3. Último día, ¡que comience la fiesta!

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Amelia estaba mareada, muy mareada, todo comenzaba a girar a su alrededor

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Amelia estaba mareada, muy mareada, todo comenzaba a girar a su alrededor. Miró a su amigo Trian que se estaba riendo sin parar.

–¡Esto es culpa tuya! –Le espetó. –¿Quién es humanamente capaz de hinchar tantos globos? Se me ha secado la boca y ya no saturo... creo que voy a morir...

–Jajaja, pero si la hipoxia da mucha sensación de paz, ¡disfrútala, mujer! –Dijo Trian aún riendo. –Venga, que ese ya era el último.

Recuperó el aire y miró cómo había quedado decorada la sala principal de la nave. Era pequeña y, como el resto del lugar, estaba lleno de aparatos electrónicos y tubos por las paredes. Sin embargo, se las habían ingeniado para tapar casi todo con globos y papel maché, de tal manera, que al final todo había quedado mucho más feo y hortera que antes. Aun así, ellos se sentían orgullosos.

–La comida y la bebida ya están debidamente hidratadas y listas para servir –comenzó a decir Trian. –No es un gran manjar, pero bueno... lo importante es la compañía, ¿no?

En ese preciso momento, pasó el capitán Evan por su lado. Ni tan siquiera levantó la vista de su Tablet y siguió su camino mientras murmuraba algo ininteligible con su habitual ceño fruncido. Se miraron entre ellos y empezaron a reír hasta volver a entrar en hipoxia.

Trian fue a avisar al resto de que la cena seria servida en la sala principal en una hora y que se pusieran sus mejores galas

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Trian fue a avisar al resto de que la cena seria servida en la sala principal en una hora y que se pusieran sus mejores galas. Pero todos se presentaron con su ropa habitual, a excepción de él, que a su traje espacial le había puesto una extravagante pajarita de lunares.

Amelia trató de recoger su largo pelo rosado con una trenza de la misma manera que le había enseñado su madre, para ir, en palabras de ésta, "más presentable". Sin embargo, ella no había sentido la necesidad de arreglarse nunca y no sabía muy bien porqué lo estaba haciendo en ese momento. Lo achacó al entusiasmo desmedido de su amigo, así que dejó de pensar en ello. Como aquella trenza no le terminaba de quedar bien, volvió a soltarse el pelo y se miró al espejo sabiendo que esas cosas no iban con ella, ni lo harían nunca. Así que lució su look habitual para desilusión de Trian.

El "banquete" de la fiesta fue como cualquier otra cena, a excepción de que esta vez sí les acompañaba el capitán Evan, al que estaban obligando a beber entre Cam y Trian.

Amelia: La sociedad de las mujeres (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora