La verdad

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Jadeaste cuando la cuerda se enrolló alrededor de tu muñeca, haciéndote caer el libro.

—Diana, —te quejaste. —No quiero jugar a este juego. —Le frunciste el ceño a tu mejor amiga. De pie en pantalones de chándal y una camiseta sin mangas, todavía se las arreglaba para verse impresionante.

—Es inofensivo, a menos que quieras que duela. —Dijo en voz baja. Estaba bromeando, pero te hizo apretar involuntariamente. La cuerda brillante estaba caliente por ahora. Si había algo que dominabas era mentir, especialmente con Diana. Has estado negando tus intensos sentimientos por ella durante casi dos años. Pero estabas preparada para esto, al menos pensabas que lo estabas. Podrías ser sincera sin decir toda la verdad, ¿verdad? —Cuéntame un secreto. —Ella tiró de la cuerda, tirando de ti.

—Rompí el jarrón y culpe a tu gato. —Soltaste.

Diana puso los ojos en blanco, —T/n, obviamente fuiste tú. No soy tonta. —Se arrodilló en tu cama y se sentó frente a ti. El rayo de la cuerda iluminó sus ojos juguetones, —Dime otro secreto, uno mejor. —Ella arqueó una ceja.

—¿Mi tormento te hace feliz o algo así? —Refunfuñaste, apartando la mirada de ella.

Ella reflexionó un poco, —Sí. Bastante. —Ella respondió honestamente. —¡Soy curiosa! —Ella añadió.

—Eres lo peor. —Volviste a mirarla.

—Uh huh, —ella tarareó impasible. —Ahora, vamos con el secreto. —Ella presionó. Gemiste, cediendo. Dios, ella estaba jugando un juego peligroso.

—Yo... Peter fue quien rompió conmigo. —Oh, mierda. La cuerda empezó a picar, pero era muy llevadera.

—¿En serio?

—Bien, bien. —Agitó su mano libre.

—Eres mi mejor amiga en todo el mundo. —Sonreíste inocentemente. La picadura se volvió un poco más dolorosa, eso estaba en su extremo. —¡Ey! —interrumpiste. El comportamiento de Diana cambió. ella también se inclinócerca.

—T/n, —tragaste saliva. —Dime la verdad. —Había un brillo atrevido en sus ojos.

—No sé lo que quieres que te diga. —susurraste.

—Bueno. —Ella asintió. —Seamos más personales.

Tu corazón estaba acelerado en este punto. Te empujó hacia abajo con facilidad y se inclinó para atar tus muñecas al poste de la cama.

—Diana, qué- —Ella te hizo callar con un dedo en tus labios. Tiraste de la cuerda, a pesar de saber que era inútil hacerlo.

—Juguemos a verdadero o falso. —Deslizó su dedo por tu frente, enganchando deliberadamente su dedo en la cintura de tus pantalones cortos. Tus ojos se abrieron y te encontraste apretando tus muslos. Entonces te diste cuenta de que ella ya no estaba jugando. —¿Piensas en mí cuando juegas contigo misma? —Ella separó tus piernas. Tu boca se abrió pero no salieron palabras. Te sentiste tan avergonzada que podías llorar.

—¿Qué? —Parpadeaste frenéticamente.

—¿Sí o no? —Exigió.

—No. —Le entrecerraste los ojos. Siseaste ante la quemadura. Ella sonrió y empezó a jugar con el dobladillo de tu blusa.

—Mentirosa, mentirosa. —Ella se burló y se sentó a horcajadas sobre ti. —Te escuché una noche, —su mano se deslizó debajo de tu camiseta y viajó hacia arriba, deteniéndose justo debajo de tus senos. —Había dejado algo cuando iba camino a esa reunión. Así que, naturalmente, volví por eso. —Ella explicó. —Debes haber comenzado tan pronto como salí por la puerta porque cuando regresé, eras ruidosa y estabas cerca. —Su dedo rozó tu pezón, tu aspiraste un fuerte aliento. —Y estabas gritando mi nombre. —Ella se rió del recuerdo. —Pensé que me estaba volviendo loca, —se bajó. Tus ojos se cerraron cuando pudiste sentir su aliento abanicando sobre tus labios. Ella te besó. Ella te besó y fue real.

One Shots Wonder WomanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora