— ¿Qué haces?
— Escribo.
— ¿Qué escribes?
—No te interesa.
Jacaerys frunció el ceño tras esa respuesta y rodeó la mesa para pararse junto a su tío. Lo había visto muy concentrado en el papel desde que invadieron su habitación.
Aegon permitió que el menor echara un vistazo a su hoja y se rió de él cuando quedó al descubierto que lo que había en el papel sólo era un feo dibujo de lo que deberían ser Jace y Aemond luchando con espadas.
Aemond también había estado curioso y como estaba sentado junto a él, aprovechó que Jacaerys hizo un movimiento para mirar también. Resopló y puso los ojos en blanco antes de volver a su propia redacción. Todavía le parecía difícil de creer que Aegon quisiera convertirse en maestre.
—¿Satisfecho? Vuelve a tu lugar y termina con la transcripción.
Jacaerys hizo una mueca pero acabó por obedecer.
Sólo habían pasado unas semanas y las cosas se habían vuelto así. Aegon estaba muy orgulloso por dentro, se sentía como criar a un par de cachorros obedientes - que muy pronto se convertirán en dragones- . A diferencia de los adultos, los niños eran mucho más influenciables, la actitud para con ellos cambió y no lo pensaron mucho antes de decidir que les agradaba el nuevo Aegon, cuando no estaban ocupados se pegaban a él como lapas. Aegon todavía era más listo y más fuerte que ellos, combinando eso con su repentina amabilidad, naturalmente inspiró admiración.
—Terminé. — La voz de Aemond interrumpió su cadena de pensamientos.
— Déjame ver.
La letra del infante era clara y elegante, las palabras se mantenían en una linea casi perfecta y no encontró problemas de espacio cada vez que llegaba al final de la hoja. ¿Aegon escribía así a los once años? Mierda, claro que no.
— Decente. —Dijo al final, regresándole el pergamino. Su intención era actuar indiferente, pero al distinguir un poco de decepción en los ojos de su hermano se vio obligado a redimirse alzando una mano para palmear su cabeza.
—Terminé también. — La voz de su sobrino interrumpió el momento filial. Jacaerys le entregó su pergamino poco después. A medida que Aegon leía lo que estaba escrito, una sonrisa se iba formando en su rostro. — Eso es, así es como una transcripción debe lucir. — El tamaño de las letras variaba en cada oración, un par de trazos eran completamente inentendibles y ni hablar de la organización de espacio. Esto lucía más como un trabajo de un niño pequeño. Aegon no pudo ver como la mirada de Aemond comenzaba a llenarse de resentimiento. — Jace tu escritura es terrible, apuesto a que no tienes idea de lo que significa la mitad de lo que has puesto aquí, si tienes algo de consciencia duplicarás tus esfuerzos con la espada porque no lograrás ser más listo de lo que eres ahora.
La expresión de Jacaerys decayó en picada y arrancó el papel de las manos de su tío. Aegon pudo ver la determinación en sus pequeños ojos marrones y sonrió por eso. Tal vez la principal diferencia entre los muchachos es que al Strong no parecían afectarle los malos comentarios, es más, mientras más cruel fuera, mayor sería su incentivo.
Por otro lado, Aemond también se había relajado tras oír la devolución completa y una sutil sonrisa de suficiencia bailaba en sus labios.
— Arreglalo después. — Interrumpió a Jacaerys cuando vio que este tenía intenciones de sentarse. — Estoy de salida, tengo algunos asuntos que atender en la ciudad.
—¿Puedo ir contigo? — Aemond fue el primero en hablar, y por la forma en que Jace lo miraba sabía que él también quería lo mismo.
— No, todavía tienen el pene muy pequeño para acompañarme.
El disgusto y la sorpresa se reflejaron de manera semejante en los dos infantes, Aegon no pudo evitar reírse.
—Muy bien, hagamos un trato. No pueden acompañarme hoy pero mañana los llevaré a pozo dragón... También podemos entrenar un poco con la espada, ¿qué tal eso?
El silencio fue más largo de lo que esperaba, ambos niños se miraron como si estuvieran leyéndose la mente y al final Aemond aceptó por los dos.
— Chicos listos, si no aceptaban no habrían tenido nada de todos modos. Ahora largo de aquí.
- o - o - o -
—Mi príncipe, ¿qué es lo que estamos haciendo aquí?
Ser Erryk murmuró esto cerca de su oído, pero Aegon no se molestó en darle una respuesta, tenía la vista fija en el combate que se desarrollaba frente a él. Dos niños que no podían tener más de doce años estaban peleando con hojas oxidadas, casi sin filo. Sus cuerpos eran delgados al punto de la desnutrición y sus pequeños cuerpos estaban cubiertos de marcas. Aegon estaba bastante familiarizado con esta imagen porque en su vida pasada, asistir a este tipo de combates para apostar había sido uno de sus mayores entretenimientos. No se engañaría a si mismo fingiendo que había cambiado y repudiaba sus acciones pasadas, simplemente, al igual que con el vino y las mujeres, ya no encontraba este tipo de distracciones interesantes.
— ¿Quién crees que gane?
El bullicio provocado por los hombres alrededor de la pequeña arena era suficiente para hacer que tuviera que levantar la voz.
Sabía que un caballero con la moral de Cargyll debería encontrar su visita al lecho de pulgas repudiable, así que no se molestó cuando el otro tampoco le respondió. Permanecieron en silencio hasta que uno de los dos niños cayó exhausto al suelo.
—Paga por el que sigue de pie. Lo llevaremos al castillo.
El capa blanca dudó durante algunos segundos pero al final se perdió entre la multitud para ir a traer al niño.
De regreso al castillo, Pete, como había dicho que se llamaba el pequeño luchador, estaba comiendo una hogaza de pan en los brazos de Ser Erryk.
—¿Por qué lo hace, príncipe?
—Necesito una daga.
A Ser Erryk le costó encontrar el significado oculto en su respuesta, así que se mantuvo en silencio hasta después de que dejaron a Pete a cargo de la esposa del hombre que cuidaba los caballos. Llegando a la habitación de Aegon, el capa blanca lo detuvo una vez más.
—Hay muchas mejores opciones, ¿por qué un niño del lecho de pulgas?
—La sangre que quiero derramar es demasiado cara, me temo que cualquiera no dudaría en traicionarme. Ese niño sólo ha conocido el sufrimiento y la amargura, voy a tratarlo bien un rato y hará lo que sea por mi.
En ese momento Erryk tuvo la sensación de que no estaba hablando con el mismo príncipe que había protegido desde que tenía ocho años.
— ¿Por qué me lo dice entonces? Si no puede confiar en mi para lo que sea que necesite al niño, ¿por qué confesar tan libremente sus intenciones?
—Digamos que es una prueba. — Aegon abrió las pesadas puertas de madera y se escabulló dentro. Antes de cerrar, asomó la cabeza una vez más. — No me decepciones.
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Segunda oportunidad
FanfictionAegon estaba muerto, la guerra por el trono arruinó su vida y la de su familia, su último pensamiento fue sobre hacer las cosas bien en una segunda vida. Afortunadamente una deidad escuchó , pero en lugar de darle una segunda vida, le permitió vivi...