11. El lago

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Llegaron hasta un enorme lago

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Llegaron hasta un enorme lago. Era de un vibrante azul que se intensificaba por el verde del bosque que lo rodeaba.

–Aquí es –dijo Trian mientras soltaba su macuto.

–Pero... nos has dicho que no trajéramos la tienda ni las cosas de acampar, ¿dónde vamos a dormir? –le preguntó Evan algo molesto por no saber qué estaba pasando.

–¿Aún no te fías de mí? Bueno, eso duele capitán. Dormiréis ahí –dijo mientras señalaba las copas de unos enormes árboles que rodeaban aquel pacífico lago.

Ellos los miraron sin entender nada hasta que, lentamente, empezaron a verlo. Mientras fijaban su vista, comenzaron a distinguir una estructura cuadrada, compuesta totalmente por cristal; motivo por el cual no era fácil de ver ya que se camuflaba reflejando la naturaleza que le rodeaba sobre su superficie.

–Mola, ¿eh? –fanfarroneó Trian mientras comenzaba a andar en esa dirección. Ellos le siguieron contrariados.

Trepó un poco por el tronco y abrió una trampilla, sacando de su interior, una escalera colgante.  La soltó para que ellos subieran por ella hasta la casa árbol.

Una vez dentro, pudieron descubrir lo que aquella extraña construcción albergaba y, al verlo, sus preocupaciones se esfumaron. Era una casita preciosa, con una pequeña cocina, un salón y un baño. También tenía una pequeña guardilla a otra altura por la que se accedía mediante unos escalones que salían de la pared. Pero, lo más impactante era que todas las paredes de aquella pequeña casa eran de cristal, por lo que se observaba perfectamente el bosque y el lago.

Tras recuperarse de la sorpresa inicial, Evan miró severamente a Trian.

–Explícame todo esto, ¿porque un civil iba a tener algo así? –le preguntó, con un atisbo de desconfianza en sus palabras.

–Tranquilízate Evan, no es nada de lo que estás pensando. Si me dejas te lo cuento, pero vamos, que te vas a decepcionar cuando lo sepas –le contestó Trian quitándole importancia. Pero vio que Evan seguía mirándole con cara de pocos amigos, suspiró y comenzó a hablar. –Pues no hay mucho que contar. Como sabes soy hijo único, mi madre murió y solo tengo a mi padre. Pues veréis, mi padre es.... ¿cómo lo diría? Un poco especial... Vamos, que está algo obsesionado con la seguridad. Así que construyó todo esto después de que mi madre muriese y me ha traído aquí desde pequeño todos los puñeteros veranos. Para hacer técnicas de supervivencia y esas cosas. Yo quería ir a la playa a ligar, pero nada, él me obligaba a venir... y esa es la historia de por qué no perdí la virginidad hasta los veinte años... ¿café? –les preguntó mientras iba hacia la cocina.

Amelia, que llevaba callada desde que se bajó del coche, se fue siguiendo a Trian hasta la barra de la cocina. Luego miró a Evan y se percató que continuaba desconfiando. Pero ella no quería seguir dudando de Trian, era su amigo y confiaba en él.

Amelia: La sociedad de las mujeres (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora