CAPITULO 5

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Apenas y tenía recuerdos de lo que había sido el funeral en su vida pasada, se emborrachó tanto que tuvieron que cambiar las sábanas de su cama dos veces.

—Ve con ellas. — Susurró a Jacaerys, los cuatro estaban parados en un rincón del extenso balcón, con el muro del castillo a sus espaldas, por "ellas" se refería a las hijas de la difunta Laena, las niñas eran apenas un poco mayor que su sobrino y por lo que recordaba se comprometerían con los Velaryon dentro de algunos años.

Para su sorpresa, Jace no se movió y en cambio volvió a pellizcarle la pierna. Aegon le miró indignado, pero creyendo que esto seguía siendo una especie de castigo por lo de su padre, no dijo nada al respecto y volvió a caer en el silencio. Al final fue Aemond el que se movió, arrastrando al pequeño Luke con él. El silencio en el que quedaron las dos personas restantes fue increíblemente incómodo, al menos para Aegon.

Para distraerse, dejó que su mirada divagara por el lugar. Alicent y Rhaenyra estaban paradas en extremos opuestos, Laenor había desaparecido y su tío, el Príncipe Daemon, estaba junto al rey. La mayoría de la gente no decía nada y los pocos que lo hacían era para darle el pésame al nuevo viudo o a los padres de Laena. Aegon sentía un profundo resentimiento contra ese par, así que no planeaba acercarse a ellos, después de todo había sido Rhaenys quien lo dejó postrado en una cama y su honorable esposo el que conspiró para envenenarlo. Al prestar atención a la serpiente marina supo que fue una buena decisión no haber traído a Pete para intentar lo mismo que con Larys Strong, el Velaryon era un hombre fornido y de apariencia dominante, no era un oponente para su pequeño perro. Al menos no por ahora.

— Vamos.

La voz de Jacaerys lo trajo de regreso a la realidad, el menor había sujetado una esquina de su camisa y tiraba de él hacia las escaleras que estaban a los lados del balcón. La gente había empezado a moverse también, según la tradición Velaryon, era hora de que su ataúd fuera arrojado al mar.

Abajo el terreno no era tan liso, los presentes se acomodaron sobre las rocas de la forma en que pudieron, Vaemond se preparaba para iniciar su discurso. Vio a Aemond acomodarse junto a su madre, Lucerys estaba un poco más cerca, junto a Rhaenyra y el desconsolado Laenor, pensó que era prudente que estuvieran junto a sus familias e hizo el intento de caminar hacia ellos pero Jacaerys no había soltado su ropa y en cuanto intentó alejarse lo tiró de regreso hacia él.

Aegon le lanzó una mirada que intentaba lucir intimidante pero su sobrino no vaciló en lo más mínimo. Entonces la ceremonia empezó y ambos tuvieron que quedarse ahí.

Horas después de haberle dado el último adiós a Laena la gente en el castillo comenzaba a dispersarse. Jacaerys no lo había dejado solo en toda la tarde, afortunadamente Rhaenyra lo llamó y a eso no pudo negarse. Fue un alivio, comenzaba a ponerse nervioso.

Con su libertad de regreso, se apuró en encontrar a Laenor. El hombre estaba borracho y tenía los ojos rojos después de tanto llanto, Aegon sintió un poco de pena por él y pensó que sus intenciones no eran tan malas, lo ayudará a reunirse con su hermana

— Iré a verte después de la media noche.— Laenor estaba sentado debajo del balcón, entre las grandes piedras. — Asegúrate de estar solo.

Según los rumores Laenor había muerto por mano de Daemon en la historia original, pero debido a su interrupción las cosas habían cambiado bastante y temía que aquel importante casamiento no se llevara a cabo porque el padre de los bastardos seguía vivo. Si Aemond reclamaba al dragón habría un escándalo durante la noche y su familia partiría de regreso a Desembarco del rey al día siguiente, no tenía mucho margen de maniobra. Sólo así se aseguraría de que Rhaenyra se mantuviera en Driftmark el tiempo suficiente para establecer lazos con Daemon.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora