El domingo llegó y esa misma mañana Sheila se levantó para ir al cobertizo y comprobar si su inductor de imagen ya se había cargado. Cuando llegó al generador y revisó el pequeño cuadrado de metal, que había decorado para hacerlo pasar por un broche de ropa o una hebilla de cinturón, y confirmó que estaba totalmente cargado. Sheila sintió una alegría tremenda:
— ¡Sí! – Gritó con emoción mientras desconectaba el inductor del generador – Ahora, solo tengo que pedirle a Rick que apague esta cosa.
Luego de despertar a Rick de su plácido sueño, se llevaron la sorpresa de que Olivia había pasado la noche en casa. Según ella, le habían dado el día libre por el Domingo de Resurrección. Luego de desayunar unos waffles, Sheila decidió darse una ducha en lo que Rick y su madre se encargaban de lavar los platos. Mientras hacían todo eso, alguien tocó la puerta. Madre e hijo se miraron confundidos:
— ¿Esperabas a alguien? – Le preguntó Olivia, Rick meneó la cabeza.
— No, ¿Y tú? – Olivia negó con la cabeza – Iré a ver quién es – Dijo el chico – Seguro son los Testigos de Jehová. El año pasado estuvieron insoportables durante la Semana Santa – Olivia tuvo que darle la razón a su hijo. La última vez habían recibido unas veinte visitas de Testigos de Jehová durante la Semana Santa del año pasado.
Rick llegó a la puerta y al abrirla se encontró con una figura que reconocía muy bien. Un hombre de un metro ochenta y cinco de altura vestido con traje y corbata con varias medallas en el lado izquierdo del pecho. Rick azotó la puerta con fuerza en la cara del hombre antes de que pudiera decir siquiera una palabra. Olivia notó la reacción del muchacho:
— Es papá – Le susurró – Está afuera.
Olivia supo que Sheila no tenía su inductor de imagen por lo que fue corriendo al baño:
— Distráelo – Le dijo antes de subir las escaleras.
— ¡Rick Myers! – Gritó Hank Myers desde el otro lado – ¡Abre la puerta en este instante!
— Aquí no vive ningún "Rick Myers" – Le replicó el muchacho – Solo Rick Davis. Se equivocó de casa – Respondió – ¿Y quién querría tener ese apellido de mierda?
— ¡Escuché eso! – Rick maldijo para sus adentros – Abre la puerta en este instante o tendremos problemas. Sigo siendo tu padre, muchacho.
— ¡Solo de sangre! – Aclaró Rick.
Olivia fue hasta el baño y tocó dos veces la puerta, para después abrir con las llaves de emergencia. Desde luego, la chica se sorprendió por la intrusión de Olivia en la ducha y no dudó en cubrirse antes de hablar:
— ¡Olivia! ¿Qué...?
— Escucha, mi exesposo, el padre de Rick, está en la puerta – Sheila sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo – ¿Tienes tu inductor aquí? – Le preguntó.
— No – Respondió la chica.
— ¡Diablos! ¿Dónde...?
— Está en mi habitación, encima de mi ropa.
Olivia fue corriendo hasta el cuarto. Encontró la ropa perfectamente doblada sobre la cama y el inductor de imagen estaba encima de la blusa de la chica. Tomó la ropa y fue corriendo devuelta al baño. Tocó la puerta y Sheila abrió envuelta en una toalla, todavía tenía su cabello mojado:
— Vístete rápido – Le pidió y volvió abajo un poco más tranquila.
— ¡Vete a la mierda, anciano! – Gritaba Rick mientras se recostaba en la puerta – ¿No tienes soldados esperando para lamerte las botas?
ESTÁS LEYENDO
Algo de otro mundo a mi lado
Science FictionEsta es la historia de Rick, un adolescente que vive junto a su madre, Olivia, científica militar del ejército de los Estados Unidos. Una noche, cuando estaba solo en casa, se encuentra con Sheila, una extraterrestre que sobrevive a un accidente en...