daisy

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IMOLA 2021

Otro fin de semana había llegado y con eso, otra carrera. Max tiene que ganar, no puede permitirse otra cosa teniendo en cuenta que nuestro padre nos acompañará por varias carreras más.

Intento concentrarme en mi trabajo, aún debemos ajustar varias cosas para el domingo, pero no puedo evitar distraerme cuando una mariposa se posa en la torre de control. Pero no era cualquier mariposa. Era una mariposa verde, una rareza que nunca antes había visto.

Busco con la mirada mi celular para capturar una foto, pero antes de que pueda hacerlo, la mariposa se aleja. La sigo con la vista, intentando ver si se posa en algún lugar cercano, cuando choco con alguien y la pierdo de vista.

―¿Estás bien? ―miro a la persona con la que choqué, y aunque al principio me siento un poco paralizada, sé que hay la confianza suficiente para emocionarme con este tipo de cosas, incluso después de tantos años sin dirigirnos la palabra.

―¡Era una mariposa verde, George! ¿La viste? ―le pregunto, sin dejar de buscar a la mariposa con la mirada.

―Lo hice, de hecho yo también estaba siguiendo una ―confirma George, y siento su mirada sobre mí, pero me niego a corresponderla. Temía que si lo hacía, mi corazón daría el mismo vuelco que dio cuando lo vi el fin de semana pasado― ¿Sabes lo que significa? ―pregunta con curiosidad. Por supuesto que lo sé, y él sabe que lo sé.

―Reconciliación...

―Con un amor pasado ―termino la frase, animándome a mirarlo. El color de sus ojos es aún más intenso que cuando éramos niños, pero después de todo este tiempo, apenas han cambiado. Cuando me doy cuenta de lo embobada que quedé, sacudo un poco la cabeza y vuelvo a la realidad.

Concéntrate, Day. No, Daisy. Tu nombre es Daisy, no ese estúpido apodo. Extrañas que diga ese apodo con su estúpido acento británico.

Me obligo a callar esa estúpida voz en mi cabeza que está a favor de correr a los brazos de George sin dignidad, y recobro mi postura.

―¿Day? ―me llama, oh no― ¿Escuchaste lo que pregunté?

―No, lo lamento.

―Me preguntaba si irás esta noche a la cena, me encantaría verte ahí.

―No... no sé ―me corrijo a mí misma. De hecho, sí lo sabía. No podía faltar, pero aún busco la manera de escabullirme y no ir, aunque sé que es imposible.

―Oh, ya veo ―contesta cortamente. Evito la mirada de George mientras él se esfuerza por encontrar la mía.

―Debo irme, no pueden verme contigo ―intento excusarme.

―¿Por qué huyes? ―cuestiona, y sé lo que trata de hacer: retenerme lo más que pueda a su lado. Cosa que yo también haría si aún fuéramos niños.

―No lo hago, pero no es bueno que me vean interactuando con la competencia.

―Sabes que no lo soy.

Es cierto. Williams ha decaído muchísimo estos años.

―Y tú sabes a qué me refiero. No deberíamos estar haciendo esto. No aquí y, ciertamente, no ahora.

―¿Sabes qué creo? ―pregunta, poniendo esa sonrisa que se plasma en su rostro cuando cree que va a decir algo inteligente. Lo odio.

Lo amas.

―¿Qué?

―Creo que te da miedo asumir que sigues tan enamorada de mí como yo lo estoy de ti ―murmura, mirándome fijamente―. Por eso intentas alejarte de mí, pero no eres capaz de hacerlo del todo.

―Tienes demasiada autoestima, Russell. Han pasado años desde que pensé en ti.

Mentirosa.

―Claro... y por eso seguiste mi rastro ―¿Cómo se supone que sabe eso?

―Y tú el mío ―retruco, tratando de defenderme de la acusación de hace un momento.

―Sí, pero yo no me escondo. No soy capaz de apagar mis sentimientos como tú, por eso no me cuesta admitir que no podía sacarte de mi cabeza ―dice bajando su rostro a la altura del mío. Puedo jurar que por un momento nuestras respiraciones se mezclaron y que el perfume de George inundó mis fosas nasales, permaneciendo allí y deleitándose de él por unos segundos.

La cercanía repentina entre nosotros crea una tensión palpable en el aire, como si estuviéramos en el centro de una tormenta eléctrica que amenaza con desatarse en cualquier momento. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y me esfuerzo por mantener la compostura mientras me enfrento a los ojos azules de George.

―Púdrete ―logro articular, aunque mi voz suena más débil de lo que pretendía. Retrocedo un paso, tratando de alejarme de la intensidad de la situación. Pero por más que lo intento, no puedo apartar mi mente de la proximidad abrumadora de George y de las emociones que despierta en mí.

―¡Yo también te extrañé! ―exclama George, su voz cargada de emoción. Un par de personas nos miran, pero en ese momento, solo somos él y yo, atrapados en la mirada del otro, pero sin poder escapar de los secretos que hay entre nosotros después de tanto tiempo. Es como si fuéramos dos desconocidos.

Él ya no es el mismo chico que conocí en mi juventud, y yo tampoco soy la misma Daisy que solía ser. Pasó tanto tiempo sin vernos que nos convertimos en extraños, con vidas y experiencias que nos han moldeado de maneras que ni siquiera podemos imaginar.

Sé que si alguna vez tengo la intención de, al menos, ser amiga de George, tendríamos que comenzar desde cero, conociéndonos de nuevo y reconociendo la historia que compartimos. Pero en lo más profundo de mi corazón, sé que eso nunca sucederá. Las grietas del pasado son demasiado profundas, y aunque mi corazón pueda desear la cercanía de la George, mi George, mi mente sabe que es mejor mantenernos alejados.

A medida que me alejo del inglés, siento una mezcla de emociones revoloteando en mi interior, como las mariposas que acabábamos de ver. Por un lado, está la rabia, la rabia de que aún tenga el poder de desestabilizarme con solo unas pocas palabras y miradas. Pero también está el dolor, el dolor de recordar todo lo que una vez compartimos y lo que podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes.

Intento bloquear esos pensamientos mientras regreso a mi trabajo, pero la imagen de George sigue persiguiéndome. ¿Por qué tiene que ser tan complicado?

Trato de concentrarme en las tareas que tengo por delante, pero mi mente sigue divagando hacia George y todo lo que significó para mí alguna vez. Recuerdo los momentos felices que compartimos juntos, pero también los momentos difíciles y las peleas interminables.

Mientras tanto, el día avanza y la noche finalmente cae sobre el circuito. Por poco olvido que tengo que prepararme para la fiesta, desearía haberlo olvidado. Por un lado, sé que será incómodo estar cerca de George después de nuestra conversación anterior, pero por otro lado, no puedo evitar sentir una pequeña chispa de esperanza de que tal vez las cosas podrían ser diferentes esta vez.  ¿Por qué no puedo simplemente dejarlo en el pasado y seguir adelante con mi vida?









holiss, cómo andan???
cuánto dicen que le dura este intento de odio a daisy? yo no le doy ni dos días
gracias por leer y votar <3

seven | ɢᴇᴏʀɢᴇ ʀᴜꜱꜱᴇʟʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora