CAPITULO 10

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Hace tiempo que el calor del medio día había traspasado las cortinas del burdel cuando el insistente golpeteo en la puerta lo despertó. La falta de energía era abrumadora, ni siquiera fue capaz de abrir los ojos mientras que el otro ocupante de la cama ya se había levantado para ir a ver que estaba sucediendo. Oyó murmullos venir desde la puerta, luego un par de pasos arrastraron algo grande dentro de la habitación.

—La corte está partiendo.

La voz de Jacaerys sonó ronca, Aegon emitió un ligero "mh" en respuesta y no se movió.

—La cacería no comenzará hasta que tú estés ahí, Aegon.

Mentalmente se dijo que lo regañaría por ser tan casual más tarde, pero todavía no dio señales de querer cooperar. No pasó mucho antes de que sintiera que su cuerpo era levantado por un par de brazos fuertes. Se sentía adolorido por todas partes así que se quejó mucho mientras Jacaerys los acomodaba en la bañera, eso es lo que habían traído.

— ¿Sigues aquí? — Por el tono de voz, dedujo que Jace no estaba hablando con él. Finalmente abrió los ojos y descubrió que Pete estaba parado a unos pasos de distancia. Lucía reacio a marcharse sólo porque el Velaryon lo había ordenado, pero cuando vio que Aegon le hizo una seña con la mano de que estaba bien, accedió de mala gana.

—No puedo montar un caballo, olvídense de la cacería. — Murmuró, el agua apenas aliviaba las zonas más afectadas de su cuerpo. Estaba sentado sobre las piernas de su sobrino y este había empezado a lavarlo. Contrario a la noche anterior, se estaba portando muy bien, considerado y suave. Aegon se relajó y lo dejó limpiar también su interior.

— Ya les dije que preparen un carruaje para ti. Pero no vendrá hasta acá, tenemos que ir hasta la puerta norte de la ciudad. Ese siervo tuyo ya cargó el equipaje y trajo ropa limpia.

—Es un buen chico. — Alabó sólo porque pudo notar el desprecio en la voz del otro. Como esperaba, Jacaerys pellizcó su trasero en reprimenda. Aegon quiso reírse pero su voz fue más como un quejido.

Salieron del prostíbulo casi una hora después. Ésta vez los dos traían una capucha, y como Aegon no paró de quejarse desde que terminaron de bajar las escaleras, Jace lo llevó en su espalda. Ser Erryk los estaba esperando, no había nadie más, otra vez estaban llegando tarde.

El caballero no hizo preguntas, simplemente ayudó al príncipe a acomodarse dentro del carruaje y después ofreció a Jacaerys el caballo que había pedido. Antes de partir, Aegon hizo una seña a Pete para que viajara con él.

— ¿Quién arregló esto? — Se refería por supuesto, al lugar lleno de almohadas sobre el que estaba sentado. Sospechaba que ni siquiera Rhaenyra había tenido ese tipo de trato tan exageradamente delicado.

—Lord... El príncipe... — Parecía confundido respecto a como debía dirigirse al otro muchacho, así que frunció el ceño y cuidadosamente pronunció. — Su sobrino, mi príncipe.

Aegon negó silenciosamente mientras intentaba ocultar una sonrisa. — Deshazte de todo esto cuando alcancemos el campamento, si alguien llega a verlo se harán ideas. — Pete le lanzó una mirada extraña, pero al final asintió. Por dentro estaba pensando, ¿ustedes fueron tan descarados todo este tiempo y te preocupa que alguien pueda ver esto?

—¿Hiciste lo que te pedí? — Continuó, retomando un poco la seriedad. Pete asintió y su expresión se tornó un poco grave. — Los niños estuvieron espiando las habitaciones toda la noche pero no escucharon nada importante. Sin embargo, desde la cocina se filtró una conversación. No estamos seguros de que tan serio sea.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora