Amelia está a punto de hacer un gran descubrimiento. Envuelta en esta aventura llena de acción, reflexiones y, sobre todo, sentimientos encontrados que la harán replantearse su vida y sus propias ideas. Con humor y grandes dosis de ironía, hará fren...
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Amelia se encontraba en problemas. Su nave Free, o como ella la llamaba, su "fiel amiga", comenzó a fallar pocas horas después de empezar su exploración.
El cuadro de mandos no atendía a sus indicaciones y no lograba contactar con la Nave Madre. Esto sólo podía indicar problemas, problemas muy serios.
La situación comenzaba a ser crítica, la nave giraba sin control y las luces parpadeaban, mientras sonaba la típica sirena de "esto está muy chungo" ... Y, desde luego que era chungo, pero chungo que te cagas. Perder el control de tu nave en medio de una inhóspita galaxia, sola y sin forma de contactar con tus superiores era una sentencia de muerte. Amelia solo pensaba en que su final había llegado de la única forma que jamás calculó, por culpa de su fiel amiga, que en ese momento se convirtió en la mayor traicionera de la galaxia.
Allí estaba, a punto de morir, con los sistemas de soporte vital fallando mientras la nave continuaba girando sin control. Comenzó a notar que perdía el conocimiento y, justo en el momento de su desmayo, atisbó una luz en la lejanía, fruto quizás de la inconsciencia... y, finalmente, la nada.
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Un punzante dolor de cabeza la despertó. Miró a su alrededor sin que nada de lo que la rodeaba le resultase familiar. Se encontraba en una pequeña habitación con una escotilla aún más diminuta, las paredes estaban casi totalmente recubiertas por cables y cajas metálicas dispuestas de forma caótica. Era una nave anticuada y angosta, aunque mucho más grande que la mini cápsula en la que ella solía explorar. Jamás había visto algo parecido. Creyó seguir inconsciente, pero ni en sus sueños más extravagantes habría imaginado un lugar así.
La puerta se abrió dando paso a alguien. Era una mujer de rasgos extraños y algo corpulenta, que se le acercó rápidamente haciendo que Amelia se inquietase y diese un respingo que le provocó otra punzada de dolor en la cabeza.
–¿Estás bien? Has debido pasar por un infierno... –Aquella desconocida le echó una mirada compasiva y siguió hablando. –Detectamos una extraña señal de auxilio en el radar y decidimos modificar nuestro rumbo para aproximarnos. Jamás habíamos visto una nave tan pequeña y encima ¡giraba sin control! Pensamos, que si había alguien dentro ya habría muerto, pero... no podíamos dejarte ahí. Por suerte, nuestra nave cuenta con una gran red desplegable, que usamos para capturar y analizar asteroides. Y, aunque no teníamos tiempo para hacer cálculos, decidimos lanzarla y rezar para que no saliéramos todos por los aires, jajaja. Para nuestra sorpresa, el plan funcionó e interceptamos tu descontrolada nave. ¡Fue increíble que saliera bien esa loca idea! Pero, ¡lo más increíble es que seguías viva! Nunca lo hubiera imaginado, ¡eres realmente fuerte, chica! Vaya, perdona, me he emocionado y no te he dejado contestar.