Capítulo Tres

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·ラグナロクの記録

-Gods and Monsters-

·神々と怪物

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—¡(Y/N)!— te animaste y te congelaste en tu lugar al escuchar la voz exhausta de tu amiga. Dejando la regadera oxidada a un lado, saliendo de la habitación en la que estabas.

—¿Sí, Odette?— preguntaste una vez que llegaste junto a tu angustiada amiga.

Odette estaba arrodillada en el suelo con lágrimas en las esquinas de sus ojos marrones, señalando algo frente a ella antes de dejar escapar un gran sollozo.

—¡Están todos muertos!— gritó, haciéndote fruncir el ceño. Moviendo tus ojos hacia la dirección que había señalado, con tus iris aterrizando en un ramo de flores muertas. Jurarías que una gota de sudor recorrió tu rostro.

—Odette, podemos hacer crecer nuevas flores— intentaste razonar con ella, pero te interrumpió, agarrando el dobladillo de tu vestido básico. Te miró con lágrimas recorriendo profusamente por sus pálidas mejillas mientras algunos mocos escapaban de su nariz.

—¡No (Y/N)! ¡Estas flores tardaron tanto en crecer y cuidarse!— se quejó—. ¡Y podemos ir a la quiebra si no vendemos suficientes flores esta temporada!

Frunciste el ceño, arrodillándote a su altura, sacando tu pañuelo blanco. La hiciste callar para que no siguiera llorando, secando sus ojos con tu pañuelo.

—Ya se nos ocurrirá algo, no te preocupes— la tranquilizaste, acercando tu pañuelo a su nariz—. Suénate.

Suavemente se sonó la nariz en tu pañuelo, haciendo que los mocos mancharan toda la tela. Absteniéndote de mirarlo con disgusto, arrojándolo a un lado, ayudando a Odette a ponerse en pie.

—Ahora, porque no te acuestas y descansas— dijiste, apartando un par de mechones de cabello del rostro de Odette—. Yo me encargo.

Los labios de Odette temblaron antes de darte un fuerte abrazo. Jadeando un poco por la sorpresa antes de devolverle el abrazo.

—¡Gracias (Y/N)! ¿Cómo es posible que consiguiera un amigo tan increíble como tú?— Odette murmuró en tu hombro, sintiéndote nerviosa.

Sin saber como responder exactamente, te alejaste de ella.

—Ahora, ¿por qué no te diriges a tus aposentos?— preguntantes suavemente—. ¿Está bien?

Odette asintió con cansancio y se dirigió a sus habitaciones después de que la alejaste. La observaste alejándose de allí agotada. Una vez que escuchaste cerraste la puerta de su habitación, dejando escapar un pequeño suspiro.

Te volviste hacia las flores muertas antes de levantar tu mano derecha, moviendo ligeramente los dedos en un patrón concreto, donde apareció un tenue brillo rojo alrededor de tu mano.

Unos segundos después, el delicioso color verde volvió a las flores, junto con sus colores originales. Sintiéndote orgullosa de ti misma por lo que había logrado, limpiando tu mano en el vestido antes de dirigirte al armario de la limpieza.

Dejando emitir pequeños zumbidos de tus labios parcialmente abiertos, agarrando un trapo, limpiando la tierra suelta que se había acumulado en el escritorio. El sonido del tictac del reloj del abuelo y tus suaves tarareos era lo único que se escuchaban en la habitación.

Pasaron varios minutos en los que casi habías terminado tus tareas, hasta que escuchaste el timbre de la puerta principal de la tienda, dejando de hacer lo que estabas haciendo. Rápidamente te dirigiste hacia la parte delantera de la florería para ver a una mujer muy hermosa y alta.

La mujer tenía el cabello oscuro que se asemejaba al cielo de medianoche y los ojos de un verde esmeralda. Era guapísima.

Saliendo de tus pensamientos, dándole una sonrisa.

—Hola— la saludaste, mientras sus ojos se desviaban hacia ti—. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

Los ojos de la mujer se abrieron ligeramente, su postura se volvió rígida antes volver a una compostura apropiada, relajada. Negando con la cabeza antes de dirigirse hacia las flores.

Dejando escapar un pequeño suspiro, apoyándote contra la pared de azulejos blancos. Cada vez que le dabas la espalda a la mujer, podías sentir que sus ojos se fijaban en ti. Te asustaste, no obstante, hiciste todo lo posible para ignorarlo.

Finalmente la mujer tomó una de las macetas con margaritas de varios colores, antes de dirigirse hacia donde estabas. Le diste una pequeña sonrisa antes de caminar cuidadosamente hacia ti.

Le devolviste la sonrisa tomando la maceta de entre sus manos. Estudiando las flores y el costo de la maceta antes de calcular los precios todos juntos. Dándole el precio y devolviéndole la maceta.

—Bueno, muchas gracias por venir— hiciste una pequeña reverencia—. Que tengas un gran día.

Pero la mujer de cabello azul no se movió. Sus ojos verdes estudiaron tu rostro, sintiendo como tus mejillas se ruborizaban, apartando los ojos de ella, moviéndote incómoda bajo su intensa mirada.

—¿Puedo ayudarte?— hablaste finalmente, teniendo suficiente. La mujer simplemente sonrió.

—Sí, sí que puedes.

Gods And Monsters - Record of RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora