Sunoo observa sus brazos, directamente a las marcas que ha dejado la aguja al haber anteriormente atravesado su tersa piel de caramelo. Cuando lo hace, la mirada en sus ojos se entristece, se vuelve tan deprimente y nostálgica, que en ella el resplandor de cristales del mar salado se refleja en gotas de agua, igual a un espejo que muestra la verdad de sus tormentos, de la cruel e injusta realidad que tuvo que aceptar desde que el diagnóstico no fue esperanzador en su caso.
Con sus dedos toca la zona dañada, desliza la yema de estos cuidadosamente y redondea cada parte, evitando lastimar más de lo que ya se encuentra. Al hacerlo un suspiro sale de sus labios, frío y desolado, y se pierde por alguna parte de la desordenada habitación. Alza entonces su rostro, aparta su vista de donde la causa de su actual dolor se encuentra y la lleva a la holgada sudadera que reposa a la orilla de la cama, se dirige a ella en dos cortos pasos, y con el corazón latiendo débilmente la toma, la coloca sobre su delgado cuerpo y cubre todo lo que puede con esta.
Oculta cada gramo de su dolor con ella.
Termina de vestirse usando un overol holgado sobre la primera prenda y un sombrero de paja encima de su cabeza, y al soltar un largo suspiro, se gira sobre sus talones y, antes de salir por la puerta, da un rápido vistazo a su reflejo en el espejo que cuelga en la pared. Se mira a sí mismo, al color sombrío bajo sus ojos, la palidez de su rostro y lo cansado que se ve junto a estos. Aprecia cada facción desgastada y sonríe. Se dedica una sonrisa resentida, y con la poca fuerza de voluntad que aún le queda sobrando en el interior, sale de la habitación, dejando atrás la oportunidad de echarse a llorar bajo las almohadas al entender que su imagen ese día no era la mejor ni la más linda.
Dibuja una tonta sonrisa resignada y a paso veloz va directo al patio trasero de la casa que está al frente de la suya, donde su vecino lo espera, en el jardín que cuida y protege con todo su amor.
Se dirige a las flores que próximamente seguirán el mismo camino que él.
— Hyung —saluda al llegar. Sunoo elimina cualquier señal de que se encuentra enfermo y hecho cenizas por dentro, conecta miradas con el mencionado y se acerca hasta donde él está sentado.
— ¡Ddeonu!
— ¡Nonu!
Sin embargo Jungwon y Jake son los que corresponden al saludo instantáneamente, sus dos amigos le reciben desde donde su vecino está y le sonríen en grande, aliviados de que finalmente haya aparecido por ahí. Jay, en cambio, bufa a lo bajo y lo observa con detenimiento, rogándole con la mirada que lo aleje de ese par de odiosos que lo único que han hecho desde que aparecieron es reírse a carcajadas y preguntarle cosas sin sentido.
Lo tienen extremadamente fastidiado.
— ¿Vinieron antes que yo? —señalando la sábana que cubre una parte del césped, les pregunta y estos asienten simultáneamente, mostrándole orgullosos las demás cosas que han traído para esa tarde en que todos decidieron reunirse en casa de los Park.
— Queríamos arreglarlo un poco antes de que vinieras —explica el de mirada de ángel, Jungwon agranda su sonrisa mientras sus orbes forman dos líneas curvas muy bonitas, que se asemejan a la media luna—. Así que con Jake decidimos llegar antes para poner “la mesa” y decorar. ¿Ves las frutas y la gelatina en el centro? —pregunta y Sunoo mueve la cabeza afirmando—. Fueron mi idea, yo las traje.
— Los cojines son míos —siguiendo la plática, Jake menciona con verdadera alegría, le guiña un ojo y con un movimiento ligero de manos le invita a sentarse junto a ellos—. También los cubiertos y la vajilla, tuve que rogarle a mamá para que me los prestara. Resulta que, aún siendo yo su hijo, es difícil lograr que ella me dé sus preciados platitos y tacitas de porcelana.
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Ladrón de Flores (Jaynoo) Adaptación
FanfictionPark Jongseong "odia" profundamente a su bonito vecino, quién llega casi todos los días a su casa para robarse, sin razón alguna, las pequeñas y coloridas flores que crecen día a día en el jardín de su abuela. © Adaptación de Ladrón de Flores (Yoont...