Epílogo

15 1 0
                                    

Rick estaba soñando y viviendo un sueño, todo al mismo tiempo. Su madre había ido a la base por trabajo esa noche, por lo que él y Sheila se encontraban completamente solos ¿El resultado? Una cena sencilla, un rato viendo una película en Netflix y una cama caliente. Rick y Sheila estaban profundamente dormidos, y desnudos, mientras se abrazaban. Había pasado un mes desde la conferencia en Washington y parecía que todo había vuelto a la normalidad.

Los militares cumplieron su palabra y les entregaron una casa completamente nueva. Dos pisos, ocho habitaciones, cuatro baños con un calentador para cada uno. Un televisor de ochenta pulgadas en la sala de estar y cuatro televisores más de treinta y dos pulgadas en las cuatro habitaciones principales. Una cocina totalmente equipada y un patio considerablemente grande. Todo rodeado por una cerca de dos metros de alto para mayor protección. Una puerta pequeña para poder salir a pie y un portón eléctrico para poder sacar el auto. El día que la vio por primera vez, Rick estaba sin palabras ante lo que veía:

— Los militares sí que cumplieron con su palabra – Dijo luego de darle un pequeño tour a la casa – Nada más falta la piscina.

Había pasado un mes de aquello y ahora Rick y Sheila se preparaban para el nuevo ciclo escolar. Pasaba de la medianoche cuando el teléfono de Rick comenzó a sonar, despertando al muchacho de un placentero y cálido sueño. El joven se levantó rascándose los ojos con fastidio y pereza, se volvió hacia su teléfono y lo agarró. "¿Quién podrá ser a esta hora?", se preguntaba con algo de rabia. Deslizó el dedo hacia arriba de la pantalla para poder atender la llamada:

— ¿Hola? – Preguntó al abrir la línea.

— ¡Hola, hermanito! – Era la voz de Roxanne, sonaba alegre y entusiasmada.

— Roxanne, es más de medianoche ¿Qué quieres? – Preguntó para luego bostezar.

— Rick, escúchame bien: Voy a volver a casa y tengo una sorpresa para Sheila – Informó Roxanne.

Desde que había comenzado a trabajar en la UIAT, Roxanne había hecho varias misiones a lo largo y ancho del mundo con el fin de encontrar a los thalaras esparcidos en todos los continentes y países. Se había desplegado un satélite de alta potencia para buscar las señales de los inductores de imagen y se monitoreaban todas las llamadas viendo si alguien informaba sobre alguna criatura similar a ellos. Con este sistema había localizado a veinte thalaras en solo un mes. Sin embargo, Roxanne rara vez llamaba estando tan emocionada. La última vez que hablaron fue dos días antes, cuando ella partió, junto a un equipo, a la capital de Venezuela, Caracas, para investigar unos rumores sobre vagabundos, fruta robada y una señal captada por los satélites que indicaba la presencia de al menos un inductor de imagen en la ciudad. Ahora, Rick tenía a su gemela llamándolo a medianoche, parecía que había ganado la lotería:

— Dile a mamá y a Sheila que me vean en el aeropuerto mañana a las seis – Rick bostezó un poco.

— Por favor, dime que es a las seis de la tarde – Pidió el muchacho, su hermana rio.

— A las seis de la mañana, hermanito – Sentenció ella – Bueno, nos vemos en unas horas – La llamada se cortó.

Rick no tuvo más remedio que poner su alarma a las cinco de la mañana, llamó a su madre para informarle de lo que Roxanne quería y luego volvió a dormir.

Seis horas después de la llamada, Rick, Olivia y Sheila se encontraban esperando a Roxanne en el aeropuerto militar de la ciudad. Rick no paraba de bostezar y no era para menos, apenas había conseguido dormir luego de la llamada con su hermana. Olivia notó esto:

— Iré a comprar unos refrescos antes de que te duermas en el suelo – Le dijo y se fue a la cafetería.

— Apenas dormiste ¿No? – Preguntó Sheila con claras intenciones de molestar.

Algo de otro mundo a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora