendió una carrera directamente a donde estaban esos mortales.

- ¡Chay! – gritó Kim al verlo partir con dirección a los campistas.

Maldita la hora en la que esos mortales habían decidido ir ese día de excursión. No hacía un buen tiempo y no era recomendable realizar actividades al aire libre, por lo que pensó que nadie sería su suficientemente idiota o imprudente como para acudir al bosque con el mal tiempo encima. Se olvidó que estaba hablando de humanos y que los humanos suelen ser... temerarios.

- ¡Chay detente! – volvió a gritar Kim dándole alcance. El menor solo iba un par de pasos delante de él, pero no hacía caso, tenía la mirada fija en las presas - ¡Maldita sea, Chay, reacciona ya! –

Pero nada lograba sacarlo de su esmerada concentración. Se encontraban corriendo entre maleza, arbustos, tilos, álamos, sauces y demás vegetación típica de los bosques de Rumania. Ambos esquivaban con subliminal destreza todo lo que se atravesara a su paso. Bordeaban obstáculos, saltaban obstrucciones de la propia naturaleza, tomaban otro camino si era necesario, en fin, nada podía pararlos, ni siquiera los seis larguísimos kilómetros que los separaban de los mortales.

- ¡Detente Chay! – volvió a gritar Kim pero supo que sería imposible que lo hiciera por medio de palabras. Era la primera vez que olía sangre humana desde su transformación y era obvio que aquello lo volvería loco.

No quería hacerle daño, pero si las cosas empeoraban sin duda tendría que lastimarlo. Apresuró su paso cuando supo que estaban cerca y sin pensarlo dos veces se lanzó al cuerpo de Chay para atraparlo entre sus brazos y en un rápido movimiento giró con él en los aires cayendo de espaldas al piso con el cuerpo de Chay encima de él. Habían caído justo a unos pasos de los excursionistas que los miraron con asombro.

- ¿Ustedes...? – comenzó a decir uno.

- ¿Qué demonios están haciendo? – terminó de preguntar el otro al ver a Chay encima de Kim con la cabeza enterrada en el cuello.

- Nosotros... - empezó a decir Kim sin embargo un grito de dolor asustó a los campistas que se alejaron varios pasos de ellos.

Chay había aprovechado la distracción de Kim y en su ensimismamiento había encajado sus colmillos en el cuello de éste. Porchay estaba bebiendo su sangre como si fuera la última bebida que le estaba permitido beber, y lo peor es que lo estaba haciendo delante de mortales que no debían de conocer su existencia. El mayor maldijo mentalmente a Chay por meterlos en una situación así y por aprovecharse y beber su sangre sin su consentimiento.

Carmesí | KimChayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora