CAPITULO 9

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Los enfrentamientos terminaron bastante tarde el primer día, luego la mayoría de los caballeros, ya fueran vencedores o perdedores, se extendieron por la ciudad para ser parte de la celebración nocturna. Un segundo banquete menos llamativo se llevó a cabo en el palacio pero Aegon ya no participó, en cambio recibió visitas bastante llamativas.

Helaena, Aemond y Alicent se turnaron para consolarlo y amenazarlo en partes iguales. El resultado fue que al día siguiente, mientras se llevaban a cabo las justas que determinarían al ganador, a Aegon le fue prohibido asistir. La reina pensó que de ese modo enviaría un mensaje a Rhaenyra, el príncipe Aegon fue bastante cercano con ella ayer, pero tenía que entender que si sobrepasaban el límite entonces perderían su favor.

Aegon naturalmente no soportó la reclusión y a la hora del almuerzo ya estaba sentado en la esquina de un ruidoso bar en el corazón de la capital. Pete estaba sentado frente a él, ambos cortaban la carne en sus platos de manera silenciosa.

"¿Oíste lo que sucedió ayer? El bastardo de la princesa heredera se atrevió a jugarle esa mala broma al príncipe..."

"Y eso no fue lo peor. Mi primo trabaja en los establos del castillo y pudo oír la pelea que hubo después, dijo que lo oyó decir que el Príncipe Aegon era más digno de llevar una falda que una corona, pff, hablando tan abiertamente como si el rey ya estuviera muerto. "

Aegon se atragantó cuando oyó de este encuentro que lo tenía como protagonista y que no recordaba en absoluto. Oír los chismes de la gente común siempre era divertido.

"¡Qué están diciendo! La Princesa Rhaenyra es la auténtica heredera, si su hijo actuó así debe ser porque las serpientes del castillo ya se deben estar moviendo... Ya oyeron lo que dicen, la reina quiere imponer a su propio hijo en el trono. No pueden quedarse de brazos cruzados"

Se alegró de oír que había alguien que defendía el nombre de su hermana, y silenciosamente asintió a las palabras del desconocido.

"¿Eso es lo que les importa?" Una voz grave se alzó por encima del murmullo, este hombre parecía haber estado escuchando también la conversación de esos extraños. Aegon lo miró de reojo, a diferencia de los clientes usuales del lugar - que eran de una buena clase económica-, se veía bastante andrajoso y sucio, un mercenario que hizo un buen trabajo recientemente, adivinó. " Todas estas especulaciones... ¿cuál es el sentido de cotillear a costa de ellas? Si fuesen inteligentes entenderían las señales y moverían sus traseros rechonchos lejos de aquí. Esos altos lores insultándose, los chismes peligrosos que ya se han echado a andar. Todo apunta a una guerra."

Hubo un silencio incómodo, luego, la mujer que había hablado primero se echó a reír. "¿Una guerra? Todos saben que la princesa no tiene apoyo real, si el trono es tomado por su hermano menor, ¿qué puede hacer? Su único sostén son los Velaryon, pero luego de haberlos ofendido de forma tan grosera, ¿todavía estarán dispuestos a alzarse en armas por ella? "

La mujer esperó recibir el apoyo de otros clientes pero nadie respondió. Todos debían estar pensando lo mismo ahora. Aunque estos años ella no había estado en la capital, ¿no sabía todo el continente que se casó con su tío, el Príncipe Canalla? Los lores no podrían estar dispuestos a apoyarla a ella, pero si se trataba de él...

El mercenario bufó, parecía haber perdido el apetito al descubrir la estúpida visión de estas personas, porque dejó su plato a medio terminar y salió a grandes zancadas del lugar. Aegon pensó que ese tipo de gente, que se preocupaba sólo por sus asuntos, le agradaba bastante.

No pasó mucho tiempo después de que las puertas se cerraron para que se abrieran otra vez. Una figura alta y encapuchada entró al local, Aegon lo reconoció y alzó la mano para llamarlo. Pete, que había estado comiendo, levantó rápidamente sus cosas y se mudó a una mesa cercana para dejarle lugar al recién llegado.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora