Capítulo 20

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Número desconocido: Hola, nena.

A: ¿Quién eres y por qué tienes mi número de móvil?

ND: Oye, tranquila, nena. Soy James.

A: ¿Cómo conseguiste mi número?

J: Fácil. Mientras estabas descuidada ayer, vi tu móvil sobre la mesa de cristal.

Ayer por la tarde se habían reunido y habían pasado viendo películas. Pasaban tiempo juntos como amigos.

A: ¿Tomaste mi móvil sin mí permiso?

J: Muy dentro de ti, me has dado el permiso, nena.

A: ¿Por qué me llamas «nena»? No te he dado el permiso.

Arabella se encuentra a la defensiva mientras estira sus pies sobre la cama y apaga la luz de noche.

J: Siempre serás «nena», nena.

A: Qué tonto. ¿Sí desde ayer tienes mi número, por qué me hablas hasta ahora?

J: ¿Estás queriendo reclamar el hecho de que no te hablé?

A: ¡No! Claro que no.

J: Claro que sí. Además, no quería parecer un acosador.

A: Eres un acosador. Me perseguiste por la carretera. Podría haber pensado que me ibas a matar y llamar a la policía.

J: No me habría importado. Además, como ya había comentado, eres buena en el volante. ¿Quién te enseñó?

James sonríe y trata de sacarle platica a la chica, sabe que debe esforzarse por ella e intentar. Lo único que ilumina la habitación es la pantalla del móvil.

A: Hubiera sido mejor haber llamado a la policía, ¿No? Y con el tiempo he mejorado mi manera de conducir.

J: Si lo hubieras hecho, tú tendrías que irme a visitar todos los domingos.

A: ¿Estás demente? Ni de coña entró a visitarte y menos a mi acosador.

Arabella reprime una sonrisa y por la ventana entra una brisa fría, por lo qué se frota los brazos.

J: Tuyo sí, acosador también.

La sonrisa gana y Arabella sonríe ante las ocurrencias del chico. Estaba coqueteando con ella, de eso no había duda alguna.

A: Claro, eres mío y de todas tus fans. Claaaro

J: ¿Sarcasmo? ¿Dónde? Así cómo yo soy tuyo, tú eres mía.

James se levanta de su cama y se va al baño a cepillar sus dientes. Luego, se sienta a la orilla de la cama viendo por la ventana cerrada con el móvil entre sus manos. Su móvil vibra.

A: ¿Qué es sarcasmo? ¿Se come?
Tú no eres mío y yo no soy tuya.

James sonríe como un idiota. Era un idiota al estar enamorado de ella y no le importaba ser el idiota más grande del mundo. Maldición, esa chica lo traía loco.

J: Sarcasmo es lo que desayunas para ser tan sarcástica. Porque el sarcasmo te hace sarcástica.

Arabella suelta una carcajada, ese chico era un total idiota y la hacía reír con cualquier broma que se le ocurriese.

A: No sabía que el sarcasmo me hacía sarcástica. Pensé que el sarcasmo me hacía cosquillas.

Está vez es el turno de James para reír. Ella estaba abriéndose, estaba platicando y bromeando. Era un enorme avance, pues usualmente se encuentra a la defensiva o furiosa.

J: Cosquillas serán las que te haré yo si no dejas el sarcasmo.

A: ¿Me estás amenazando?

J: Definitivamente.

A: Vale, mira como tiemblo.

J: No me retes, muñeca.

A: Claro, James, mira qué miedo. Buenas noches.

J: Atente a las consecuencias, preciosa. Que descanses... si puedes.

Arabella frunce el ceño y apaga su móvil. Él sí que está demente, piensa mientras se levanta y cierra las ventanas, seguido de las cortinas azules. Se encamina a la ducha donde se relaja y se masajea el cuero cabelludo, lava las hebras color rojizas y se embarra la piel de jabón olor a vainilla. Decide hacerse un aseo personal y se depila las piernas hasta dejarlas suaves. Al terminar, se quita el champú y el jabón con agua caliente. Sale de la ducha y se coloca un pijama rojo que le cuelga de sus caderas y un suéter con capucha negro. Decide dejarse el cabello suelto para no resfriarse por lo húmedo y se cepilla los dientes. Su estómago ruge por un poco de comida, por lo que baja a la cocina y toma fruta para seguir manteniendo su dieta. Mañana sería un día duro en el gimnasio. Arabella toma una manzana y un bol con fresas frescas. No escucha ningún ruido en casa, aunque sean las once y media siempre había ruido, muy leve, pero había. Quizás no había nadie. No le importa, hay cámaras en la casa y alarma de seguridad por cualquier cosa. Aunque las cámaras no las controlaba nadie, así que al final de cuentas, era caso perdido. Decide subir a su habitación y empieza a comer.

Arabella se acuesta sobre la cama y enciende la televisión, sigue comiendo, pero sus ojos están muy pesados y se cierran ellos solos. Pero de pronto, unas manos grandes con dedos largos escarban sobre su vientre y panza, haciéndole cosquillas. Y haciendo también que Arabella abra sus ojos de un tirón y comience a reír muy fuertemente.

-¡Para, para! — Dice Arabella entre carcajadas al ver a James.

-Con que no tenías miedo, ¿He?

Las cosquillas aumentan y Arabella siente morir de risa. De tantas carcajadas siente que el aire se le escapa de los pulmones y al notar eso, James para de hacer le cosquillas. Y la llena de besos en la cara, sin tocarle los labios, le besa las mejillas, la frente y la nariz. Se aleja y se lanza a la par de Arabella.

-¿Qué demonios haces aquí? — Dice Arabella entre jadeos por la risa.

-Nadie me reta, muñeca.

-¿Cómo entraste?

-Tú balcón no está tan alto.— Se encoge de hombros.

-¡No me jodas! Sí está alto.

La casa era de dos plantas pero el techo de la primera planta era alto. El chico había trepado por la enredadera que se pega en la pared hasta llegar al balcón.

-¡Pudiste caer y matarte! Aunque no es mala idea.

-Claro, para que luego llores como Magdalena. — Dice, antes de resoplar.

-Haría una fiesta y daría pastel en tu funeral.— Arabella está cansada y habla con los ojos cerrados.

James desliza un brazo entre la cama y la espalda de Arabella, la toma y la jala hacia él, viendo que muere de sueño. Arabella se pone en posición fetal y siente el duro pecho de James chocar con su espalda, James la sujeta por la cintura. Y desde hace tiempos, duermen juntos y a ambos no les atacan pesadillas ni demonios.

Whisky & RonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora