Capítulo 2

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El frío era lo mejor de aquel lugar, aunque a veces, el sol bañaba toda Inglaterra y creaba un calor sofocante. Pero está noche, todo lo que hay es sudor y alcohol. Ir de discoteca en discoteca se había hecho una tradición, una rutina, pero era la única forma en la que ella podría olvidar, al menos eso pensaba. Tras haber llegado a Inglaterra desgastada, destruida y rota, no le quedó más que trabajar y esforzarse, aunque a las dos semanas, se estaba reportando con sus padres, que también le ayudaron económicamente. Arabella daba todo de sí misma, por las mañanas y parte de la tarde estudiaba; lo que sobraba de la tarde, trabajaba (aunque no era mucho, su sueldo era sólo una pequeña ayuda, aunque con lo de sus padres le bastaba); y por las noches, de 7:30 a 9:00, era la hora de ejercitarse, aprendió que esa era una buena manera de sacar su dolor. A los cuatro días de haber llegado a Inglaterra, conoció a Chelsy en un bar, una hermosa lesbiana de su misma edad. Al instante de haberse conocido, fueron excelentes amigas, tanto, que ahora viven juntas y los gastos de la casa son compartidos. Chelsy no es la mejor amiga, ese puesto se le da sólo a una persona.

Arabella tras haberse graduado en Música, cosa que no fue fácil, buscó lo antes posible trabajo en una academia de música, dónde hoy en día trabaja con niños y adolescentes. Pero este día no es día de semana, es sábado y eso quiere decir fiesta. La música resuena por toda la discoteca, a todo volumen, hay cuerpos en movimiento y hay mucho sudor. Arabella no se a parado a bailar, yace en la barra con un lindo vestido negro y una copa en manos, tanta elegancia como ella emana, nadie. Si antes tenía un cuerpo promedio, hoy era de infierno, pues el ejercicio e ir al gimnasio, sí que daba sus frutos. Su melena rojiza se encuentra en una cola de caballo, mostrando su delicado cuello. Ella es el centro de miradas. Lleva la copa a sus delicados y rojizos labios, captando a un hombre al otro lado, que también la ve. El hombre se acerca a ella, pesando en poder jugar con ella, más no sabe que ella sabe jugar mejor.

-Hola, guapa.- Saluda el tipo, sentándose a la par de ella.

-Hola, señor.- Dice, fingiendo inocencia y respeto.

-¿Por qué tan sola?

-Así es la vida, querido.

-¿Quieres bailar? - Dice, ignorando su comentario.

-Claro.

Arabella deja su copa y se encamina con el hombre, quién ni siquiera sabe su nombre. Al llegar a la pista, empiezan a moverse juntos, Arabella mueve sus finas y hermosas caderas, seduciendo y volviendo loco al hombre. Las manos de Arabella vuelan, envuelve el cuello del hombre, que es muy guapo. Por la esquina del ojo, divisa a Chelsy que baila con una mujer, le da besos en el cuello. Arabella cierra sus ojos, pero lo único que ve, es a él... A James. Arabella no olvida cada momento con él, cada caricia, cada beso ni cada abrazo. Abre sus ojos. Ella solo a hecho el amor una vez. De ahí, todo es sexo. De pronto, Arabella tiene un cigarro entre sus dedos, de sus labios expulsa humo que se suma al de los demás para elevarse al cielo. Qué aburrido, piensa.

-Esto está muy aburrido, me voy.- Dice Arabella sin más preámbulos.

Se encamina, moviendo su sexy trasero que llama la atención de todos. El hombre con el que bailaba se queda boquiabierto al verla irse así sin más. Al llegar al estacionamiento, entra a su auto y le prende fuego a un porro de marihuana. Se deja llevar por la droga, relajando su cuerpo y tratando de olvidar. Todo empieza a moverse, Arabella se siente flotar y se apagan todos los sonidos, excepto el de las olas chocando contra las rocas. Nisiquiera hay un mar cerca. Saca una botella Jack Daniel's debajo del asiento y empieza a beber el whisky. Bien drogada y bajo efectos del alcohol. Los recuerdos pasan volando en su mente, momentos que pasó con él pero por la droga, quizás, no le ve a él. Arabella no suele cerrar sus ojos cuando está despierta, ya que siempre aparece él. Qué jodida maldición, piensa. Los colores se difuminan, se expanden y se contraen, la Luna se ve más grande de lo normal y las estrellas son lunares.

El tiempo pasó volando, Arabella sólo sintió que Chelsy la cargaba a puras penas y la mandaba a volar de un empujón al haciendo trasero. Chelsy manejó con cuidado, ya que ella había bebido unas pocas copas. Al llegar a casa, despertó a Arabella.

-Cabrona, despierta que ya llegamos.

-¿Mmmm? - Arabella a puras penas contesta.

Chelsy saca a Arabella a rastras del auto, y cómo puede, entran ambas al apartamento. La lanza sobre su cama y antes de irse, le da un leve apretón en el hombro y se va ella a su habitación. Arabella drogada, bajo efectos del alcohol, cae inconsciente, a un profundo y desgarrador sueño. Los sábados y domingos esa era la rutina, drogada para no recordar. El whisky se había convertido en su mejor amigo, pero no era una adicción, sabe controlarse, pero lo hace porque, simplemente, ella quiere. Puede pasar sin beber, pero según ella, es una excelente manera de no recordar aunque sea por un fin de semana. Arabella respeta mucho su trabajo, le costó conseguirlo, por lo que lo valora, jamás ha ido al trabajo ebria. Aunque quisiera, pero no lo hace. Su trabajo es muy aparte, además que trabaja dos horas con niños por la mañana y tres horas con adolescentes por la tarde, por lo que trabaja 5 horas al día, cosa que no es mucho y tiene una buena paga, ya que en la Academia que trabaja, es de gran prestigio. Eso sí, nadie de su trabajo sabía de su doble vida. Las situaciones las tenía muy aparte y había aprendido a no revolver las cosas. Trabajo es trabajo.

Whisky & RonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora