Capítulo 9

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El rock de Arctic Monkeys sonaba a todo volumen en la casa de Bella, mientras que está hace limpieza de allá para acá. No le importa si a Chelsy o a Aarón no les gusta la música, ella barre hasta que ve su celular prendido, seguramente es una llama pero no escucha por la música. Pausa la música y va por su móvil, «mamá», informa la pantalla. Bella pone los ojos en blanco y contesta la llamada.

-¿Hola?

-¡Bella! ¿Por qué no respondías el maldito teléfono?

La señora Smith se escucha muy enojada y afligida.

-¿Qué es lo que pasa? - Bella va directo al grano.

-Bella... Es tú padre...

-¿Mi papá? ¡¿Qué le pasó a papá?!

-Se cayó de las escaleras, por favor vente a casa, te necesito conmigo, tú padre te necesita...- La señora habla muy rápido y las lágrimas empiezan a brotar.

-Cl-claro... iré a empacar...- Cuelga.

Bella se deja caer en el sofá, con su corazón desbocado por dos cosas: 1. Por su padre y 2. Por regresar a ese lugar. Pues sus padres después de lo sucedido, decidieron mudarse justo a una casa de la de James. Qué jodida mierda, piensa. Bella tiene sus ojos muy abiertos, está realmente asustada con tan solo pensar que regresará...

¿Y si lo vuelvo a ver? ¿Y si sigue viviendo ahí? ¿Y si vuelvo a caer al verlo? ¿Y si tiene una nueva novia? ¿Y sí está casado? ¿Y si hasta ya tiene hijos?

Las preguntas atacan la cabeza de Bella y más miedo le entra. Bella está tensa, inmóvil, la respiración a penas llega a sus pulmones. Como un robot, Bella se levanta y da pasos monótonos, llega a su habitación y como si estuviese programada, empieza a meter tres camisas y cuatro pantalones en una maleta, ropa interior, zapatos cómodos y sus pertenencias personales: cepillo y pasta dental.

-No me estaré más de cinco días...

Toma la maleta, su chequera y su móvil, así como viste, en chándal y camiseta de deportes muy ajustada mostrando su fina cintura, zapatos de Deportes, sale corriendo de casa y se sube a su auto, directo al aeropuerto. El corazón casi se le sale por la boca mientras maneja. Bella maneja más rápido de lo debido, gracias a todos los dioses que no hay ningún policía para ponerle multa. Al llegar al aeropuerto, corre directamente al baño de mujeres, se encierra en un cubículo y vomita todo lo que su estómago posee. Las arcadas hacen su cuerpo sacudirse, su cabello lo toma y lo hace a un lado. Al terminar, deshace su vómito del inodoro y sale, saca su cepillo dental y se lava la boca. Se mira en el espejo, su mirada es aterrada y siente su pulso hasta en los dedos. Desde hace seis años que no se sentía así... la última ves que se sintió así fue en el aeropuerto de Estados Unidos, cuando viajaba para el país que está apunto de abandonar.

-No seas una cobarde.- Mira su reflejo en el espejo.- Algún día ibas a... a... a... verlo. ¡Superarlo, ya! Quizás está sea la oportunidad para dejarte ir completamente... Ja... J-James.

Hasta le cuesta pronunciar su nombre. Bella se arma de valor; un valor fingido, sale del baño de mujeres y camina por los pasillos del aeropuerto, llamando la atención de todos los hombres. Después de haber comprado su boleto y esperar a que su vuelo despegue, se duerme en el avión para calmar sus nervios.

· ° · ° ·

El avión a aterrizado en Estados Unidos, New York. Una ciudad llena de gente caminando, preocupada por sus cosas, de allá para acá, casi corriendo y empujando a la gente, mientras que Bella va en un taxi, con el corazón en la mano lista para lanzarlo por la ventana y que otro auto lo aplaste. La brisa era fresca y fría, eso le provocaba escalofríos a su cuerpo. Aunque no sabía si era producto de su imaginación. El taxi se detiene, Bella levanta la vista al ver que a una casa, se encuentra la casa de él. Su corazón golpea muy fuerte.

-Señorita, ¿Se encuentra usted bien?

No.- Sí.

Con piernas temblorosas, se baja del taxi sin antes pagarle. Mira al lado, esa bonita y enorme casa blanca, donde había días en los que pasaba ahí de noche y de día. No sabe cuánto tiempo pasa ahí parada viendo la casa. Pero la puerta se abre, Bella pega brinco por el susto y por más que quiera correr y esconderse, su cuerpo no responde, no se mueve, no actúa. Un hermoso niño de ojos verdes sale corriendo por esa puerta, donde ella muchas veces salió de la mano con él.

-Oh... por Dios... - Las lágrimas salen a montones sobre sus mejillas al ver a ese hermoso niño.- Es su hijo... Oh, Dios mío, oh Dios mío; oh, Dios mío.

El niño al verla llorando, frunce el ceño y se acerca a ella. Bella lo mira como si fuese una bomba por explotar.

-¿Por qué lloras? - Los pequeños ojos verdes se clavan en ella.

Bella no puede contestar, solo sale corriendo y entra de un portazo. Se limpia las mejillas, tratando de borrar el rastro de estas, pero la señora Smith ya las vio, corre hacia ella y la abraza muy fuertemente, pero luego se separan.

-¡Hija mía! ¿Qué pasa, amor? ¿Bell, qué pasa?

-Mamá... - Las lágrimas nuevamente decide hacerse presentes.- El niño... el niño de al... lado... mamá... él...

-¡Oh! Cariño... lo siento mucho, mi niña... pero debes aceptarlo, el siguió adelante... hazlo tú también, mi niña.

Bella empieza a llorar, sus lágrimas salen sin control sobre sus mejillas. Él siguió sin mi, creó una familia sin mí, piensa Bella entre lágrimas. La señora Smith la abraza, tratando de sostener los pedazos de su corazón, pero todos ya tocaron el suelo. Por alguna rara razón, la señora Smith decide mentirle a su hija. Bella aún no puede creerlo, ese niño debería ser su hijo, aunque los ojos del niño no son como los de James, pues los ojos de James son únicamente hermosos. ¡Pero eran de un verde parecido! La señora Smith abraza a su hija muy fuerte, sabe que lo que hizo estaba mal pero tenía que hacerlo, ella tenía que olvidarlo.

* * *

El señor Smith se encuentra acostado en la camilla, envuelto en una sábana blanca. Por ahora, se encuentra sedado pues, la caída hizo que se le durmieran todos los huesos de su espalda, literalmente. Había un 70% de probabilidades que el señor quedará inválido. Si no fuera por los sedantes, estaría llorando por el dolor. Bella le toma la mano, la lleva al aire y la besa, deseando que nada de eso hubiese pasado, que nada le haya hecho regresar a ese infierno. La piel la tenía un poco pálida, su respiración era normal pero Bella no podía dejar de comprobar si su pecho subía y bajaba. Bella se levanta y camina hacia la ventana, abajo hay un jardín y no hay mayor movimiento.

-Santa mierda, hasta este país arruinaste. - Dice las palabras al aire.- Solo espero que papá mejore rápido para irme lo antes posible de aquí...

Escucha a su padre toser, por lo que se gira y ve que el poco a poco, abre sus ojos y la mira con una leve sonrisa. Bella le devuelve la sonrisa, está muy feliz de verlo.

-Hola, papá.- Bella lo susurra y se sienta en la silla que está a la par de la camilla.

-Hola, mi pequeña Bell. Qué alegría verte por aquí.

-Sí, bueno.- Evita mirarle a los ojos.

-No me engañas, pequeña. Sé qué estar aquí no te hace nada bien. Y también sé qué es por él.

-No es eso, los hospitales huelen.

-No es el hospital, es el país y los recuerdos que han en el.

-Puede ser. No puedo estar aquí, sabiendo que él siguió sin mí y hasta formó una familia...

-¿He? ¿De qué ha...? - Frunce el ceño.

Pero no logra terminar la oración, una enferma entra y dice -: Disculpen, pero la hora de visitas ya terminó.

Whisky & RonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora