Capítulo 12

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Sería la última vez que vería a su padre. Ella se iría. Otra vez. Y no regresaría está vez. Las maletas ya estaban listas, su habitación ya estaba ordenada como la  había encontrado. Bella procuraba no salir de casa y encontrarse con el vecino. Desde la ventana miraba al niño jugar en el jardín, poseía muchos juguetes así como grandes y pequeños, el niño era verdaderamente feliz, se notaba a leguas que vivía en un hogar lleno de amor y felicidad. Y eso desgarraba más el corazón de Bella. Las maletas ya estaban a la par de la camilla de su padre, listas para partir.

-¿Por qué te vas tan rápido, cariño? — La voz del señor es muy ronca y a penas es un susurro.

-Papá, lo siento.— Bella llora porque se siente culpable por abandonarlo.— pero no puedo quedarme... lo siento...

-No... no, hija... estaré bien, lo prometo.

-No puedo quedarme, papá... lo siento.— Sorbe por la nariz y se limpia las lágrimas, pero estás vuelven a salir.

-Bella Smith, ¿A qué le tienes miedo?

-¡A todo, papá! A todo... — Bella se lanza sobre los brazos de su padre, que la envuelven.

-Cariño... todo estará bien... pero yo pienso que no es a todo. Tú le tienes miedo al amor.

-No... papá... deja a un lado el amor y las metáforas...

-Cariño, soy un escritor y poeta. ¿Qué esperabas? Pero es cierto, y desde que conociste a James, te has empeñado a no conocer a nadie.

-Papá... no lo menciones... que duele.

-Ves. Podría escribir un libro sobre ti y él.

-Seguro sería un best-seller.— Bella se ríe suavemente.

-Ni lo creas, señorita importante.— ambos se ríen.— Sabes, algunas veces, siempre sufrimos por la misma persona, no importa cuánto tiempo pase... esas persona nos dejan una huella muy grande. Una huella imborrable.

El silencio empieza a ser presencia, Bella solo se abraza más a su padre. Desde pequeña había creado una fuerte e intocable relación con su padre. Siempre había sido su padre el que estaba ahí, para ayudarla en todo: las tareas, los oficios de la casa y demás. Su padre siempre le enseñaba mucho en cada plática que tenía con ella. No había nadie como su padre. Bella quería a su madre también, pero ella nunca estuvo, el trabajo la consumía, se la pasaba creando hermosos diseños. Y le agradece, pues la ayuda económica de ambos nunca falto.

-¿Me perdonas, papá? — Bella rompe el silencio.

-Claro, hija. Puedes irte, no te preocupes.

-Gracias...— le da un beso en la mejilla.

Bella se levanta y toma su maleta. Sale de la habitación y empieza a caminar por el pasillo, pero de repente, se detiene y lanza su maleta.
Corre de regreso. Abre la puerta y mira a su padre, que al verla, le frunce el ceño.

-Te amo mucho. Gracias por ser mi padre y amarme.

No espera respuesta y cierra la puerta. Vuelve a caminar por el pasillo y toma su maleta donde la había dejado. Al fin me voy de éste infierno, piensa. Bella pasa por recepción pero es ahí donde ve a su madre, que la ve con el ceño fruncido.

-¿Qué rayos, Bella? — Se acercan y la señora Smith coloca sus manos en su cintura.

-Me voy.

-Oh, ¿En serio? — Dice con sarcasmo viendo su maleta.— Qué desconsiderada, ¿No ves cómo está tu padre?

-Él me dijo que podía irme. — Bella habla sin expresar emociones.

Whisky & RonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora