CAPITULO 20

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— En este mundo sólo yo quiero salvarte. No desperdicies tu compasión con los que no lo merecen, tío. Mírame a mi, sólo en mi puedes confiar, sólo nosotros importamos.

Aegon podía verse reflejado en los ojos de Jacaerys, su expresión delataba lo horrorizado que estaba pero el menor parecía incapaz de notarlo. Todo su cuerpo temblaba por la necesidad de apartarlo, mas no volvió a actuar precipitadamente.

— El rey, ¿tú lo mataste? — Cuestionó, bajo el escrutinio de aquellos ojos violáceos, el corazón de Jacaerys comenzó a relajarse gradualmente y la presión sobre sus manos disminuyó.

— Lo hice. — Admitió. Ahora que parecía que Aegon estaba bajo control, se irguió y le regresó un poco de su espacio personal. — Su existencia estaba complicando las cosas demasiado, apenas y estaba consciente en los últimos días, le hice un favor. Las cosas salieron justo como pensaba después de eso, la danza no durará más de un año.

— ¿Qué dijiste? — Interrumpió Aegon con el ceño fruncido, todavía seguía bastante impresionado y no confiaba en sus sentidos, ¿danza...?

— La guerra acabará pronto. —Se corrigió Jacaerys rápidamente. — Lo único que no pude prever fue que forzaras tu regreso. Mi tío es demasiado frágil, fue mi error, a partir de ahora no volveré a alejarte de mi lado.

Sin darle tiempo a decir nada más, Jacaerys tomó su mano y comenzó a tirar de él. — Tampoco debe haber secretos entre nosotros. Todavía debe estar esperándonos, vamos.

El breve paseo de camino a la sala del consejo privado fue tortuoso, con Jacaerys actuando como si nada hubiese ocurrido y Aegon incapaz de tomar una postura firme. Al llegar con el rey, Jacaerys no lo soltó y simplemente lo llevó hasta su propio lugar como mano del rey para invitarlo a sentarse. Además de Aemond, Aegon descubrió que había muchas caras conocidas. El Gran Maestre Orwyle y Ser Harrold Westerling ocupaban los mismo puestos que durante el reinado de su padre, todos los demás fueron reemplazados por notables lores de su propia generación. Con una mirada rápida reconoció a Elmo Tully y al joven heredero de la casa Arryn. Para su sorpresa, también se topó con la mirada oscura y penetrante de un hombre que, aunque desconocido, no era difícil de identificar, por el emblema en su ropa y el aura dominante debía ser Cregan Stark.

—Bienvenido Aegon.

Su atención viró lentamente hasta la persona sentada a su lado, quien encabezaba la reunión. Aemond lucía mayor, su típica expresión apática reemplazada por una sobriedad noble. Casi podría haberse comido el cuento de que era un rey apropiado, sin embargo después de descubrir a Lucerys, sabía que su hermano al igual que Jacaerys, tenía los pensamientos algo desordenados.

¿Él los arruinó?

— Mi rey. — Saludó después de un incómodo silencio.

Alguien se aclaró la garganta entonces, Aegon ya lo había visto pero no quiso prestarle atención, estaba lidiando con demasiadas cosas y Pete sabía esto así que no habló de más.

— Saludando al primer Príncipe, haré un breve resumen de la situación actual. Las casas Stark, Tully y Arryn han declarado abiertamente su apoyo a su majestad el rey Aemond I. Los Tyrell declararon neutralidad y también acordaron mantener a Antigua fuera del conflicto usando al hijo de Lord Hightower como rehén. El poderío de los Lannister fue otorgado a su antiguo abanderado Lord Westerling como recompensa por su lealtad durante el juicio de los gemelos y ahora están a nuestra disposición. La alianza con Essos fue confirmada anoche y esta mañana partieron con 500 navíos hacia Driftmark. A favor de la Princesa Rhaenyra, sólo la Casa Baratheon cobra gran importancia.

Aegon escuchó todo con una expresión ilegible. Interiormente no era capaz de entender como las cosas se torcieron así, ¿Jacaerys y Aemond de verdad lograron todo eso? Muchos de los conflictos de la línea original podían evitarse fácilmente con el poder de estas alianzas. Rhaenyra realmente estaba sola, no era de extrañar que estuviera tan desesperada por intercambiarla por su hijo.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora