CAPITULO 19

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Advertencia: no lo revisé, la calidad de la redacción puede provocar heridas en lectores sensibles.

A la mañana del otro día, cuando Daeron entró en sus aposentos seguido por un par de siervos, Aegon todavía seguía en la cama. Estaba despierto pero miraba con expresión ausente al techo.

—Hermano, la reina ha solicitado tu presencia para el desayuno.

—¿La reina? — Preguntó en un murmullo, poco interesado en los deseos de su madre.

— La reina Helaena.

—Oh.

Cierto, ahora Aemond era el rey.

Rechazó la ayuda de los sirvientes después de levantarse, indicándole a Daeron que esperara afuera mientras se aseaba y buscaba ropa nueva. Mientras se abotonaba la camisa, mirando su reflejo en el espejo, pensó que era un poco extraño que todo en su habitación estuviese igual que antes de partir.

Cuando se reencontró con su hermano en el pasillo, su humor estaba un poco mejor. Antes no había prestado atención, pero mirándolo ahora, descubrió que llevaba la armadura de la guardia del rey. La sonrisa en su rostro tembló ligeramente.

—¿Un capa blanca? — Sorprendido, caminó alrededor de él. Daeron era alto con un cuerpo acorde a un guerrero, sabía que desde niño tenía intenciones de unirse a la guardia, pero no esperaba que nadie con sentido común se lo permitiera.

— Hice el juramento tan pronto llegué a Kingslanding. — Respondió el menor bastante orgulloso.

Aegon realmente puso todo su empeño en no hacer una mueca, en cambio, suavizo su expresión y asintió fingiendo que entendía.

—Me sorprende que Aemond estuviera de acuerdo con eso. — Mencionó a la ligera, empezando a caminar.

— No lo estuvo. La mano tuvo que presionar un poco para que aceptara.— Daeron se apresuró para alcanzarlo y guiar el camino, Aegon pensaba ir en dirección a los viejos aposentos de Helaena, pero por la dirección que tomó el otro, adivinó que en cambio iban a la torre de la reina.

—¿Nuestro abuelo?— Preguntó con incredulidad.

Daeron resopló divertido ante la pregunta. — ¿No te dijo nada en absoluto?

Aegon frunció el ceño, sabiendo que se refería a Jacaerys su mente se llenó de pensamientos tanto dolorosos como desagradables. Cuando su hermano captó un poco de ese malestar rápidamente ajustó su rostro. Arrepentido por la poca sensibilidad anterior, se portó algo más solemne.

— Sir Otto Hightower fue decapitado por traición días después de la coronación de Aemond. El puesto pareció estar vacante desde entonces, pero la verdad es que nuestro sobrino siempre fue el que tomó las decisiones importantes. Ahora que su lealtad quedó al descubierto, probablemente se haga un anuncio oficial pronto.

A Aegon le tomó unos segundos entender lo que Daeron quería decir, cuando lo hizo, se volvió todavía más miserable. Si Jacaerys era la mano del rey, ¿no significaba eso que ellos dos se habían confabulado desde hacía mucho? Se negaba a creer que había sido una mera herramienta pero eso parecía cada vez más probable.

— Dile a la reina que estamos aquí. — En lugar de responderle a Daeron, habló con el guardia que custodiaba las grandes puertas de madera que daban a los aposentos que durante años pertenecieron a su madre. Poco después, una criada salió para invitarlo a pasar. Antes de irse giró para ver la expresión un poco culpable de Daeron. — Eres un buen chico. — Suspiró, palmeando su mejilla.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora