Capítulo 35

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Aquella mañana, todos estaban reunidos y solo esperaban a Thomas, quien no tardó en llegar. "Justo a tiempo" pensó Rick mientras veía su reloj, eran las siete de la mañana. Todos llevaban una mochila con un arma diferente. Olivia llevaba su pistola personal y municiones en su mochila. Rick portaba una escopeta que mantenía oculta con un desvanecedor colgando en su mochila, mientras que, en el interior de la misma, llevaba las municiones. Roxanne, al igual que su hermano, llevaba una escopeta y municiones. Thomas, por su lado, llevaba un arma calibre 50 en su mochila junto a dos cajas de municiones. Al poco tiempo de que se reunieran, apareció un auto de color azul que ninguno de los presentes reconocía. El auto era un Sedan del año 2016 con cuatro puertas, el cual estaba siendo conducido por un hombre fornido, de piel morena y nudillos curtidos. Fires supo que se trataba de un militar retirado. Todos miraron a Thomas confundidos:

— Pensé que no era buena idea llevar nuestro auto, así que llamé a un chofer privado para que nos lleve – Explicó el muchacho – A diferencia de los taxistas, ellos no pueden decir nada sin una orden – Fires miró a Thomas.

— Bien pensado, chico – Felicitó el general.

Todos subieron al auto, pero justo antes de que Rick subiera notó que una mosca se posó en su brazo derecho. Espantó al insecto con un manotazo y subió al auto con los demás. Thomas le entregó la dirección al chofer quien, sin hacer preguntas, comenzó a conducir. El viaje duró una hora y media, hasta que finalmente, llegaron a su destino. Una estación cerca de una pequeña base militar donde se cargaban los suministros. Fires le pidió al chofer que avanzara tres cuadras más y le ordenó girar a la derecha en una intersección. Estacionaron frente a un pequeño, y modesto, restaurante para viajeros a un lado del camino. Los cuatro bajaron del vehículo. El chofer se dirigió a Fires para preguntarle algo:

— ¿Quieren que los espere aquí? – Preguntó el hombre. Fires se volvió a él con bastante calma.

— No, volveremos de otra forma – Respondió el general.

— Entiendo – Dijo el hombre para arrancar el auto una vez más – Tengan buen día, señor.

— Igualmente. Muchas gracias por traernos.

El conductor se fue y cuando dio la vuelta en la calle siguiente, comenzaron a caminar hasta la base. Faltando una cuadra se detuvieron en un callejón para colocarse los desvanecedores, supresores de ruido y comunicadores para estar en contacto con Fires en todo momento. Rick les entregó a todos los dispositivos que les permitirían comunicarse mientras usaban los supresores y desvanecedores. Activaron todos los aparatos y se hicieron invisibles. Fires podía verlos gracias a la pinza que estaba utilizando en la camisa debajo de su uniforme.

Continuaron su camino hasta llegar a la base, ahí se separaron. Fires conocía al conductor desde hace un tiempo y se habían hecho buenos amigos. El general se acercó por el frente, mientras Olivia y los demás rodeaban por detrás para llegar a la parte trasera del camión:

— ¡Patrick! – El conductor se percató de Fires y sonrió de oreja a oreja.

— ¡General! – Hicieron el clásico saludo militar y luego se estrecharon las manos – Ha pasado mucho tiempo, señor.

— Sí, sí – Dijo Fires dándole la razón. No se habían visto en dos años.

— ¿Qué lo trae por aquí? – Le preguntó Patrick. Fires le echó un rápido vistazo a la parte trasera para confirmar que Olivia y los chicos estaban subiendo al tráiler.

— No mucho – Dijo despreocupadamente – Solo digamos que estar soltero, tiene sus ventajas – Patrick entendió lo que quiso decir.

— ¡Ah! El viejo general Fires, tan excéntrico como siempre – Ambos rieron.

Algo de otro mundo a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora