Capítulo 10

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Dos días habían pasado, Bella se había instalado en la habitación de huéspedes y siempre iba a ver a su padre, pero no salía de casa sin antes estar viendo por la ventana unos 5 minutos por si salía alguien de la casa de al lado. Pero está vez había sido diferente. Había esperado los 5 minutos, pero cuando salió y caminaba por el césped, un auto negro lujoso salía del garaje. Sabía que a James le gustaban los autos lujosos y negros. Así qué, al verlo, sus pies como si tuviesen vida propia, corrieron hacia dentro de la casa. Sube tan rápido como puede las escaleras y se encierra en su habitación.

-¡Joder! ¡Joder!

Grita. Corre como loca por la habitación, entra al baño y busca como loca, pero no hay nada. Sale corriendo de su habitación y entra a la de su madre, va al baño y busca en los cajones pastillas. Al encontrarlas, abre el recipiente y deja caer pastillas sobre la palma de su mano. Y deja que se resbalen por su garganta. No son las pastillas suficientes para suicidarse, pero si las suficientes para drogarse. La adrenalina empieza a bajar, los latidos de su corazón también empiezan a bajar y siente que flota.

Sale del baño, sintiéndose la mujer más feliz y dichosa de todo el mundo, escucha pájaros cantar una suave y dulce melodía, la brisa eleva su vestido imaginario. Sale de la habitación de su madre, al igual que de la casa. Ya no hay nada que le preocupé. Se sube a un taxi y se va al hospital. Bella tiene suerte que mientras camina, nadie la mira a los ojos; ojos dormilones y cansados que lleva. Entra a la habitación de su padre sin consultar y se acuesta con él en la camilla, lo abraza pero tiene cuidado de no dejarle caer todo su peso.

El sentir el pecho de su padre bajar y subir solo le regala tranquilidad. Quería llorar, tenía esa necesidad de llorar, pero no podía. Quizás el estar drogada no le permitía.

-Sabes, papá... nunca fui feliz. Y lo tenía todo. Los tenía a ustedes, a Ashley, tenía una casa, estudiaba, tenía un auto... pero nunca fui feliz.

Bella habla a solas, pensando que habla con su padre, pero el señor Smith solo finge dormir, la escucha muy atentamente.

-Y un día, Ashley me llevó a un concierto. Papá, lo conocí y de a poco, como una serpiente se fue deslizando entre mis entrañas. Creo y estoy muy segura que en esos momentos, sí que fui feliz. Eso era felicidad...

Dice Bella, con la mirada perdida y recordando cuando lo vio ahí con su guitarra roja, moviendo malditamente las caderas, tan sensual y erótico. Extrañaba perderse en un túnel verde.

-¿Qué hace usted ahí?

La voz ruda de una enfermera se hace sonar. Bella pega brinco, saltando de la cama y al estar drogada, pone un pie en falso y cae sobre su trasero.

-Maldición... — Dice muy suave.

A regañadientes, Bella se levanta y mira a la enfermera. La enfermera tiene una gemela a la par.

-Señorita, no tiene permitido estar con el paciente y más si interrumpe la siesta.— La enfermera se encuentra en posición de ataque, con una ceja levantada, desafiante.

-Oh, ¿En serio? Bueno, espere ahí hasta que me importe su comentario.

Bella sale del cuarto, casi corriendo, pues, no quiere que se dé cuenta que anda drogada. Al caminar por las calles y sudar un poco, los efectos de las pastillas empiezan a reducir, considerablemente. Pero no mucho cómo para que Bella este en sus casillas. Le hace la parada al taxi, donde decide ir a un lugar que estando sobria, jamás iría. Las calles no han cambiado mucho, la gente aún sigue en sus apuros; pero el cielo... el cielo es diferente en Inglaterra. Este cielo sólo refleja sangre y dolor. El de Inglaterra: fiesta, lágrimas y whisky.

Al llegar, el taxi se detiene sobre los apartamentos.

-Gracias.— Bella le paga y se baja del taxi.

Se para frente donde era su casa. Donde mataron a su amiga. Donde la abandonaron. Donde la acosaban.

-Un suicidio... — Recuerda Bella.— Un maldito suicidio, claro.

El sarcasmo se denota en su voz. Una anciana sale por la puerta y es cuando aprovecha a entrar, sube los escalones lo más rápido que puede, no quiere ser vista por nadie. Al llegar al apartamento correspondiente, se para enfrente. ¿Vivirá alguien ahí? ¿Qué habrá pasado con las pertenencias?

Bella abre la puerta, sin importarle si hay alguien adentro. Pero vaya sorpresa que se lleva al ver que está el mismo desorden, los mismos muebles, los mismos recuerdos. Bella entra y empieza a sentir una presión en su pecho, ni las drogas apagan ese sentimiento. Bella camina por la cocina, monótona, reteniendo las lágrimas. Vidrios en el suelo, muebles volcados y papeles rotos en el suelo.

-¿Qué es esto? — Susurra ante los pedacitos de papel.

Se agacha y los toma entre sus manos, se da cuenta que es la nota que ella escribió y dejó sobre su cama.

Seguramente James encontró la nota, seguro que él la rompió... eso quiere decir que, sus manos estuvieron aquí..., los pensamientos invaden su cabeza. Las manos de Bella se congelan y deja caer los pedacitos. Camina y va a la habitación de Ashley, el aroma a ella ya desapareció. No aguanta más, por lo que sale corriendo y se mete a que ex habitación. La cama no se encuentra tan desordenada. ¿Cómo es que este apartamento este solo y aún con las pertenencias? Bella revisa los cajones y es cuando, hoy sí, de verdad, su corazón se rompe. Pensaba que estaba rota. Pensaba que estaba mal. Pero hoy sí que está rota y mal. En ese cajón, están todas las fotografías que ella había tomado cuando salió con el, los paisajes y las fotos que le tomó distraído.

-Por Dios...

Hasta su cámara instantánea se encuentra ahí. Bella con manos temblorosas y lágrimas en sus ojos, examina las fotografías. Todas las fotos de él están ahí, en unas dale dormido boca abajo mostrando su espalda, en otras dormido y desnudo, en otra sale manejando y de perfil, viendo la carretera; hay más, pero la más impactante es en una donde salen ambos, tomados de la mano y sonriendo a la cámara.

Nos veíamos tan felices.

Bella guarda las fotografías y la cámara en su cartera, mientras que sale corriendo del lugar, ya ni siquiera siente su corazón latir, pues hoy, definitivamente, murió.

                   *   *   *

Bella camina por la casa de su madre descalza. El teléfono fijo empieza a sonar y sonar, pero Bella se encuentra en la segunda planta por lo que lo escucha lejos. Pero lo escucha. Baja las escaleras corriendo, toma el teléfono y lo lleva a su oído. Colgaron. Frunce el ceño, mira el número que estaba llamando y se sorprende al ver que el código de área, pertenece al de España.

-Seguro es una clientela de mamá.

Whisky & RonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora