Capítulo Cinco

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·ラグナロクの記録

-Gods and Monsters-

·神々と怪物

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El dobladillo de la capa acotaba vigorosamente tus tobillos. El sonido constante de los pasos resonaban por el pasillo de mármol bien pulido, con ambas mujeres caminando por el pasillo mientras el aire se llenaba con una clama sedante.

—¿Por qué tengo que usar esto?— preguntaste, tropezando con el dobladillo de la capa larga y oscura. Tus ojos, junto con la parte superior de tu rostro estaban ligeramente cubiertos por la capucha de la capa.

—Nadie puede conocer tu identidad— Brunhilde murmuró antes de detenerse abruptamente. Brunhilde extendió el brazo frente a ti, impidiéndote dar otro paso hacia delante.

Estabas a punto de decir algo cuando una pequeña voz te hizo cerrar la boca de golpe.

—B-Brunhilde, ¿quién es ella?— preguntó en un tartamudeo una chica con el cabello corto de un tono lila. El miedo era evidente en su rostro mientras te miraba con sus grandes ojos esmerando. Inclinaste ligeramente la cabeza hacia un lado, logrando que diera un chillido.

—Vaya, él es Christos— dijo Brunhilde, tu nombre falso salió de entre sus labios con facilidad. Limitándote a saludar mientras Göll te devolvía el gesto nerviosamente.

—Bueno, ¿por qué está aquí?— preguntó Göll, inquieta en su lugar.

—Ella es la clave para la victoria de la humanidad— explicó Brunhilde, cruzándose de brazos—. Nos dirigimos a los campos de entrenamiento, ahora si nos disculpas.

Brunhilde posó una mano en tu hombro, alejándose de la pequeña valquiria. Göll, que todavía estaba en estado de shock, miró hacia atrás con curiosidad antes de caminar en la dirección opuesta a la que estaban dirigiéndose vosotras.

Una vez que Göll estuvo fuera de la vista, Brunhilde giró levemente su cuerpo en tu dirección y el rostro ligeramente oscurecido.

—Tendrás que asegurarte de no decirle a nadie quien eres realmente, de mostrar tu identidad— ordenó estrictamente Brunhilde, entrecerrando los ojos ligeramente. Resoplaste molesta.

—Sí, sí— te burlaste—. ¡Me lo has dicho ya un millón de veces!

Una sonrisa de diversión se dibujó en los labios de Brunhilde. Ella negó con la cabeza, siguiendo con su camino. Ya casi habíais llegado en los campos de entrenamiento. Brunhilde volvió a hablar, ignorando tu actitud agria.

—Ah, y no puedes quitarte la capa en ningún momento mientras entrenas. Es demasiado arriesgado.

Dejaste escapar un pequeño gemido mientras inclinabas la cabeza hacia atrás.

—¿Pero que pasa si tengo calor?— te quejaste. Brunhilde solo dejó escapar una pequeña risa.

—Entonces bebe más agua.

Refunfuñaste por lo bajo ante esas palabras.

—Y...— Brunhilde se apagó, captando tu atención—, te traeré tu postre favorito después del entrenamiento si lo haces bien.

Levantaste una gran sonrisa raspando tu rostro. Tus ojos brillaron mientras re inclinabas hacia la valquiria de cabello azul con entusiasmo.

—¿De verdad?— preguntaste, sonando como una niña pequeña emocionada en Navidad. Brunhilde sintió como su rostro se calentaba tras percibir tu emoción, tratando de ocultarlo tras una pequeña tos.

—Sí, lo digo enserio.

Tu sonrisa se ensanchó, tomándola del brazo, comenzando a arrastrarla hacia la sala de entrenamiento.

—¿A qué estamos esperando? ¡Vamos de una vez!

—Uh, (Y/N), por la otra dirección.

—Oh- cierto... ¡entonces, vámonos!

Brunhilde se rio suavemente por lo bajo mientras continuabas arrastrándola por los pasillos. Una sola puerta grande de madera tallada se mostraba al final del pasillo. Volviste la cabeza hacia Brunhilde con una mirada inquisitiva.

—¿Es esto?— preguntaste, deteniéndote—. Dijiste que era por aquí, ¿no?

Brunhilde simplemente asintió antes de pararse frente a la gran puerta. Sus manos se cerraron alrededor del mango de metal antes de abrirlo. Tus ojos intentaron adaptarse a la luz brillante cuando las cosas comenzaron a desvanecerse con más claridad.

Se podía ver una gran llanura cubierta de hierba con varios cobertizos de ladrillo que contenían, lo que se podía suponer, distintos equipos de entrenamiento. Tomaste una respiración profunda de aire fresco, mientras Brunhilde salía detrás de ti, siguiendo tu ejemplo.

—Hoy nos centraremos en los conceptos más básicos del manejo de armas— explicó Brunhilde, recogiendo una espada. Asentiste sintiendo la determinación haciéndose presente en tu rostro. Brunhilde mirando fijamente el reflejo en la hoja reluciente.

—En tu vida pasada fuiste capaz de conjurar una katana desde aquí— explicó, colocando su dedo índice en el centro de tu pecho.

—Espera... ¿así que puedo sacar una katana de entre mis pechos?

Brunhilde suspiró, una marca de irritación apareció en su delicado rostro aunque se lograba ver un ligero rubor recorriendo sus mejillas.

—Tomate esto enserio (Y/N)...

Enderezaste tu postura antes de saludar.

—Sí mi capitana— hablaste sarcásticamente. Brunhilde una vez más dejó escapar un suspiro.

—Vamos a empezar a entrenar— Brunhilde agarró otra de las espadas, mientras te tendía la primera que había tomado—. ¿Estás lista? 

Saliendo de tu tonto estado burlón mientras la determinación se apoderaba de tus rasgos, agarrando el mango de la espada con firmeza, sonreíste.

—Lo estoy— hiciste una pausa—. ¿Lo estás tú?

Brunhilde sonrió ante tus palabras, sus ojos se entrecerraron ligeramente, tomando una posición de ataque antes de abalanzarse sobre ti. Inmediatamente las alarmas se activaron dentro de ti.

—¿¡Qué!? ¡Pensé que solo me ibas a enseñar a manejar una espada!— bloqueas los ataques de Brunhilde rápidamente—. ¡No me ataques!

 Brunhilde simplemente chasqueó la lengua, ajándose de ti unos pasos.

—Cuando luches contra un dios deberás ser especialmente perceptiva y flexible, no solo físicamente, sino también mentalmente— Brunhilde clavó la punta de la espada en el suelo blanco—. No siempre sabrá el próximo movimiento de tu oponente.

Frunciste el ceño pero, sin embargo, asentiste. Entendías lo que Brunhilde estaba tratando de decirte. Recogiendo la espada nuevamente, sonriendo mientras fruncías el ceño. Ella flexionó su dedo índice, mirándote de arriba abajo.

—Entonces, ¿estás listo para tener un montón de entrenamiento?

Juguetonamente poniendo los ojos en blanco, adoptando una postura un tanto incómoda.

—No, realmente no, pero estoy lista para golpearte y dejarte en el suelo.

El rostro de Brunhilde seguía manteniendo su sonrisa. Ella levantó la espada, decidida.

—Demuéstramelo.

Gods And Monsters - Record of RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora