george

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Camino por el paddock con una sonrisa que no puedo ocultar. ¿Cómo podría? Sin embargo, aún hay una pequeña espina desde mi conversación con Jos, y no puedo evitar preguntarme con quién más había salido Day. No voy a mentir, yo no fui un santo; salí con otras chicas también, pero nadie muy importante.

Esta mañana, mientras... hacíamos nuestras cosas, noté el tatuaje de luna en su pantorrilla. Supongo que alguien más tiene el sol.

No estoy seguro de si quiero indagar en eso ahora, porque dudo que me guste la respuesta que pueda llegar a darme.

Todo en la carpa de Williams está tranquilo cuando llego, como siempre. No puedo evitar que mi mirada se vaya al box de Mercedes. Sabía que Toto estaba interesado en mí, pero no había oído nada más de él. En serio, espero que me tenga en cuenta. Cambio la dirección de mis ojos para buscar a mi chica.

Mi chica...

Ella está sentada en su puesto, escribiendo algo en lo que supongo es su libreta. Max llega por detrás de ella y la asusta. Sé que tengo que odiar a Max, pero cuando lo veo así, solo con Daisy, no puedo. Él es un hermano desesperado por no quedarse sin su hermana.

El neerlandés deja un beso en su mejilla antes de irse, y puedo ver que Day se queda mirándolo. Dios, lo que daría por estar en ese box ahora mismo, pero escucho que me llaman para subirme a mi monoplaza.

La carrera había terminado con una limpia victoria de Red Bull. De Max, para ser más específicos.

Daisy se había lucido como ingeniera, por lo que todos vitoreaban alrededor de ella. Mientras miro el podio, noto los ojos de Day sobre mí. Su sonrisa es deslumbrante y es solo para mí. Sé que ahora todos querrán hablar con ella, todos querrán conocer a la nueva joven promesa de la familia Verstappen.

Cuando los himnos terminan y los chicos se rocían champagne, nos dirigimos todos a la parte de los medios. Lo mío había sido rápido; nadie quiere hablar con quien salió casi último.

A unos metros de mí puedo ver a Day y Max dar una entrevista. Para variar, ella se dispersa un poco y comienza a mirar a su alrededor hasta que nuestros ojos se encuentran. Sonríe y gesticula "Deja de mirarme", yo niego y ella rueda los ojos, aún con una sonrisa en su rostro.

Me encanta cuando brilla de la forma en la que lo hace en este momento, la forma en que se desenvuelve, cómo mueve sus manos al hablar y, como cada cierto tiempo, me mira. Me encanta todo de Daisy.

—Si sigues mirándola así, Max va a notarlo.

—Poco me importa —le contesto a Dani.

—Rebelde —se burla—. ¿Qué pasó con el perfecto niño inglés? ¿Qué te han hecho? —pregunta dramáticamente y no puedo evitar reírme—. Ya, ahora en serio, he visto las miraditas.

—Dani, han habido miraditas desde que tenemos 15, así que no es el descubrimiento de América.

—¿Entonces por qué lo mantuvieron tan oculto?

—Porque Max es un idiota y su padre también —el australiano se ríe sin gracia.

—Ni que lo digas, pero aún así Daisy los sigue a todos lados, ¿me equivoco? —solo niego con la cabeza—. Ten cuidado a dónde te metes, George. Te lo digo como un amigo.

—¿Qué significa eso? —pregunto intrigado.

—Que Daisy es una niña herida, al igual que Max, y nunca sabes qué tan lejos llegarían por recibir el amor que nunca recibieron.

—Dani...

—No estoy diciendo que Daisy sea mala —aclara—. Es genial, de hecho, pero cuando creces en una casa en llamas piensas que todo el mundo está ardiendo. Solo tienes que hacerle saber que no es así.

Quiero preguntarle cómo hacer que alguien que ha visto el mundo arder desde que tiene memoria sepa que no tiene que ser así. Cómo le haces entender que la vida no es solo blanco y negro y que está llena de matices preciosos.

Las palabras de Dan me dejan pensando durante unas horas. Su advertencia me resuena en la cabeza, una y otra vez, como un eco persistente. Nunca había considerado las cicatrices emocionales de Daisy tan a fondo. Siempre la había visto como alguien fuerte, capaz de soportar cualquier cosa. Pero las palabras de Dan me hicieron darme cuenta de que ser fuerte no significa no estar herido.

Daisy está ahí, de pie, mirándome con una mezcla de nerviosismo y determinación. Lleva puesta una chaqueta ligera que no había visto antes y su cabello está recogido en una coleta desordenada, lo que le da un aire casual pero encantador. Sus ojos brillan con una mezcla de emoción y algo más, algo que no puedo identificar de inmediato.

—¿Así que ahora nos visitamos en el trabajo? —bromeo, intentando aliviar la tensión que de repente parece haberse apoderado del aire entre nosotros.

—Si quieres puedo irme —se burla, y por alguna razón, su acento se marca más cuando lo dice. Me doy cuenta de que está nerviosa, y eso solo hace que mi preocupación por ella crezca.

—No, entra —le digo, haciendo un gesto para que pase. Apenas cierro la puerta detrás de ella, la beso. Es un beso lleno de necesidad, de ganas de asegurarle que estoy aquí para ella, pase lo que pase.

—Felicitaciones, Day —murmuro contra sus labios, y ella junta nuestros labios de nuevo, riéndose nerviosa.

—¿Qué harás durante el receso? —pregunta, sacando charla. Siento que hay algo más que quiere decir, algo más profundo.

—Estaré en casa con mis padres, mis hermanas, cuñados y sobrinos... puedes unirte a nosotros —la invito, aunque sé que es poco probable que acepte. Daisy me mira como si estuviera proponiendo lo más extraño del mundo.

—Le prometí a Max que iría a casa, lo sabes —contesta amargamente. Se sienta en el sofá y yo la sigo. Puedo ver la lucha interna en sus ojos, la batalla entre lo que quiere y lo que siente que debe hacer.

—No tienes que ir si no quieres —digo, acariciando su cabello con suavidad. Ella se recuesta en mi hombro y puedo sentir la tensión en su cuerpo, como si estuviera cargando el peso del mundo.

—Tengo que enfrentarme a esto en algún momento, ya lo estiré bastante.

—Si pasa algo, ¿me llamarás, cierto? —le cuestiono, mi voz llena de preocupación—. Yo iré a buscarte lo más pronto posible.

—No te voy a llamar para que conduzcas tantas horas solo porque necesito un abrazo —contesta, pero puedo ver en sus ojos que le gustaría poder hacerlo.

—Conduciría toda la vida si eres tú la que me espera al llegar —digo con sinceridad. Al escuchar esto, Daisy no contesta nada más. Solo me abraza de costado y pasa sus piernas por encima de las mías, buscando consuelo en el contacto.

Nos quedamos así por lo que parecen horas, pero sé que el tiempo sigue su curso implacable. Me encantaría quedarme así toda la vida, protegiéndola de todo lo malo, asegurándole que siempre estaré aquí para ella. Pero nada dura para siempre. Y eso tendré que aprenderlo por las malas.




holiss, cómo va??
yo mañana y pasado rindo mis últimos dos parciales de esta semana así que me siento super tranquila
gracias por leer, votar y comentar <3

seven | ɢᴇᴏʀɢᴇ ʀᴜꜱꜱᴇʟʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora