— Hoy podrán ver a la abuela —su madre les menciona, mientras mantiene la vista al frente y conduce el automóvil en dirección al enorme edificio que los espera a su hermano y a él para asistir a clases durante esa helada mañana.— Los llevaremos a ambos, tu papá irá a recogerlos a casa y luego los llevará al hospital conmigo, para que puedan verla por una hora cada uno.
— ¿Sólo una hora?
— Sólo una hora, Ni-Ki —escucha a su hermano celebrar al fondo, desde los asientos traseros del auto. Tal parece que el menor de su familia está contento con la reciente noticia, como han pasado muchísimos días desde la última vez que se vieron con la anciana, la sensación de emoción es inevitable ante esa circunstancia.
— Así que prepárense y sean muy cuidadosos cuando visiten a su abuela, no queremos que ella empeore más por nuestra culpa, ¿de acuerdo? —ambos asienten, uno acatando la orden con una gran sonrisa y el otro con un simple y débil asentamiento de cabeza. Pero eso no define en su totalidad las emociones de los dos.
En realidad, Jay está perplejo.
Su alto y menudo cuerpo pálido está paralizado, su mente perdida entre la selva de pensamientos y su mirada clavada en algún punto del cristal cromado de la ventana del copiloto, donde está ubicado. Se encuentra impresionado, no lo oculta, pero por sobre todo también está alegre y aliviado; entusiasmado y ansioso.
La noticia de que por fin, después de tanto tiempo de larga espera, podrá ver a su querida abuela, impacta contra su pecho, como si un ola de felicidad excesiva choque contra la diminuta ciudad de emociones que ha construido a lo largo de esos dos meses y medio que su presencia hace falta en casa, así como en su corta vida y principalmente en el jardín. Está tan exaltado y lleno de esas sensaciones positivas y cálidas que, en lo que resta del día, luego de salir del auto y despedirse de su madre, quien me propina un beso en la frente, se la pasa con una gran sonrisa plasmada en los labios, en su totalidad fascinado con el hecho de que finalmente podrá encontrarse con ella.
Inesperadamente, tiene un buen día de clases en el instituto.
Y así como las horas transcurren en inconmensurable felicidad y los perezosos minutos parecen convertirse en efímeros segundos, la hora de encontrarse con la viejecita esa tarde, llega.
— ¡Jay, cariño!
Por fin está con ella.
— ¡Abuela! —exclamó en respuesta, con una enorme sonrisa trazada en los belfos cuando se asoma por el marco de la puerta y lo primero que se encuentra es que, en medio de la habitación blanca y solitaria, la mujer lo espera, recostada sobre una gran camilla, vistiendo una larga y holgada bata de hospital celeste. Su abuelita está frente a él, sonriente y contenta de volver a verlo.
— Mi niño, ven aquí —la emoción en ella es tan fuerte, que extiende sus brazos al aire y lo llama, consiguiendo que en segundos su nieto reaccione y sus pies se muevan por sí solos, dirigiéndose a su persona—. Te he extrañado tanto, no tienes idea cuánto —ya envolviéndolo en un fuerte y necesitado abrazo, le confiesa, sintiendo como el jovencito se esconde en su pecho y se relaja sobre éste.
Jay está aliviado, en absoluto.
— ¿Cómo has estado, cariño? —sin romper el abrazo, luego le pregunta con amabilidad y ternura en sus palabras. El menor percibe que su voz dulce se escucha ligeramente rasposa y somnolienta, pero contiene corrientes de ánimo cuando se concentra en que está junto a él y no abandonada en una habitación, en lo que cabe, vacía.
— Bien, abuela —contesta. El aroma de los fármacos es intenso, en el aire sobresale el hedor del alcohol clínico y de los químicos de limpieza por el perfecto aseo que la habitación y el hospital en sí reciben a diario. Todo el ambiente médico es nuevo y hostil, asfixiante, hace que se sienta ansioso y algo desolado, el clima que los rodea es gélido y los colores neutros no son los mejores. No es lindo estar ahí—. Aunque, este lugar es algo deprimente, ahora mismo me siento extraño por eso mismo.Cualquiera que se encontrara ahí podría opinar lo mismo que él.
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Ladrón de Flores (Jaynoo) Adaptación
FanfictionPark Jongseong "odia" profundamente a su bonito vecino, quién llega casi todos los días a su casa para robarse, sin razón alguna, las pequeñas y coloridas flores que crecen día a día en el jardín de su abuela. © Adaptación de Ladrón de Flores (Yoont...