CAPITULO 2

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En los aposentos de la reina se extendía un silencio incómodo, tres pares de ojos estaban fijos en él, podía entender que Ser Criston estuviera ahí pero no tenía idea de que desde esos años Larys ya era tan cercano a la reina. Aegon estaba sentado frente a la bandeja con comida con la vista fija en una rodaja de pan, como no había probado bocado alguno desde ayer, su estómago ya se había quejado varias veces desde que llegó.

— Sir Criston me contó que ignoraste su autoridad ayer.

— Lo hice.

Con una sonrisa frívola, se estiró para tomar la copa de vino que pertenecía a su madre y le dió un profundo sorbo antes de echarse hacia atrás, descansando sobre el respaldar del sillón. Alzó la copa en dirección a Cole antes de volver a tomar. Sorpresivamente, el sabor del vino no era tan grato como lo recordaba.

Alicent no pareció sorprendida y continuó.

—Te disculparás con él en este momento y luego entrenarás con él por la tarde hasta al anochecer.

El estómago de Aegon se quejó una vez más y esta vez no pudo ignorarlo, miró a su madre desafiante, pero no respondió de inmediato, en su lugar tomó aquella tentadora rodaja de pan y le dió un par de mordidas.

— No lo haré.

Todavía tenía algo de comida en la boca cuando habló, la reina estrechó los ojos frente a la deliberada ofensa.

—No tengo intenciones de seguir la práctica para convertirme en un guerrero. — Añadió rápidamente, usando el pulgar para limpiar las comisuras de sus labios. Frente a la expresión perpleja de las tres personas que tenía enfrente, sonrió satisfecho.

—¿A qué te refieres, Aegon? — Alicent sonaba confundida, pero había una sutil amenaza en sus palabras.

—¿No lo dije bien? — Aegon dejó la copa de vino sobre la mesa y se sentó hacia adelante, sosteniendo la mirada de la reina, había en sus propios ojos el rencor y el odio de toda una vida. — He decidido inclinarme al lado de la erudición. Me convertiré en maestre.

Alicent —...

Larys —...

Cole — ¿?

Finalmente, la reina comenzó a reír genuinamente. Aegon esperaba esa reacción así que no se inquieto, en cambio tomó los cubiertos y se dispuso a atacar el trozo de carne que todavía esperaba por él, le daría a su madre el tiempo de asimilarlo.

Como Aegon no dijo nada en un buen tiempo, Alicent se vio obligada a recuperar la compostura y su despreocupada expresión por fin comenzó a oscurecerse.

—¿Quién te ha metido esa idea en la cabeza? Eres el primogénito del rey, tu deber es aquí con el reino. Tú serás quien... — Todavía era demasiado temprano y Alicent no se atrevió a llamarlo heredero con libertad, pero la palabra estaba escrita en su cara.

— Fue Ser Criston quien me iluminó. Luego de la disputa en el patio entendí que la situación de la sucesión es realmente muy tensa y no es mi intención verme salpicado en conflictos ajenos. Me haré a un lado para que mi hermana pueda gobernar con tranquilidad y... y tal vez pueda servir al reino como Gran Maestre, ¿quién sabe?

La situación escaló rápidamente después de esa confesión. La reina hirvió en ira y comenzó a despotricar sobre bastardos y traiciones, Cole secundó esa opinión y permaneció inmóvil cuando esta azotó su rostro con una pesada cachetada. Larys conservó la calma pero Aegon sabía que esa rata asquerosa debía estar tramando algo. Debía ocuparse de él cuanto antes.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora