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La luz de la luna se colaba por las cortinas sin cerrar completamente, un color rojo carmesí en la cortina y un blanco semi transparente en el encaje daban lugar entre los cuerpos desnudos que se encontraban ya durmiendo por el cansancio del éxtasis.

Alfin había una mezcla entre ambos, con sus perfumes juntos, saliva entre los labios, muslos, pechos y otros lugares conjuntos al sudor y amor.

La luna fue testigo de la primera vez de la pareja, las cortinas cómplices y el espejo del tocador de Richard,  un buen amigo que guarda un secreto.

la intimidad al momento de ser amado y respetado llega a ser tan memorable e inigualable.

Donde los gemidos se sueltan sin temor, donde las preguntas por placer son el mejor encaminado para el orgasmo, donde los hilos de saliva se desprenden de los apasionados besos que van entre mordidas y palabras eróticas.

Los líquidos más que representar suciedad, representan unión, y el olor llega a ser exquisito porque proviene de a quien desean hacer completamente suyo, uno al otro.

Las respiraciones profundas y conectadas.

hasta que un gemido termina en la intensidad, y los fuegos artificiales saltan, aludiendo a la espera intensa por dejar el pudor y unirse.

Se escuchan las respiraciones y leves silbidos de naríz.

el ruido del movimiento del cuerpo entre las sábanas salidas sale de el lado de Richard.

Despierta.

Puede ver a su hombre cansado que duerme de una manera que le parece de un príncipe, su príncipe.

De pestañas rectas, naríz varonil, que resopla un poco, labios tan definidos y unas de sus grandes manos que puede ver sobre su estómago.

Mirarlo solo le hace pensar en lo existente que es tenerlo como su hombre.

Sentir esa varonil esencial de que sea más grande, más ronco de voz, que su manos puedan rodear su cintura y con apretar deje marcado.

Cerrar los ojos y ser dominado.

Demostrarse frágil a base de sensualidad.

La necesidad de ser atrapado entre sus brazos, tal presa y ser besado, mordido o lamido.

Le gustan los hombres, y Christoph es su definición de tipo.

Su piel rosa en las sábanas, se levanta en búsqueda de una bata para cubrir su desnudez.

Seda brillante que combina con las cortinas.
dejando el pecho al descubierto en una gran V.

Alguna cosa para el hambre, gastó bastante energía, pero solo consigue un cigarrillo.

Eran tantos años sin sexo, tantos años sin sentir el calor de un hombre que considera suyo.

era su oportunidad del cambio, y es el mejor hombre que conoce, para él, el mejor del mundo.

No importa si existe uno más guapo, no importa si existe uno más sexy.

Es su mundo, y su mundo solo tiene a un hombre, de ojos tan claros como agua de vertiente y de suave cabello que siempre gusta de poner entre sus pequeños dedos.

El teléfono sonó.

fuerte entre la noche, rebotando por la casa, despertando a Christoph.

Richard se encaminó fumando con cigarro en mano.

Tomó el teléfono con su mano libre.

-¿Si?.

-Buenas noches, ¿se encuentra Till Lindemann?.- una voz masculina sale de la linea.

Merezco algo mejor -   ~Chrischard / Tillchard~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora