CAPITULO 4

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(contenido +18)

Dos años pasaron sin incidentes después de la muerte de Larys. Si los verdes fueran un dragón, mientras que Aegon era apenas la cola, el Strong estaba bastante cerca de la cabeza. Todavía con la ventaja de conocer el futuro estaba seguro de que el maestro de los susurros se convertiría en un gran problema, así que optó por lo más eficiente y envió a Pete tan pronto como este pudo clavar un cuchillo en los puntos vitales. Siendo el niño todavía pequeño y flaco, le fue sencillo escurrirse entre los pasadizos más irracionales que habían en el castillo en medio de la noche. La mano del rey ardió en ira luego del incidente y su hijo mayor revolvió toda la ciudad buscando a un culpable pero jamás lo hallaron. No había sospechosos ni motivos, el único que podía relacionarlo con el asesinato era Ser Erryk y, como pensaba, permaneció callado. Supuso que su madre debería tener ciertas sospechas estúpidamente dirigidas hacia Rhaenyra, pero al hacerlas públicas sólo se pondría en una mala posición así que nada fue dicho.

— Luces más feliz que de costumbre.

La voz de Laenor le hizo apartar la vista de la ventana. Afuera la luna había sido superada por un extenso manto de nubes y la oscuridad caía sin reparo sobre la fortaleza. Hasta entonces no había notado que estaba sonriendo.

— Llegas tarde, estoy duro.

Mencionó mientras iba a su encuentro, sus manos ya trabajando en el broche del pantalón.

—¿Es por el compromiso entre tus hermanos? Finalmente la reina comienza a aceptar que no te quedarás para ser el heredero.

— ¿Ya te he dicho que hablas demasiado?

— Lo haces todo el tiempo. — Acostumbrado al trato desdeñoso por parte de Aegon, Laenor se sentó sobre sus rodillas tan pronto se enfrentaron. La erección del príncipe no tardó en aparecer, antes de que el mayor pudiera decir algo más, Aegon la empujó dentro de su boca.

En esta vida Aegon renunció a gran parte de sus malos hábitos, incluyendo el alcohol y las mujeres, pero su lasciva seguía siendo demasiada como para limitarse a la masturbación. Laenor apareció en el momento justo, ya que había aceptado ayudarlo con su entrenamiento ambos acabaron pasando mucho tiempo juntos. A él le gustaban los hombres y Aegon ya había descubierto en su vida anterior que no le molestaba la identidad del dueño del agujero. Sólo bastó medio año para que se enredaran.

— Traga. — Ordenó en un suspiro. Había tomado al mayor por el cabello y ahora lo mantenía fuertemente presionado contra su pelvis. Cuando Laenor obedeció, los músculos de su garganta le provocaron una fuerte sacudida al estimular el glande. — Otra vez. — Tiró la cabeza hacia atrás y se permitió disfrutar, Laenor ya había comprendido lo que estaba buscando y repitió la acción una y otra vez hasta que no pudo soportarlo más. Aegon hizo una mueca cuando notó que el otro quería alejarse y se mantuvo dentro de su boca un tiempo más sólo para verlo desesperarse. Cuando lo soltó el otro comenzó a toser, sus ojos se habían humedecido.

—¿Tienes que ser tan rudo?

— Ya sabes que me gusta.— Respondió con una sonrisa. — Desnúdate y pon las manos sobre la cama.

Aegon estaba viviendo su décimo séptimo año, pero eso no quitaba el hecho de que por dentro ya era un adulto experimentado, Laenor había intentado imponerse sobre él y acabó fracasando estrepitosamente, luego de que se definieron los roles no le molestó actuar sumiso para él.

El príncipe admiró en silencio como la otra persona se deshacía de la ropa, a pesar de que Laenor estaba en buena forma, su cuerpo no le excitaba en absoluto, lo que buscaba estaba más relacionado con la humillación y los juegos de poder. Mientras Laenor estaba desnudo y suplicaba por su polla, él apenas y se había bajado los pantalones.

— ¿Te preparaste antes? Eres toda una puta, con razón no pudiste poner ni siquiera una semilla en el vientre de mi hermana.

— Sólo mételo.

Una vez que se forzó dentro de él dejó ir un pesado suspiro y cerró los ojos. Con lo apretado y húmedo que estaba el otro no le fue difícil imaginar que en realidad se estaba follando a una pelirroja virgen. Supo que alcanzó aquel punto especial cuando el cuerpo entero de Laenor se sacudió, se dedicó entonces a empujarse contra ese lugar. Su propia voz llenaba la habitación, gemidos suaves que comenzaban a volverse profundos a medida que el orgasmo se acercaba, estaba a punto de derramarse cuando la puerta frente a ellos se abrió ruidosamente.

— Padre, ha llegado un cuervo desde Driftmark, es urgente.

Jacaerys debía tener doce este año. Aegon no reaccionó lo suficientemente rápido y todavía permitió que el menor viera como su erección abandonaba el cuerpo del hombre a quien consideraba su padre. Por suerte luego de eso sólo bastó con subirse los pantalones, Laenor se llevó la peor parte.

Aegon no iba a quedarse a ver la incómoda escena que venía a continuación.

— Muévete enano. — Su voz salió menos dura de lo que quería, pero el niño parecía no prestarle atención, tenía el ceño fruncido y su vista estaba fija en el hombre que intentaba vestirse.

Dado que esta vez la relación con su sobrino era sorprendentemente buena, se sintió un poco avergonzado y palmeó su hombro dos veces antes de salir y perderse entre los pasillos. En ese momento no se le ocurrió pensar en como es que el niño los había encontrado o porqué parecía tan calmado frente a lo que había descubierto.

O - O - O

La urgente noticia que Jace mencionó verdaeramente era una urgente noticia. Cuatro horas después de la incómoda interrupción toda la familia real estaba en un barco rumbo a Driftmark. Laena Velaryon finalmente había muerto y debido a la proximidad de las familias era importante que todos asistieran al funeral. Esto sucedió dos años después que en su vida original así que ya se había permitido creer que no iba a suceder. Un sentimiento ambiguo lo llenaba, por un lado estaba feliz porque ahora es cuando su hermano reclamaría a Vhagar y también Daemon se uniría a Rhaenyra, por el otro sentía algo de angustia porque esto significaba que estaban un paso más cerca de la guerra. Además, dos cosas desafortunadas sucederían en la isla, esperaba evitar una de ellas.

— ¡Aquí está!

La voz infantil de Lucerys lo sorprendió, no supo cuando es que abrió la puerta del camarote. El niño entró con una sonrisa poco apropiada para la ocasión y corrió a sentarse junto a él sobre el sofá. Aegon lo fulminó con la mirada por arruinar su escondite.

Aemond y Jacaerys atravesaron la puerta poco después. Al menos ese par tenía la decencia para lucir serios.

—¿Nauseas? — Preguntó Aemond mientras también se sentaba junto a él, en el lugar libre. Aegon asintió de mala gana, ahora con la vista en el suelo, no se sentía realmente cómodo enfrentando al mayor de su sobrinos.

— ¿Por qué no nos dijiste? Te estuvimos esperando para jugar a leer estrellas.

— No es momento para jugar, Jace. — Reprochó de mala gana. — Y leer estrellas no es un juego, mierda.. Ay, Luke, ¿qué...?

— No puedes usar esa palabra.

Puso los ojos en blancos. Los niños parecían creer que ahora eran los mejores amigos y ya habían establecido ciertos códigos entre ellos que Aegon era obligado a cumplir, por ejemplo, cada vez que quisieran regañarse entre ellos, se pellizcarían. El niño acababa de castigar su mano.

Jacaerys sujetó a su hermano menor por debajo de los brazos y lo alzó para arrastrarlo lejos de él, luego reemplazó su lugar sentándose a su lado. Lucerys había sido el último en unirse a ellos así que no protestó, también era un arreglo que los dos mayores tenían una especie de acceso especial a él.

—¿Cuánto tardaremos en llegar? — Aemond ya había descansado la cabeza sobre su brazo, Aegon suspiró y recargó la espalda contra el respaldar del mueble. Había sido su plan limar las asperezas, pero no pensó que podrían volverse así de pegajosos. — Apenas hemos zarpado, un día quizá.

Aegon sintió que lo pellizcaban una vez más, esta vez sobre el muslo. No se quejó porque fue Jacaerys quien lo hizo, este niño también se había recargado sobre él. Tal vez ese sí lo merecía. 

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora