Una vez lo regresaron a su habitación, Aegon se cambió a una ropa más decente y se sentó a esperar a que esa persona viniera. Pero las horas pasaron y cuando las puertas finalmente se abrieron fue porque una de las sirvientas del castillo traía el desayuno.
Después del primer día, Pete tampoco volvió a aparecer, tuvo que conformarse con comer y esperar. Quería saber como es que Lucerys fue capturado o porqué lo enviaron al monasterio, pero el único que podía resolver sus preguntas no apareció.
Para la última noche ya estaba muy cansado así que se permitió dormir. Un poco acostumbrado al terror nocturno sólo se despertó tres veces antes del amanecer. No volvió a ser convocado por la reina ni recibió ninguna indicación, el mismo guardia que lo había escoltado esa noche sólo entró para decir que saldrían poco antes del anochecer.
Con una mezcla de tristeza y resignación pidió a la muchacha que lo atendía tomar un baño. Mientras se aseaba, siendo consolado por el agua caliente, pensó que le hubiese gustado que Pete lo lavara. Pero el también lo abandonó.
Se pasó el resto de la tarde ahí dentro, incluso cuando el agua se enfrió y su piel se llenó de arrugas. Cuando llamaron a la puerta para indicarle que pronto debían partir, su cuerpo se sentía muy incómodo. Abandonó la bañera temblando ligeramente, y se secó antes de vestirse con dos capas de ropa, en ésta época del año los viajes por mar solían ser bastante fríos, lo experimentó de primera mano viniendo hacia acá.
Su sorpresa fue grande cuando, mientras pensaba que estaba siendo guiado al muelle, al final acabó en un pequeño prado rodeado de rocas enormes con figuras completas. En el centro había un dragón que aún podía considerarse mediano, de escamas oscuras y bastante familiar. Caminó hacia él sin pensárselo dos veces.
— ¿Murghi daor? dyni beri.
El dragón no encontró ofensivas sus palabras, en cuanto lo reconoció dio un par de pasos hacia él e inclinó la cabeza, invitándolo a acariciarlo.
— Parece que eres el único feliz de verme, Vermax. También me alegra que seas tú, odio navegar.
Murmuró con una sonrisa, alzando la mano para colocarla sobre su mejilla. En ese momento había estado feliz al ver al animal y no notó que había alguien más oculto detrás de su enorme cuerpo. Cuando Aegon vio a Jacaerys, la expresión en su rostro se volvió tensa, pero antes de que pudiera decir algo, se dio cuenta de que el menor no lo estaba viendo a él, sino a la muñeca que quedó al descubierto cuando alzó la mano para acariciar al dragón. Su piel siempre había sido muy suave sin imperfecciones, pero ahora tenía horribles cicatrices en ese lugar. Rápidamente bajó la mano y miró al lado opuesto, fingiendo desinterés. Después de que pasó un tiempo, ninguno de los dos dijo nada. Aegon ardía en ganas de golpearlo en la cara y someterlo a un profundo interrogatorio, pero la gente comenzó a llenar el lugar.
— Jacaerys te llevará hasta el territorio de la casa Rosby, los soldados de tu hermano te estarán esperando. Al mismo tiempo, Aemond dejará a Lucerys en Valleoscuro... Lo que estás haciendo, gracias.
Luego de escuchar su voz, se volteó para encontrar a Rhaenyra cerca de ellos. Pensó que esa forma de hablar, un poco suave y maternal, se asemejaba más a su hermana que a la reina. Aegon quiso sonreírle pero sólo pudo enseñar una mueca, no era apropiado decir que no lo estaba haciendo voluntariamente, que era una perra y que mientras él eligió confiar en ella, ella jamás lo consideró un aliado. Rhaenyra malinterpretó la humedad en sus ojos(producto de la impotencia) como un sentimiento más puro e intentó acercarse para abrazarlo pero entonces Vermax rugió, usando la cabeza para cubrir a Aegon.

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Segunda oportunidad
Fiksyen PeminatAegon estaba muerto, la guerra por el trono arruinó su vida y la de su familia, su último pensamiento fue sobre hacer las cosas bien en una segunda vida. Afortunadamente una deidad escuchó , pero en lugar de darle una segunda vida, le permitió vivi...